Ángel de la Muerte.

Capítulo 5

El increíble viaje familiar estaba por terminar, entre risas, consejos y buenos momentos que compartimos a lo largo de este día me hicieron darme cuenta de la felicidad que me estaba perdiendo por dejarme hundir en el dolor, después de que había terminado mi cita con el psicólogo fuimos a comer a un restaurante de comida rápida y nos divertimos mucho, ahora que estaba anocheciendo nos dirigimos a casa.

–Entonces hija ¿Cuándo programaras la siguiente cita?

– ¿Con el psicólogo? –pregunté un poco distraída.

– ¿De quién más estaría hablando? –papá sonrió y lo vi por el retrovisor.

–Oh, sí, mañana te digo ¿está bien?

Volví la vista a mi teléfono y seguí borrando música que ya no me gustaba. Escuchaba que mamá y papá hablaban durante el camino, cuando dejé mi teléfono me di cuenta que estábamos por el vecindario, papá dio vuelta y las luces iluminaron la entrada de la casa al estacionarse frente a la cochera, vi una silueta sentada en las escaleras que estaban en la puerta principal.

– ¿Esa es Clara? –preguntó papá extrañado.

Bajé de la camioneta y corrí hacia la entrada, Clara se levantó al verme y con lágrimas me abrazó fuertemente.

– ¿Estás bien?

Negaba con la cabeza, pero no emitía ningún sonido, solo me seguía abrazando y lo único que hice fue reconfortarla en mis brazos, el corazón me seguía palpitando fuertemente contra mi pecho.

– ¿Qué te pasa? ¿Te asaltaron? ¡Dime que te sucede!

– ¿Está bien? –escuche a mamá preguntar a mi espalda.

–Discutí con James –dijo finalmente, el aire que retenía en mis pulmones, salió no era tan malo como pensaba.

–Está bien mamá –la miré pasar frente a nosotras, abrió la puerta y asintió. – Entren.

Papá esperó a que lo hiciéramos luego cerró la puerta cuando todos estábamos dentro de la casa, Clara y yo subimos las escaleras hasta llegar a mi habitación y ambas nos sentamos en la cama, dejó su mochila aun costado y me miró con los ojos nublados.

–Cuéntame que sucedió.

Mi mejor amiga se limpió las lágrimas y de pronto me dolió el pecho.

–James y yo habíamos quedado en ir a estudiar a su casa, cuando llegamos solo estaba su mamá así que subimos a su habitación y... –suspiró –después de unas horas escuchamos gritos y James me dijo que era su papá, le pedí que no bajara, pero no me escuchó –las lágrimas de nuevo inundaban sus mejillas. –yo sabía que todo esto resultaría mal –se cubrió la cara. –cuando iba detrás de él, me empujó y me dijo que no me metiera en sus problemas, así que tomé mis cosas y me fui.

–Oh cariño –la abrazo y una vez más se desahogó en mis brazos. –lo siento.

–Lo más triste es que ni siquiera es su culpa –sorbió mocos. –es de su estúpido padre.

– ¿Por qué decidieron estudiar allí? ¿Porque no fueron a la biblioteca?

Se encogió de hombros.

–Pensé que era una buena idea. –limpió sus lágrimas con el dorso de su mano. –Nunca creí que su padre apareciera en ese momento.

Negué y dejé de abrazarla para poder verle a los ojos, lucia asustada y al mismo tiempo enojada.

– ¿Quieres quedarte a dormir? No me hace gracia dormir sola, de todos modos –sonreí tratando de darle ánimos.

– ¿Puedo?

–Claro que puedes –le limpié las lágrimas. –Además nos hace falta una pijamada ¿no es así? –la empujé juguetonamente.

–Eres la mejor Mad, enserio –tomó mi mano.

Le sonreí.

–Lamento lo de esta mañana, en serio, estoy teniendo crisis por todo esto –dije mirando a la puerta –le diré a mamá que te quedaras.

Me puse de pie.

–Oye ¡Mad!

Me detuve antes de cruzar la puerta de mi habitación.

–Gracias

Salí y me di cuenta que estaban en su habitación, golpeé la puerta suavemente al escuchar que le cantaban a Mike, entré y los vi frente a la cuna, abrazados, como si recién acabaran de casarse, como si no hubieran pasado los años entre ellos, algo que me gustaba de mis padres era que a pesar de todas las discusiones que tenían como cualquier pareja normal, se amaban y los malos momentos no los hacían cambiar para nada su amor.

– ¿Ya está dormido? –me acerqué y cuando estuve lo suficientemente cerca me di cuenta que así era.

–Ven aquí –mamá me abrazó y me besó la frente. –te amo.

– ¿Todo está bien? –pregunté levantando la mirada y papá me sonrió.

–Tu madre se siente mal por lo de esta mañana.

–Oh, déjame disculparme con nuestra niña –me acarició mi cabello.

Papá sonrió y besó a mamá en la cabeza.

–Iré a ducharme.

Bajé la vista a Mike que dormía cómodamente en su cuna, las mantas azules lo mantenían cálido, su cabeza dulcemente recargada en un pequeño oso de peluche.

–Hija, siento lo de esta mañana, no quería alterarme contigo de ninguna manera, pero estos últimos meses me he estado preocupando por ti, tu padre y yo... anoche, me aterré al ver en lo que Kale te había convertido.

Y aquí vamos de nuevo... escuchar su nombre provocó que el conocido dolor en mi pecho regresara.

–Necesitabas ayuda, la necesitas... y que lo negaras, que actuaras como si nada, me molestó.

–Lo siento mamá, no volverá a pasar –la abracé un poco más fuerte. –te quiero.

–Yo igual –suspiró y una lágrima resbaló por mi mejilla.

–Oye mamá, Clara se quedará, no se siente bien y para ser honesta no quiero dormir sola –me separé –Mañana por la mañana iremos al colegio, ¿Está bien? Ya luego le diré a papá sobre las citas con el psicólogo.

Ella asintió, le besé la mejilla y caminé hacia la puerta.

–Buenas noches

–Descansen cariño. –murmuró.

Al regresar a la habitación me encontré con Clara ya dormida en la cama, sonreí y cerré la puerta a mi espalda, le quité los zapatos y los dejé en el suelo, luego caminé hacia el armario y remplacé la ropa que tenía puesta por mi pijama, me recosté a su lado y nos cubrí a ambas con una manta.




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