Anatomía de un corazón solitario

Capítulo 1

Emma

Hola a mi nueva vida.

Bajé de mi auto apresurada, porque estaba por empezar mi turno en el nuevo empleo que había conseguido como cirujana ortopédica en uno de los más grandes y mejores hospitales de Washigton; Hall Specialty Hospital gracias a las recomendaciones que excelentes médicos han hecho sobre mí.

O quizá es todo gracias a mi esfuerzo, pero, me cuesta admitirlo.

A los dieciocho comencé a estudiar medicina general y terminé la universidad casi a los veinticuatro. Pasé cinco años como interna en un buen hospital en Florida, mis dos años como residente en Australia y realicé mi especialización como cirujana ortopédica en Seattle, la cual terminé hace menos de un año y medio. Y ahora voy a ejercer la especialización que tanto me ha costado conseguir.

Una sonrisa apareció en mi rostro en el momento que observé el enorme hospital que se encuentraba frente a mí, y me apresuré a entrar. Cuando lo hice, no pude evitar continuar sonriendo con satisfacción por todo lo que vi a mí alrededor. Me acerqué a la recepción y pregunté:

—Buenos días, estoy buscando al jefe; Benjamin Cooper. Soy la nueva Cirujana ortopédica que él contrató .—Me presenté, en un intento de obtener mi reunión con el jefe lo más pronto que me fuera posible.

Odio las formalidades.

—Él me dijo que usted vendría —me sonrió alegre—.La está esperando en su oficina.

—Muy bien ¿Y cómo llego hasta la oficina del jefe? —Inquirí. Por supuesto, no conozco este lugar al ser nueva aquí.

—Tiene que avanzar hasta el piso tres, allí están las indicaciones —me sonrió—. Es un gusto conocerla, doctora Coleman.

—Igualmente, pero, puede llamarme Emma —respondí y seguí todas las indicaciones que ella me dio. Solté un suspiro antes de tocar la puerta de la oficina de mi nuevo jefe.

De acuerdo, Emma, ahora mismo dejarás toda tu vida atrás y comenzarás una nueva.

Tan solo espero que esta nueva vida que está por comenzar sea menos dolorosa que la que he tenido que vivir durante mucho tiempo.

—¡Adelante! —contestó detrás de la puerta y esa era mi señal para entrar.

—Buenos días, doctor —lo saludé y noté como su sonrisa se agrandaba. Es un hombre no mucho mayor que yo, con una enorme sonrisa, ojos verdes y cabello negro bien peinado.

Es muy guapo, no pienso negarlo.

—Buenos días, doctora Coleman. Qué gusto tenerla aquí en mi hospital. —Se acercó a estrecharme la mano.— ¿Qué le parece el hospital? Espero, claro está, que sea de su agrado.

—No he podido ver mucho todavía, a pesar que se nota que hay mucho trabajo —reí—. Aquello es normal en cualquier hospital.

—Bueno, ahora recordaremos un poco el contrato que usted va a firmar —sacó unos cuantos papeles de uno de los cajones de su escritorio— Usted firmará por un año, y podrá volver a firmar otro contrato después si así lo deseara. Su sueldo anual será de cuatrocientos noventa y siete mil dólares al año. Además será la jefa de ortopedia y trabajará como máximo ochenta horas semanales, con un turno único de hasta treinta horas ¿Hay algo que quiera discutir?

¿Cree que quiero discutir toda esta maravilla? ¡Qué va!

Mi segundo empleo como cirujana titular ortopédica y traumatóloga está siendo toda una maravilla.

—Para nada, estoy muy contenta con todo —solté un suspiro—. ¿Trabajaré desde el día de hoy?

—Por supuesto que sí, aquí tengo la bata que le corresponde para que pueda empezar a usarla —Me mostró la bata que llevaba mi nombre y estuve a punto de dar brincos de alegría. Este sería mi segundo puesto, y el más importante, luego de culminar mi especialización en ortopedia. —La acompañaré a la sala de titulares para que deje sus pertenencias y haré que mis médicos se reúnan fuera de la sala de urgencias para que puedan conocerla y usted a ellos.

—¿No será mucha molestia llamar a los médicos para que me conozcan en medio de su turno de trabajo? —Le cuestioné y negó con la cabeza.

—Será rápido, y quienes no puedan venir, bueno, a ellos ya los conocerá más tarde. A veces las formalidades están bien.

—Se lo agradezco —volví a sonreírle mientras me colocaba la bata y él me acompaña hasta la sala de titulares, dejé mis cosas y luego lo seguí hasta las afueras de la sala de urgencias. Allí, alrededor de cincuenta médicos nos estaban esperando. Uno de ellos llama mi atención en particular, él es bastante alto y tiene una sonrisa arrogante. Su cabello es castaño oscuro y sus ojos azules.

Es la primera vez que me interesa un hombre en mucho tiempo.

—¡Atención! —el doctor Cooper carraspeó—. Quiero presentarles a la nueva jefa de cirugía ortopédica, la doctora Coleman. Ella ha estudiado en Florida, Australia y Seattle. Por favor, quiero que le den una cálida bienvenida y la reciban en nuestro equipo.

Todos aplaudieron y me sonrojé un poco de inmediato porque no me gustaba ser el centro de atención. Sin previo aviso, nuestros identificadores sonaron.

—Accidente automovilístico, seis heridos. Las ambulancias están a punto de llegar, los veo afuera —el jefe nos ordenó y todos nos pusimos nuestro traje de emergencias y nos dispusimos a esperar a que las ambulancias llegaran. Si nadie habla durante esta espera esto va a ser incómodo.

—¡Hola! Soy Julia Davis, la jefa de pediatría —una adorable castaña me sonrió. Creo que puedo llevarme muy bien con ella.

—Emma Coleman, ortopedia —respondí en voz baja. No era momento para presentarnos puesto que una emergencia estaba en camino.

—Compañeros, considero que sería bueno que le dijeran sus nombres a la doctora Coleman, así para ella va a ser mucho más fácil que los identifique en caso de necesitarlos.

Todos asintieron levemente.

—Lucy Wallace, cirugía vascular —ella es pelirroja y llena de vida, o eso parece.

—Olivia Holmes, obstetricia y ginecología.

—June Harris, cirugía general.

—Liam Patterson —el hombre que cautivó mi atención momentos atrás me observaba con detenimiento. El corazón se me detuvo y la cabeza comenzó a darme vueltas, creo que acabo de enamorarme de este apuesto doctor.— Cirugía cardíaca.




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