"Ángel de la Guarda"

28: "Última oportunidad"

Robert se apartó y arrodilló ante Sonia, mostró una caja pequeña y la abrió.

—Sonia sé que debí hacer esto hace mucho tiempo, pero por circunstancias tontas lo pospuse —de la pequeña caja salió un anillo sencillo pero a la vez muy llamativo; tenía en medio un pequeño diamante y todo lo demás era de color gris.

—¡No puedo creerlo!

—Tal vez querías que te haya hecho la propuesta en un lugar más romántico...

—Mientras esté contigo, todo lugar me parecerá romántico Albert —dijo llorando de felicidad.

—¿Quieres casarte conmigo Sonia Lewis? —preguntó feliz.

—¡Por supuesto que sí! — él le colocó el anillo y se besaron suavemente; ambos hablaron sobre cómo habían estado sus vidas sin estar juntos y concluyeron que eran infelices sin el otro. Luego de un buen rato de mucho amor Albert se despidió de ella.

—Ahora debo irme a conversar con tu hermano, quiero darle la noticia —ella asintió y Albert salió de la habitación.


●●●●

George estaba impaciente y no paraba de caminar de un lado a otro, hasta que apareció Albert feliz.

—¿Cómo está ella? —preguntó George nervioso.

—Muy feliz, le acabo de proponer matrimonio.

—¡¿Qué?! —dijeron los demás que estaban llegando con sus respectivas bebidas.

—¿Qué dices Albert? —cuestionó George eufórico.

—Lo que escuchaste, me casaré con tu hermana —respondió el decano serio y a la vez muy contento.

—¡Felicidades señor White! —exclamaron Sofia y Samuel, Lucía simplemente estaba en estado catatónico.

—¡Nada de eso!—George se acercó y lo retó con la mirada — ¡¿crees que te voy a perdonar todo lo que le hiciste pasar a mi hermana por el simple hecho de que ahora te casarás con ella?!

—¡Aclaré las cosas con tu hermana y ahora haré lo mismo contigo! —el decano empezó a contarle lo mismo que le dijo a Sonia, al final del relato George estaba atónito y solo se sentó para respirar profundo y calmarse.

—Vaya que es mucho para procesar...

—Lo sé, ella también estaba en shock cuando se lo dije.

—Pero esto no cambia el pasado Albert, yo siempre te apoyé e incluso te ayude a que te reconcilies con mi hermana —dijo muy serio —y ¿Qué hiciste después? La hiciste sufrir mucho con esas fotografías ¿tienes idea de cuántas noches lloró por ti? Tuve que estar a su lado y me dolió mucho cuando no te acercaste a ella para hablar...

—En ese punto estas errado, ella no quería escucharme cuando quise aclarar el malentendido que es diferente, yo acepto que nada cambiará el ayer pero ahora puedo hacer lo correcto —dijo con un estado de convicción —incluso si tengo que dar mi vida por ella, lo haré—. El hermano estaba muy sorprendido por las palabras de Albert, nadie se esperaba que detrás de el rostro serio del decano se encontraba un hombre muy enamorado y entregado a su amor.

—Tengo que reconocer que nunca conocí a un hombre como usted señor —dijo Samuel mientras mostraba admiración.

—Opino lo mismo, personas como usted vale la pena luchar y creer en el amor —respondió Sofía sonriendo muy risueña.

—No tengo palabras para describirlo ahora Albert, solo puedo decir que acaba de tomar una decisión muy importante y solo espero que ahora me haga una promesa —dijo George serio.

—¿Qué promesa?

—Prometerás que cuidarás siempre a mi hermana, los cuatro presentes y Dios son testigos de esto —Albert sonrió y contestó pausadamente.

—Lo prometo, no tengas dudas de eso.

—En ese caso, puedo desde hoy decirte "cuñado"—respondió George sonriendo aliviado.

—No voy a cometer el mismo error, tu hermana me cambió la vida y siempre la amaré...


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—No me esperaba esto ¡¿y ustedes?! —preguntó Sofia muy feliz y sorprendida.

—Pues tampoco, diría que está loco —reía Lucía.

—Pero de amor Lucía —respondió Samuel coqueto.

—A pesar de que las palabras del decano hayan sido cursis, fue romántico tengo que recalcar —dijo Lucía suspirando suavemente.

—Tienen suerte que George y el decano se fueron a hablar con el doctor, si las escuchara hablar...

—Cuando escuché la noticia, no me imaginaba esa expresión de George en su rostro —dijo Sofía ojeando hacía atrás para comprobar que no los escuchara.

—Bueno chicos, ahora que sabemos que la maestra esta despierta creo que podemos irnos a casa ¿no? —decía Lucía mientras miraba a todos lados, Sofia observó sus manos de ella y se dio cuenta que estaba haciendo movimientos comunes de nerviosismo.

—¿Qué pasa Lucía? —ella fingió que no entendía nada, pero Sofía la contempló muy seria —no creas que no me di cuenta que estas inquieta desde que pusiste un pie en este hospital. Al principio creí que era por la maestra, pero...hay algo más ¿cierto?

—¡Sofía!—exclamó Samuel interviniendo —ahora que recuerdo ¿lograste terminar la parte final del proyecto?

—Por supu...¡No puede ser, lo olvide! ¡Ahora vuelvo..! —Lucia se quedó pensando y miro a Samuel confundida.

—¿Qué proyecto?

—Ninguno Lucía, parece que olvido que lo concluimos hace días...—respondió sonriendo, luego puso su mano en su cabeza y la acarició suavemente —noté que estabas a punto de ponerte nerviosa, por eso intervine.

—Gracias Samuel, pero...me parece sorprendente que ella lo haya olvidado...

—Parece que el sueño la hace olvidar ciertas cosas...por ahora iré a ver a la maestra ¿esta bien? 

 —Te espero, mándale mis saludos ¿si?

—Esta bien...

 

●●●●

—Samuel ¿Cómo estás? —preguntó Sonia un poco débil.

—Estoy muy bien profesora, por cierto ¡muchas felicidades! —exclamó Samuel feliz.

—Muchas gracias, ¿te quedaste aquí para saber de mi?

—Nos quedamos profesora —corrigió Samuel —Lucia y Sofía también estuvieron todo el tiempo a su lado.




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