Todos los sirvientes de la casa habían decorado el lugar con luces blancas y habían todo tipo de bocaditos, la señora de la casa no paraba de hablar de ella misma y de su sobrino Javier. Lucía solo sonreía y empezó a odiar cada segundo que pasaba en esa mansión, mientras tanto Javier estaba con su tío en el estudio y no salían de allí desde la tarde.
—Tío, sabes que yo cumplí con mi parte del trato —decía Javier mientras lo miraba serio y feliz.
—Ahora ¿me estás exigiendo? —respondió el señor en tanto observaba la ventana que daba al jardín, los rayos de luz entraban en todo el lugar y se veía muy iluminado.
—Solo reclamo lo que me corresponde tío, ¿Cuándo se hará el depósito? —preguntó casi desesperándose, entonces su tío se dio la vuelta y solo sonrió.
—¡Claro sobrino! Te haré el depósito, pero será cuando lleves a esa chica al altar.
—¡¿Qué?! —exclamó enojado—¡¡¡ese no era el trato!!!
—¿Acaso no leíste las letras pequeñas del testamento? —su tío sacó un folder manila y se lo dio a Javier, este se acercó al documento amarillento y con una lupa analizó el numeral 3.2, allí decía explícitamente que "el hijo mayor de la familia Atuq podrá tener acceso a la fortuna siempre y cuando tenga un heredero varón".
—¡¿Qué tontería estoy leyendo?! —dijo enojado y tiró el documento al suelo del enfado, su tío solo lo observó serio y levanto el folder.
—Sin un hijo tuyo, no hay herencia jovencito.
—¡¡¡Esto es injusto!!! —contestó furioso y empezó a realizar gestos de un niño engreído —¡¡¡de todos ustedes, yo fui quien se sacrificó más!!!
—Cuida tus palabras sobrino, yo nunca te dije que robarás en la empresa, tampoco te dije que despilfarres dinero en los casinos y viajes, tu abuelo antes de morir lo decidió así y eso se debe cumplir.
—¡Aj! —aunque no le gustara aceptarlo, tenía razón su tío. Su abuelo solo hizo lo que tenía que hacer, aunque la condición era algo extraña por lo de pedir un heredero. Ambos solo se miraron y no dijeron nada por el testamento, después de todo, ya se habían despejado algunas dudas.
—Vaya, entre discusiones y exaltaciones llegó la noche, prepárate para recibir a los invitados y espero que tu novia sepa comportarse —dijo su tío muy serio, luego se retiró y Javier se quedó solo para después botar todas las cosas que veía dentro del estudio y desahogarse del enfado que tenía acumulado.
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Eran casi las siete y los invitados poco a poco empezaron a llegar , Javier salió del estudio más calmado y buscó a Lucía entre las personas que estaban en la mansión. Después de un rato la encontró en la cocina.
—¿Qué haces aquí? —preguntó Javier indiferente.
—Vinieron muchas personas, no puedo lidiar con eso —respondió un poco incómoda, aún estaba intentando adaptarse a la presencia de personas cerca y este lugar empezó a ponerla ansiosa.
—Piensa que son compañeros de la universidad ¿quieres?
—No es igual, no me moveré de aquí...ya cumplí mi parte y vine, ahora quiero irme.
—¡No lo harás! —él tomo su brazo y empezó a lastimarla —Y te recomiendo que sepas comportarte...
—¡¿No te cansas de lastimarme?! —exclamó ella asustada, quería pedir ayuda pero sabía que Javier había sido adoptado por una familia con mucha influencia y, si él quería, podría dejarla sin nada.
—No obedeces como deberías Lucía, si fueras más condescendiente no usaría la fuerza —dijo indiferente y solo apretó su brazo más que Lucía empezó a derramar lágrimas de dolor.
—¡¡¡Déjame ir por favor!!!
—¡No! Vendrás a saludar a todos, y cuando me acerqué a ti me tomarás de la mano y solo sonreirás. No tienes escapatoria Lucía, si se te ocurre pedir ayuda...puedo hacer de tu vida un infierno eterno —respondió amenazante y la soltó de golpe, luego se retiró y ella cayó al suelo de rodillas mientras se limpiaba sus lágrimas que caían de sus mejillas.
—Samuel, te...necesito...—decía en su mente, después se paró y se fue al baño para arreglarse y cambio de semblante al entrar a la reunión. Efectivamente había mucha gente en la fiesta y con solo ver los diferentes trajes y vestidos de los invitados, supo que estaba rodeada de la clase alta.
—Damas y caballeros, por favor necesito su atención —dijo el tío de Javier a sus invitados—deseo hacer un brindis, hace cincuenta años la empresa de mi tatarabuelo Atuq fue inaugurada y nunca paró de ascender y posicionarse entre una de las mejores productoras de autos del mundo —todos aplaudieron suavemente y quien continuo hablando fue la esposa.
—Aparte de eso, también mi esposo inauguró la cadena de autos "Bahía", que se convirtió sin ningún esfuerzo en la mejor empresa competitiva por su modernidad en todos sus modelos, nadie logró igualarnos y nos llena de orgullo anunciarlo a todos ustedes —Lucía escuchaba el discurso de ambos casi a lo lejos, se disponía a retirarse cuando vio que Javier estaba buscándola.
—¡Oh no! Debo irme rápido, pero me alcanzará...—decía Lucía y con su vista empezó a buscar un sitio en donde esconderse.
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Samuel regresó al edificio con maletas en mano y feliz, ansiaba ver a Lucía y quería abrazarla y ayudarla a recuperar su fe, solo que la estrategia sería diferente esta vez. Sin embargo, al llegar encontró una nota en la puerta de Lucía que lo desconcertó.
—"Me fui a una fiesta, no vendré temprano y si tienes algún mensaje, esperar hasta que vuelva", definitivamente no es su letra de ella —dijo desconcertado y empezó a preocuparse —pero entonces ¿Dónde está? —en ese momento sonó su celular y contestó.
—¿Aló?
—¡Amigo, ¿Dónde estabas?!
—¿Víctor?
—Noo, tu ángel de la guarda...—dijo sarcásticamente —¡¿Qué clase de pregunta es esa?!
—No, perdón...es que me parece raro que me llames a esta hora.
—¿Cómo no lo iba a hacer? Estuviste desaparecido por casi una semana, Lucía no paraba de preguntar por ti —eso sorprendió a Samuel y se entusiasmó un poco al saber que ella lo extrañaba.