Habían pasado tres horas con veinte minutos exactos, Lucía estaba seria y no había pronunciado palabra alguna. Samuel estaba nervioso y no sabía como manejar la situación, si ella no decía nada, era señal de que no aceptaría realizar la charla.
Después de clases, Samuel y Lucía estaban callados; ninguno decía nada y tampoco se atrevían a romper el hielo. Él no aguantó más y habló.
—Lucía, sé que te molesta hablar sobre Dios pero...—ella paró de caminar y miró a Samuel muy seria.
—No me molesta, ¡¡¡ME ENFADA!!! EL DECANO PUDO HABER ESCOGIDO A OTRAS PERSONAS, PERO ME TOCA CONTIGO —Samuel la miró confundido y decepcionado.
—Eeeyy, ¿Dices que soy malo? —cuestionó Samuel, ella se percató de sus palabras e intentó reivindicarse.
—Mira, te voy a ser MUY sincera, me gusta trabajar SOLA —respondió Lucía siendo muy clara en lo que pensaba.
—Pero la charla no la podrás hacer tú SOLA, y lo sabes —aunque a ella le costara admitirlo, él tenía razón; no podría cargar con tanto peso de la charla, si tomamos en cuenta que era en la temporada de los exámenes finales. Pero Lucía no quería hacer la charla, y entonces tomó una decisión.
—Hablaré con el decano, no haré esa charla y menos de algo sobre la importancia de Dios en nuestras vidas; lo cual es estúpido.
—Emmm, no era ese el tema...
—¡¡¡COMO SEA, HABLARÉ CON ÉL!!!
—No quiero parecer pesimista pero, no creo que cambie de parecer —ella lo miró y lo fulminó con la mirada.
—Samuel, YO TENGO MÉTODOS DE CONVENCIMIENTO —Lucía le dió la espalda y se fue rumbo a la dirección, Samuel se tocó su cabeza y la siguió.
—<<Mejor la acompaño, tengo el presentimiento de que esto no acabará bien...>>—decía Samuel para sí mismo.
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Lucía estaba muy convencida de que iba a librarse de la charla, pero no contaba que el decano no iba a dar su brazo a torcer muy fácilmente, además él sabía cuando un alumno quería cambiar de opinión.
—Señor decano, tengo que hablar con usted —dijo Lucía sonando lo más seria y cordialmente posible.
—Si se trata de la charla, debo recalcar que usted es una señorita digna de admirar —respondió el decano sonriendo, él sabía que ella iba a cambiar de opinión, por ello realizó un gran juego de palabras.
—No, no señor decano, lo que quiero decir es...—pero el decano seguía interrumpiendo.
—Tomó una decisión que podría cambiar el futuro de los jóvenes...
—Pero señor decano...
—Déjeme estrechar su mano, espero que la charla sea todo un éxito, y con el joven Samin de apoyo...
—Señor decano, me halaga usted pero...—y entonces la secretaria llamó con urgencia al decano.
—Tengo que irme, la charla es dentro de 6 días, ¡No lo olvide! —y se fue a toda prisa.
—Te dije que era inútil Lucía —decía Samuel que había estado escuchando y visto todo lo que había pasado, desde tres metros de distancia.
—Samuel, hazme un favor ¿Puedes irte de aquí y dejarme sola un momento? No quiero gritarte como la última vez ¿si? —dijo Lucía muy seria, él sabía que cuando ella estaba así, era porque por dentro iba a explotar —te veré en el receso...
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—Esto es lo último, ya podremos mandar el pdf a la maestra, espero que no toque exposición —dijo Víctor mientras escribía en la laptop los últimos detalles.
—Uf, espero que no ¡Estoy a-go-ta-da! —respondió Sofía mientras estiraba sus brazos hacía arriba.
—Tranquilos, por ser primer ciclo, no creo que haya exposiciones, ¡relax! —Samuel sonreía satisfecho y esa actitud contagiaba a los demás (menos a Lucía, que estaba sin decir nada y escribiendo).
—Espero que tengas razón Samuel, bueno chicos me voy, debo ir a realizar mi clase extracurricular —Sofía se levantó y todos la siguieron, excepto Lucía que estaba en su mundo.
—Oh ¡Que bien! Y...¿Cualquiera puede inscribirse? —preguntó Samuel entusiasmado.
—¡Claro! ¿Te animas?
—¡¡¡Sii!!! ¡Quiero intentar algo nuevo! ¿Hay un cupo disponible en..? —y entonces Samuel empezó a dudar, se dió cuenta que no sabía en qué curso inscribirse.
—No te preocupes, el siguiente ciclo abrirán cupos y podrás elegir, si quieres te pasó una ficha de información —y Victor le dió una hoja de información acerca de los cursos —también estaba buscando algún curso para inscribirme, pero ya lo leí y creo que...¡Te puede servir!
—¡Gracias chicos! —todos se retiraron y Lucía se quedó sola en la biblioteca, estaba pensativa y metida en su propio mundo; y así pasaron cuatro largas horas...
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Lucía se quedó casi perdida en sus pensamientos, no quería regresar a su realidad que ya la tenía muy agotada mentalmente, solo quería escuchar al menos a alguien que la apoye, pero nadie estaba cerca de allí.
—¿Lucía? —ella se desconectó de su mundo y levantó la cabeza confundida.
—¿Mmmm? ¿Sofía? ¿Qué haces aquí? —Lucía se levantó rápidamente de su asiento y miró confundida la biblioteca.
—Mis clases ya terminaron pero tu sigues aquí...
—Yo...estaba pensando, eso es todo—se justificó Lucía indiferente, pero entonces Sofía le sostuvo la mano y la miró compasiva.
—Lucía, no sé que pasará por tu mente, pero te digo de corazón que todo estará bien —esas palabras eran las que necesitaba escuchar Lucía, por alguna extraña razón le hizo recordar a su tía, eran años que ella no había tenido a alguien que la apoyara moralmente, y Sofía fue capaz de hacerlo con tan pocas palabras. De alguna manera Lucía quería retribuirle lo que había hecho por ella en ese momento y se le ocurrió una idea..
—Oye Sofía...¿Quieres...que te invite un café en el restaurante "Gloriosa Sazón"? —la verdad que a Lucía le costó mucho hacer esa invitación, y Sofía lo notó.
—Mmm...esta bien, pero yo pagó el postre ¿te parece? —dijo sonriendo.