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A la mañana siguiente, Sofía recibió noticias de que el señor Robin había despertado y que aún debía permanecer en observaciones. Todos sintieron un alivio y para ese momento solo las cosas empezaron a mejorar. El restaurante tuvo que contratar los servicios de forma permanente del señor Wayna y él aceptó con mucho gusto. Lucía poco a poco empezó a conversar con más estudiantes y consiguió más amigos, pero siempre estaba pendiente de su mejor amiga. Sol decidió renunciar a su empleo para irse de viaje al extranjero para hacer pasantías, no obstante, le dejó una carta a Samuel agradeciéndole todo lo que hizo por ella y confesarle su amor que siempre iba a atesorar en su corazón. Pronto la ciudad notó que a pesar de los meses que habían transcurrido, la luna aún no había entrado a su fase lunar, o al menos no era totalmente visible, pero los expertos dijeron que la luna si había mostrado sus fases de forma normal, solo que ellos no lo habían notado por la contaminación lumínica. No obstante, no todo era felicidad y como todos esperaban, la maestra Lewis se despidió del mundo humano y pasó al otro lado.
—Mis más sinceras condolencias George —decía Sofía muy triste mientras lo abrazaba.
—Lamento mucho su pérdida señor White —contestó Lucía con lágrimas en los ojos.
—Gracias por venir señorita Tamaya —Samuel también había llegado junto a Víctor y quienes conocieron en vida a la maestra. Sofía notó que el señor White estaba calmado y George también, como si todo el tiempo solo habían estado esperando el momento de que Sonia dejara este mundo.
—Todos aquí están tristes —dijo Sofía sorprendida, mirando a George y al señor Albert —excepto ustedes…
—Estamos cumpliendo el deseo de mi hermana, ella dijo que no quería que lloremos por su partida —respondió George con tono melancólico.
—Quería que la recordemos como la persona feliz que era —contestó el señor White sonriendo, luego se apartó y recibió a las demás personas que llegaban para dar las condolencias. Al ver la actitud que habían tomado ambos, Lucía recordó los momentos de desesperación e inmensa tristeza que ella sufrió al perder a su tía y a la única familiar que le quedaba. A corta edad sufrió un drástico cambio que no pudo sobrellevar fácilmente, en cambio al ver a George afrontarlo con tranquilidad y sin perder el control, pensó que tal vez debió tomar una postura más madura…
—Admiro su fortaleza, cuando mi tía estaba delicada de salud, recé mucho para que pudiera recuperarse, pero al perderla no pude aceptarlo como ellos lo hacen y terminé culpando a quien no debía…—dijo Lucía en voz alta, pero no se había dado cuenta que George estaba detrás de ella.
—La muerte es parte de la vida —Lucía volteó sorprendida y al ver quien era y notar su rostro de pena, se entristeció más —con mi hermana aprendí que a veces nos toca el turno de partir y no significa que debamos culpar a Dios o a quien sea y no podemos evitarlo.
—Fue muy feliz, ¿verdad?
—Mucho, diría que desde que se casó con mi cuñado, no la había visto tan feliz y con ganas de vivir. Así que procuró que todos los días iba a vivirlo como el último día de su vida para no sentirse arrepentida de nada.
—Eso explica el por qué me dio esto —dijo Samuel mostrando su cuello y en él tenía puesto un pequeño collar que llevaba su nombre de forma plateada y con alas en las esquinas.
—Si, ella me había dicho que iba a hacer joyas y si le salía bien, iba a regalarlos —contestó George con una sonrisa melancólica —pero veo que solo uno le salió bien.
—Veo que sí logró hacer uno bien —respondió el señor White al ver el collar que tenía puesto Samuel.
—No me esperé que te diera a ti un regalo —dijo Sofía un poco sorprendida y mirando con atención los detalles que intentó hacer la maestra Lewis con el diseño de las alas.
—Yo tampoco, pero aquí está —todos sonrieron y recordaron a la maestra con mucho cariño, aunque no todos los que la pudieron conocer estaban presentes, habían dejado algunos obsequios como recuerdos, fotos, flores y muchas cosas. El señor White estaba sereno y dio un discurso conmovedor sobre cómo es que la partida de su esposa no fue algo triste para él ,sino que partió siendo muy feliz y es algo del cual él siempre recordará en su memoria. George también dijo algunas palabras emotivas sobre la felicidad y la generosidad que su hermana mostró en vida, y que nunca podría conocer a alguien que sea semejante a su hermana. Poco a poco, todos hicieron fila y se despidieron de la señora Sonia mientras cada uno se retiraba con lágrimas en los ojos. Al final, solo quedaron el señor White y George que al ver el féretro, no pudieron contener las lágrimas y pudieron desahogarse un poco. Después de un rato, ambos se calmaron y fue en ese momento que el señor White hizo una llamada. Luego besó el cajón y fue cuando respiró hondo y se dirigió a George y le entregó una llave que tenía forma de un corazón.
—Creo que ya llegó la hora de cumplir su deseo —dijo el señor White triste.
—¿Cuál?
—Quería que la llevaramos a un lugar especial, pero nos dijo que si partía antes, que juntos esparcieramos sus cenizas allí… —ambos se abrazaron como nunca y procedieron a hacer los arreglos para despedir a quien en vida fue la maestra Lewis y que llenó su vida de luz y esperanza…
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Al pasar los días, ya todos habían entrado nuevamente de vacaciones y las autoridades decidieron iniciar sus respectivas ferias para incentivar el turismo. Los negocios aprovecharon para hacer publicidad y la señora Marcela no fue la excepción. Esta vez, decoró el restaurante como era antes y el señor Wayna decidió ser su ayudante de cocina y al mismo tiempo consiguió más meseros para ella. Lucía y Samuel pasaban las mañanas y tardes juntos en el restaurante y en las noches regresaban juntos a casa. Mientras tanto Sofía pasaba tiempo con su padre que poco a poco se recuperaba y entonces decidió ella misma encargarse de las tareas laborales que estaban pendientes.