Ángel Caído

CAPÍTULO XV

CAPITULO XV

SOY TAN PERFECTO QUE SIN TI SOY EL MAYOR DEFECTO

Ya habían pasado 2 días. Días en los que he estado meditando todo, el testamento, los extraños sueños, ellos...

Suspire. Esto no está marchando bien.

Me levante y me comencé a alistar, necesitaba algo e iba ir por ello.

Me puse el vestido más escotado que encontré, me maquille y tome una pequeña navaja por si las dudas, llame un taxi y me dirigí a un antro de mala muerte.

Vi llamadas perdidas de Adrik y los chicos, me irrite y apagué mi teléfono, era ahora o nunca.

Llegué, pague al taxista y me bajé. El lugar se veía decente, pero adentro era todo lo contrario.

Entre y el olor a muerte y drogas inundaron mis fosas nasales. Fui directamente hacia la barra y pedí una botella de vodka. Como si se tratase de agua tomo ese líquido amargo quemando mi garganta, sin embargo no me importó.

Hoy venía a olvidar y disfrutar.

Por alguna razón todos mis problemas vinieron a mi mente de nuevo.

Sentí un gran vacío y le di otro gran trago a la botella. Un chico se me acercó  ofreciéndome cocaína. Sin pensarlo acepte.

Fuimos a la parte de atrás y de mi cartera saque un billete y lo enrolle. Con una navaja el deshizo una pequeña piedra haciendo finas líneas.

Con señas me pidió que me acercara y así lo hice.

Coloqué el billete enrollado en mi nariz, me acerque y comencé a inhalar ese polvo blanco.

Como por obra de magia, todos mis pensamientos desaparecieron sintiendo como si estuviera flotando.

Sentí una inmensa tranquilidad y mi cuerpo se fue relajando poco a poco.

Me sentía libre, ya no me atormentaba nada, en ese momento yo no era nadie.

Y eso me hacía feliz.

El hizo lo mismo y ambos nos sentamos en el suelo sintiendo el efecto que esto nos provocaba.

Duramos así unos minutos, quizá unas horas. No lo sé no estoy en mis 5 sentidos.

El efecto fue bajando poco a poco. En eso el chico se levantó y comenzó a buscar algo en una pequeña mochila y saco 2 jeringas con un líquido marrón, me tendió una y yo gustosa la tomé.

Estiré mi brazo, busqué mi vena con el dedo índice y el dedo medio hasta que la encontré. La clavé sobre mi vena y fui aplastando poco a poco hasta vaciar la jeringa. La saque de mí y disfruté las sensaciones que ese líquido me provocaba. Esto se sentía Horriblemente bien.

El chico dejó la jeringa intacta aun lado y se acercó a mí y comenzó a besarme y tocarme descaradamente.

Yo me comencé a reír como loca. Mis demonios amenazaban con salir.

Intente apartarlo por las buenas pero él se pegó más a mí y reí de nuevo.

¡KABOOM!

Estire la mano hacia mi bolsa y tomé la navaja y sin más se la clave en el cuello.

Este soltó un grito de dolor. Yo como loca comencé a reír.

Mis demonios habían salido.

El chico cayó al suelo retorciéndose de dolor tocándose la zona herida.

Me subí arriba de él, y sin piedad comencé a apuñalarlo.

Los gritos de dolor se escuchaban por todo el callejón.

¡Más sangre!

¡No pares!

¡Eres un monstruo, una asesina!

Y es verdad, lo soy.

A pesar de que ya no gritaba o se moviera, seguía rasgando su piel. Me causaba una sensación de placer infinita.

Cuando me cansé me volví a acostar en el suelo, tomé mi celular de  mi bolso y lo encendí, mire los mensajes de los chicos pero no los abrí, fui a mis contactos y marqué el número de mi perdición.

— ¿bueno? ¿Abigail? ¿pasa algo? — se escuchó del otro lado del teléfono.

— Acepto — pronuncie lo más seria posible — mañana iré a firmar ese testamento — y colgué. Poco a poco mis párpados fueron pesando más hasta caer en una profunda oscuridad.

Abrí mis ojos lentamente, pero una aguda punzada en mi cabeza me obligó a cerrarlos de nuevo. Los volví a abrir y mire a mí alrededor. Estaba en una casa que definitivamente no era la mía. Era una habitación que sin dudarlo era del doble que la mía. Esta portaba colores sobrios y tenues. Las sabanas eran blancas. Me mire a mí misma y traía un camisón de seda blanco, este me llegaba un poco más arriba de los talones.

Me levanté con cuidado y tomé la bata igualmente blanca y de seda que se encontraba tendido en la cabecera de la cama. Fui al baño y me mire al espejo. Estaba libre de maquillaje y estaba completamente limpia.

Eso sí, tenia, los ojos rojos e hinchados.

Después de hacer mis necesidades y lavarme las manos Salí del baño y me dirigí a la salida del cuarto.

Mire el largo pasillo, la mayoría —por no decir todo — era blanco, todo se veía tan moderno. Fui hasta la sala y era de un color blanco. Pinturas de barroco iluminaban el lugar. Pero una de las varias cuadros había uno que llamo mi atención.

Era un ángel llorando en lo que parecía ser un cuarto oscuro. Pero una luz iluminaba al ángel, pero el ángel estaba cubierto de sangre en las manos y parte de la túnica que poseía. Tapaba su rostro con sus manos ensangrentadas impidiéndome ver su rostro. Podía sentir una inmensa tristeza y melancolía al verlo.

Escuche unos pequeños ruidos al lado izquierdo de la habitación que daba a otra habitación.

Caminé hacia allá y toqué  delicadamente la puerta empujándola lentamente. Una luz muy luminosa salió dentro de la habitación. Entré y había un hombre bien vestido. Camiseta blanca y pantalones de vestir negro. se encontraba de espaldas picando algo. En cuanto sintió mi presencia volteo.

TENGO QUE ALEJARME DE TI, PERO ES QUE NO PUEDO, SIEMPRE QUE ME PROPONGO A SACARTE DE MI CABEZA, APARECES CON MAS FUERZA EN MIS SUEÑOS


 




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