"Ángel de la Guarda"

16: "El encuentro Singular (I)"

*Narración de Sofía Puka*

 

Hace 2 años

 

Todo estaba listo, mi padrastro Robin estaba vestido de esmoquin y mi madrastra Jesica tenía las joyas más preciosas y caras que tenía guardada para ocasiones especiales, como esta.

—Madre ¿es necesario tener puesto este vestido?—tenía un vestido morado con accesorios escandalosos, me quedaba muy apretado a mi cuerpo y me hacía ver como una señora, por primera vez odié a mi madrastra por ello.

—Por supuesto, recuerda que hoy tenemos que presentarte ante la sociedad —decía muy feliz mientras arreglaba mi cabello —después de todo, tu eres la futura heredera de la compañía de tu padre.

—Madre yo estudiaré medicina, no quiero para nada estar en el negocio —la señora Jesica puso las muecas de molestia, pero no me contradijo.

—Lo sé hija, pero no te preocupes que no es difícil aprenderlo —y luego dio un tirón muy fuerte de mi cabello.

—¡Ay! Con cuidado ¿si? —respondí mientras me quejaba del dolor.

—Oh disculpa hija, ya no veo muy bien con estos lentes de contacto, creo que debo cambiarlos.

—Si claro —me reía para sí misma mientras pensaba que cara poner frente a la gente, actuar como si fuera una chica rica y engreída no me agradaba, pero eso me inculcaron desde niña y eso debía mostrar.



 

●●●● 

El chófer condujo hasta la gran mansión de Los Brown y allí conocí a la señorita  Samikay y a su familia adinerada, era tan linda y educada; pero ella fingía la sonrisa y eso me causaba molestia.

—Gracias por asistir a esta reunión, quisiera presentarles a mi amigo y uno de los socios de la compañía, el señor Albert White —Samikay nos presentó a un señor muy serio y a la vez apuesto, era un caballero y hacía suspirar a cualquier dama que lo miraba.

—Mucho gusto señor...—mi padrastro estiró la mano y se presentó para que el momento no fuera incómodo.

—Puka, y el gusto es todo mío; supe que esta a cargo de una universidad —el señor White asintió.

—Así es, casualmente hoy cumplo cuatro años de estar como decano —respondió contento.

—¡Oh muchas felicidades! , pero cuéntenos ¿usted es soltero? —mi madre como siempre, le gustaba saber el estado civil de cada persona que conocía.

—Así es, aún no encuentro a una mujer que pueda complementar mi vida —yo lo miré y noté que estaba incómodo con la pregunta, ¡felicidades madre! Acabas de incomodar a la persona número 50 en solo dos horas, un nuevo récord.

—¡Oh es una pena! , un hombre tan galán como usted debería ser más...—pero entonces el señor Brown habló para todos.

—¡Atención por favor! , quisiera hacer un brindis...—todos dirigieron la mirada hacía Los Browns.

—Oh mi padre dará otro discurso —decía Samikay mientras reía sarcásticamente.

—¿En serio?—pregunté, ella entonces se puso colorada y me miró.

—Oh no, no me prestes atención —respondió sonriéndome, yo solo le sonreí y mi mirada se fijó en Los Browns.

—Quiero brindar por este momento tan especial y perfecto, hoy hemos crecido mucho en la compañía y todo fue gracias al esfuerzo de todos ustedes —todos aplaudieron elegantemente y eso me molestaba porque eran aplausos fingidos —pero sobre todo, debo agradecer a mi hija que siempre estuvo a mi lado a pesar de todo.

—Gracias padre, es un gran honor...—pero antes de que terminará de hablar, apareció una mujer empapada y con el vestido casi roto en la parte inferior, parecía una vagabunda.

—¡Disculpe, ayúdenme por favor! —ella se le veía lastimada, ya que al dar unos pasos cayó al suelo —¡ayúdenme!

—¡¿Quién la dejo entrar?! —gritó la señora Mónica Brown.

—¡Por favor un hombre me está siguiendo y no sé que hacer! —ella se le veía muy asustada, pero nadie se atrevía a ayudarla.

—¡Largo de aquí! ¡¡¡Seguridad!!! —exclamó la señora Brown, luego dos hombres la cogieron del brazo y la arrastraron hacía la puerta.

—¡No hagan esto, estoy desesperada! —ella lloraba de desesperación y nadie hacía nada.

—¡Amor contrólate! —dijo el señor Brown mientras trataba de calmar a su esposa, parecía una loca racista y la gente empezaba a querer seguirle el juego.

—¡Suéltenla! —todos voltearon a ver quien había hablado, había sido el señor White y Samikay Brown, los hombres la soltaron y el señor White le dio su saco a la señorita, luego de un rato se le acercó la sirvienta de la casa con una toalla limpia.

—Ven, te ayudo a secarte —decía la sirvienta mientras la levantaba del suelo.

—Gracias, muchas gracias...—la joven se fue con la sirvienta de la casa, mientras que Samikay se dirigió a los hombres de seguridad y los amenazó con la mirada.

—Debería despedirlos por insolentes, pero no lo haré porque no quiero arruinar esta hermosa velada —dijo enojada la señorita Samikay.

—Mi hija tiene razón, Samikay estoy orgulloso de ti —apenas dijo esas apalabras, todos aplaudieron por simple compromiso -porque las expresiones eran de desprecio hacía la joven-.



 

●●●● 

Mientras ocurría todo el show yo los seguí para ver que pasaba, en algo que nunca cambie en mi es que soy muy chismosa y obviamente no me iba a perder tan buen chisme.

—Ten, para que entre en calor —la sirvienta le habían traído una taza de té caliente.

—Gracias, en serio creí que...—Samikay entonces la interrumpió.

—¿Iba a permitir que te boten? —la joven asintió avergonzada—quería ver la reacción de los invitados al verte, creí que serian más humanos pero sucedió todo lo contrario.




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