Ángel Ciego 6. El hijo de Izbet y Piccolo

Parte 5

A pesar de que siempre trató de pasar desapercibido, debido a sus buenas notas y por el extraño color de su piel, algunos compañeros se reían de él y a sus espaldas le decían el Príncipe Sapo.

Todavía su madre no le contó su vida pasada completa, solo le dijo que su madre era de otro planeta y tenía alas, planeaba hacerlo más adelante cuando estuviera más maduro. Pero Marcos escuchó una conversación entre su madre e Izbet, en que se acordaron de cuando se conocieron, y muchas cosas más, luego de eso rió maligno.

"Ya tengo con que arruinarle la vida a este hijito de mamá, pero no en este momento, esperaré a uno mejor".

Lo odiaba ya que pensaba que todos lo consideraban cobarde por haber dejado a su hermana sola cuando los ladrones atacaron en el Mall, y culpaba al otro jovencito por haberse devuelto y ser más valiente, a pesar de ser más pequeño. Pasaron un par de meses, y cuando Yun le comentó que pensaba pedirle a su hermana que fuera su novia, supo que era el momento perfecto, lo espero fuera de su casa y le contó lo que escuchó, tergiversando varias cosas, y mintiendo descaradamente en otras, así que el joven de piel verde fue a buscar a sus padres, que en ese momento estaban en el Templo.

— ¿Qué pasa que vienes tan agitado? — le preguntó preocupada Izbet.

— ¿Es verdad que soy tu hijo? — le dijo irónico.

— ¿Por qué me preguntas eso? — no entendía que le pasaba al joven.

— Supe que me has mentido en muchas cosas, quizás en ésta también, me dijeron que no eres ni un poco humana, que tu padre era un demonio que murió cuando estaba cazando gente para que fueran esclavos, debí suponerlo, por eso tus ojos se vuelven oscuros y tus alas son negras.

— ¿Quién te contó eso? — la mujer sintió que su corazón se detuvo.

— ¿Es verdad o no que mataste a una persona antes que yo naciera? Qué ese día que nos tomaron como rehenes si no fuera por Jenny hubieras matado de nuevo; que tu fortuna la hiciste trabajando en luchas — empezó a llorar de rabia y decepción — a mí me prohíbes que haga deportes mientras tu vivías de eso; me dices que no use mis poderes, que no es justo para los demás. Papá me contó sobre él y el abuelo, yo entendí, porque no lo hiciste tú, que otras cosas tan o más graves me has ocultado.

— Es que... tal vez sí, pero... — Izbet no lograba hilar una frase coherente.

— No necesitas decirme nada, veo que todo lo que me dijeron es verdad... no hay pero que valga, me mentiste, si todo lo que te importa en la vida son tus negocios, sólo deseo que mueras pronto y poder gastar todo tu maldito dinero.

Piccolo no aguantó más, le dio una cachetada rompiéndole el labio.

— Papá, porque la proteges — dijo limpiándose con el dorso de la mano — siempre me dijiste que pase de lo que pase, hay que decir la verdad, ella es una...

— Cuidado con lo que dirás, respétala, es tu madre, te ocultó cosas, es cierto, pero tenía sus motivos para hacerlo.

— Nada justifica la mentira, no quiero volver a verlos nunca más — bajó furioso.

Cuando se fue, la ciega quedó destrozada.

— Debí contarle todo hace mucho tiempo, pero no quería que supiera todo lo que sufrí de niña, sobre todo no quería decirle lo de la violación, me arrepiento tanto de no habérselo dicho. No sé cómo lo supo, pero quien le contó lo hizo a su modo — terminó sollozando arrodillada en el piso del Templo.

— Tranquila — la ayudó a incorporarse — cuando se calme volverá — sabía que no sería así, pero quiso tranquilizarla.

— Eso espero, lamentablemente es tan testarudo como yo.

Esa noche el joven la pasó en la casa de Bulma, para después desaparecer, pasaron los meses, casi al año, la media demonio cayó enferma, y sin poder ver nuevamente a su hijo murió. Esa fatídica noche coincidió que Yun quiso ir a conversar de nuevo con ella, y aclarar lo que le habían contado, pero antes de llegar al Templo Sagrado, el pequeño ki de la mujer ciega desapareció.

Cuando aterrizó en la plataforma vio salir a su padre de una habitación, su mirada estaba acuosa pero no lloraba.

— Necesito hablar con mamá — pidió nervioso.

— Llegas tarde — dijo Piccolo mirándolo fijo.

— ¿Por qué? — tenía un mal presentimiento.

— Acaba de morir.

— No puede ser — Yun cayó abatido al suelo.

— Ella espero que vinieras a conversar, pero esa maldita enfermedad se la llevó muy rápido, cuando quiso que te avisarán ya no estabas con Ricky.

— Hace un tiempo converse con él, me fui a la casa de la playa y de allí a la cabaña a meditar lo que me habían dicho del pasado de mamá.

— Él la mantuvo informada de lo que vivías, fue uno de los que la conoció cuando era obligada a luchar.

— Lo sé, esa noche lo escuche hablar con mamá, me contó muchas cosas de ella, pero no eran como me habían dicho ¿Cuál es la verdad papá? — el joven estaba muy confundido.



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En el texto hay: culpa, amormaternal, decepción

Editado: 16.12.2019

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