A.N.D.R.E.A

Capítulo 1:

**Capítulo 1: El Primer Día**

El sol se filtraba por las cortinas de mi nueva habitación en Manhattan, llenando el espacio con una luz cálida y reconfortante. Me estiré en la cama, tratando de aferrarme a los últimos momentos de sueño antes de enfrentar el primer día en mi nuevo instituto. Aunque la emoción por lo desconocido burbujeaba dentro de mí, también sentía una pizca de ansiedad por lo que me esperaba.

Me levanté y fui a ducharme, después de eso y vestirme, bajé las escaleras hacia la cocina, donde mis padres ya estaban desayunando. Mi madre estaba ocupada preparando café mientras mi padre hojeaba el periódico con su típica expresión seria.

—Buenos días, cariño —dijo mi madre con una sonrisa algo forzada, a la cual me había acostumbrado hace mucho—. ¿Estás lista para tu primer día en el instituto?

Asentí con determinación, aunque en el fondo sentía un nudo en el estómago. Maldita ansiedad.

—Sí, estoy lista —Respondo—. Sólo espero que todo salga bien, no quiero problemas.

—Eso está bien, cariño.

Intercambiaron una mirada significativa tras las palabras de mi madre, pero no dijeron nada más al respecto. Era como si estuvieran guardando algún secreto relacionado con mi nuevo instituto.... o tal vez algo más, pero no querían revelarlo.

Como siempre.

Después de desayunar, me despedí de mis padres y salí de casa rumbo al instituto. Mientras caminaba por las concurridas calles de Manhattan, me sentía como una pequeña embarcación en un mar de gente desconocida. Todo era nuevo y emocionante, pero también un poco aterrador.

Finalmente llegué al instituto, me encontré con un edificio imponente de ladrillo rojo, rodeado de jardines bien cuidados. Inhalé profundamente y entré por las puertas principales, lista para enfrentar lo que el día tenía reservado para mí.

Tan pronto como puse un pie en el interior, sentí las miradas curiosas de mis compañeros de clase. Sabía que era la chica nueva, la que venía de lejos y que probablemente sería el centro de atención, al menos por un tiempo... y eso me incomodaba.

Iba a la oficina del rector cuando alguien me pasó por el lado a toda velocidad dejándome algo desorientada, y luego un grito a mis espaldas me hizo darme la vuelta.

—¡Anthon, espérate ahí!

Y fue el dueño de ese grito o llamado quien no se fijó por dónde iba corriendo hasta que tropezó conmigo, mandándonos a los dos al suelo.

—Lo siento muchísimo —Observé a un chico atractivo de cabello castaño oscuro y ojos cafés, extenderme su mano con una sonrisa de disculpa—. No me fijé por dónde iba.

—No te preocupes, no hay problema. —Entre los dos nos levantamos del suelo y recogemos lo que se nos cayó.

—De verdad lo siento mucho —Se aferra a la correa de su mochila, mirándome con pena—. Llevo mucha prisa.

—Ya te dije que no hay problema —Sonrío, restándole importancia.

—¿Eres nueva? No te había visto jamás en el instituto.

—Andrea Smith, la chica nueva. —Extiendo mi mano hacia él, sin temor al rechazo.

Y como sospeché, me la estrecha sin miramientos y con una sonrisa encantadora. No parece de los chicos que pisotean a otros.

—Leonardo Nápoles —Se presenta tras soltar mi mano—. Capitán del equipo de rugby y natación.

—El popular —Hago una mueca inconscientemente, haciéndolo reír—. Lo siento, los populares siempre tienen la mala fama de ser guapos y terribles.

—De esas dos prefiero la primera —Se echa a reír, luego se calma pero sin borrar la sonrisa es él quien me extiende su mano para volverla a estrechar conmigo—. Un gusto en conocerte, Andrea, y bienvenida, espero que te sientas cómoda aquí.

—Gracias, Leonardo.

Suelto su mano y lo veo alejarse, pero antes se detiene y se voltea a verme.

—Hasta luego, Andrea.

Una última mirada, una última sonrisa y una sacudida de manos fue suficiente para perderlo de vista. Ignorando los nervios que me causaba ser el centro de atención y más por la interacción con el popular, me dirigí a la oficina del rector. Luego de recibir el horario y mi número de casillero, me dirigí hacia este y comencé a organizar mis libros cuando una voz chillona y enojada me sacó de mis pensamientos que rondaban en lo que dejé en mi antiguo hogar.

—¡Oye, tú, la nueva! —Sentí con su voz mis tímpanos a reventar, hice una mueca dándome la vuelta— ¿Crees que puedes venir aquí y robarle la atención a todos los chicos y chicas, en especial a Leonardo?

La Barbie rubia bonita y de ojos azules me miraba muy molesta, repiqueteaba uno de los zapatos que calzaba contra el suelo con frenesí. Me dí cuenta que esperaba una respuesta de mi parte para soltar su veneno en mi contra.

Se veía como las típicas porristas de las películas juveniles. Usando la lógica, la Barbie era una o la popular de este instituto.

—No tengo idea de lo que estás hablando. —respondí calmada, queriendo evitar un incidente en mi primer día.

La Barbie se me acercó aún más y mi mirada se paseó discretamente detrás de ella y noté como éramos el chisme del momento, todos se detuvieron a vernos.

—Oh, estoy segura de que lo sabes —Sonríe burlona—. Todos aquí están hablando de ti, de cómo llegaste y le robaste el corazón a Leonardo Nápoles, el capitán del equipo de rugby —Frunzo el ceño ante lo que dice porque eso sí que es estúpido, me interrumpió cuando iba a replicar—. Pero déjame decirte algo, chica nueva —Susurra amenazante—. Leonardo es mío y no voy a permitir que vengas y te interpongas entre nosotros.

Okay, me queda claro que están juntos y la toxicidad de su relación viene de ella. Al parecer mi presencia en el instituto había desatado una tormenta de celos y rivalidades, y apenas había comenzado el día. Hurra por mí, tanto que me juré evitar conflictos en el nuevo instituto y sólo hay que mirarme ahora siendo la enemiga de la Barbie por interactuar accidentalmente con su novio.




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