La mañana como todos los días allí, estaban frescos, pero el aire expresaba algo que seguramente ni siquiera los arboles podrían percibir.
-Que te digo, esto me tiene...- dijo Nicole su mejor amiga que desde hacer un par de años había estado en su vida, en las mejores y en las peores como aquella noche que había pasado hace un par de semanas.
-Idiotizada- interrumpió Edelina quien luego de unos instantes pensó nos momentos en sus palabras y luego continuo, Nicole quiso protestar antes pero cedió su palabra luego de asentir con la cabeza, la conocía muy bien y con un gesto de conformidad por su alegato siguió hablando- igual que el chico de la fiesta.
-Diablos, pobre chico, debió sufrir una gran resaca.- a pesar de su expresión, la sensación que emanada de sus labios y manos era burlona, amaba tener a los chicos en tal punto pues la hacía sentir poderosa, ella era demandante, con un carácter muy característico de lo que era un rockero, muy liberal, atrevido y confiado.
-Maldita bruja, te castigaran en el infierno- sonrió. Le encantaba puyarla, hacerla enojar. Le encantaba esa actitud tan dura y fuerte, y aunque la actitud de Nicole no había cambiado en lo absoluto, su mirada fría daba el resultado de lo que ella esperaba, la satisfacción de la victoria sobre ella.
La campana sonó con rudeza dando inicio a las clases vespertinas de la universidad, y Edelina con apatía al establecimiento sin espera alguna camino fuera de las instalaciones finalmente al lado de su amiga, continuaron por el camino que siempre seguían al salir pero la mirada de un joven ajeno a sus pensamientos las espiaba con cautela, con el cuidado que una persona que no quiere ser descubierta utiliza.
A lo lejos como por obra de magia, el joven que había estado junto a Nicole aquella noche, se encontraba corriendo en dirección a ellas, su pulso era agitado y aunque se podría deber a su estado en que se encontraba, este parecía querer explotar, el sudor abundo en todo su cuerpo con la dedicación en que ninguna parte se encontraba seca. Continuo su trascurso hasta que llego a las espaldas de las chicas que, a pesar de no notar su presencia, sentían como el ambiente a su alrededor parecía cambiar. Los arboles comenzaron a sacudirse descabelladamente e igualmente su cabellera se sacudía con rebeldía sobre su rostro, aun observado a las chicas, que amonestadas por dicho clima, se cubrían los ojos que ardían con todo lo que el aire se cargaba.
Pasos después de su antigua posición se quedaron solo de pie, sosteniendo su equilibrio, pues el cielo parecía no quererlas dejarlas mover, haciéndolas retroceder entre su mirada nublada, pero cuando todo pareció continuar con un cambio, este se freno dando solamente la imagen de un joven, un joven que caminaba con la misma delicadeza con que la chica de la noche anterior se mostró. Los tres chicos lo miraron estupefactos, sin saber que él había estado espiando hacia horas aquel espacio.
Todo se torno oscuro, cegando incluso la mirada de los tres, cerrando sus ojos y no permitiendo otra cosa mas que escuchar los pasos que se acercaban, sus cuerpos inmóviles se negaban a cualquier movimiento, pero finalmente lo que les hizo detener fue el simple pensamiento de no saber que ocurría en aquel instante.
Edelina fue la única que pudo mirar a la persona que se le acercaba, era una imagen inexplicable, su rostro parecía haber sido quemado en llamas, deformándole y dejando cicatrices alucinantes, sus brazos mostraban un trabajo que una persona normal conseguiría viviendo de químicos y dietas desdichadas, y finalmente su torso que se acompañaba y cubría en cierta parte por un par de enormes alas negras que avanzaban desde su espalda hasta su cintura, con un tamaño muchas veces mayor al de cualquier ave, seguramente incluso, estas habían de doblarle el tamaño al hombre misterioso.
-Daemon- susurraron en su oído, un cuerpo sin físico, una voz sin alma.- no lo escuches- reclamo con sigilo, como si esta, pudiese saber si el hombre podría escuchar o no sus susurros que eran casi imperceptibles. Los labios de Edelina se mostraron secos, al igual que toda su boca, haciéndole desear agua sin cesar, y luego su piel fue bajando de tonalidad hasta mostrar casi un blanco, sus ojos sin embargo explotaban en la roja sangre que había de subirse con rapidez, provocando un humedecimiento repentino por la decadencia que todo aquello provocaba. Los hormigueos que antes había presenciado regresaron a su cuerpo pero sin provocar ningún dolor mas, la voz regreso con su ultimo pedido -Corre.
Olvidando quizá que estaba allí por su amiga, recorrió las calles con velocidad, dejando atrás la neblina que negaba a sus ojos ver, y volviendo a un espacioso color verde con un brillante cielo, pero así como el estado del lugar había cambiado una vez, este se contaminaba nuevamente. Sus piernas la guiaron a una velocidad inimaginable, una que nunca supo que podría conseguir, la adrenalina en su pecho no la hacia recordar porque debía huir, y parandose frente a su escuela nuevamente quedo de frente a las instalaciones, viendo como su velocidad había sido burlada por la semejanza al ángel oscuro, pero a pesar de su presencia fría y oscura, no tenia otro labor mas que dejar un único mensaje, un mensaje que había ansiado llevar luego de conocer los orígenes de esa historia.
Bajo sin cuidado y la tierra a sus pies se levantaron como un torbellino, y estando finalmente frente a frente con el daemon extendió su brazo hacia ella, mostrando un singular dije, un dije que se acompaña de la cadena cortada que colgaba por sus posteriores lados.
- Mi señora
Su cuerpo cayo ante la tosca voz que acompaño sus palabras, y como cualquier sueño, descanso en las calles de aquel lugar, regresando sin alguna razón a donde su amiga había quedado hipnotizada, que luego de caer en el espacio, enloquecería viendo su cuerpo asemejante a un muerto, su débil cuerpo que estaba sufriendo entre un don inexplicable, olvidando e ignorando todo lo que había visto.