Angel Guardian

-Capítulo 19- De vuelta al juego.

Primera corrección: || 04 / 09 / 2019 ||        


-Ethan-

El suelo se tiñe de un cobrizo color escarlata, en mi mano reposa el arma que fue utilizada para eliminar al intruso.

Mis ojos hacen un esfuerzo por permanecer abiertos en un intento de poder sacar mis propias conclusiones. Poso una mano sobre mi pecho para suavizar la molestia punzante, el sudor causado por la fiebre empapa todo mi cuerpo y el constante martilleo continúa presente en mi cabeza. De alguna forma logré despertar a tiempo y actuar rápido, distinguí mi blanco superando aquel mareo que amenazaba con anular mis sentidos.

Marrom se aparta de Rex bruscamente, como si hubiese recordado algo sumamente importante y me escudriña dudosa. Vestida de forma casual, con aquel cinturón que siempre lleva a todas partes, estudia mi aspecto con una mirada cargada de emociones imposibles de descifrar.

Por otro lado, Rex sigue aturdido y paralizado. 

— Eso fue demasiado cerca —ella se apresura a llenar el silencio, quitando la vista de inmediato.

— Pero q-qué demonios... —finalmente reacciona y gira con brusquedad para mirar a la pelirroja con vergüenza—. ¿Por qué tú...? Ya sabes...

— N-no sé de qué estás hablando —camina hasta quedar a mi lado y me mira con el ceño fruncido—. ¿En verdad tenías que matarlo?

Niego en silencio intentando no parecer ofuscado por semejante pregunta tan estúpida. Me aferro al marco de la puerta para continuar manteniéndome en pie por mi cuenta.

— Ya está muerto, ¿realmente quieres discutirlo? —inquiero con sarcasmo. Mi voz suena algo rasposa y una ligera molestia recorre mi garganta.

— Solo estoy dejando claro que no era necesario. ¡Lo tenía bajo control! —levanto una ceja y una pizca de gracia invade mi humor. Esta chica no deja de sorprenderme, su visión de lo que considera una situación bajo control es desastrosa.

— La cara de Rex no dice lo mismo —respondo con calma, suspiro intentando entender la situación y los acontecimientos previos a este. Mi mente tiene algunos espacios en blanco, creo que llevo un buen tiempo desconectado, pero parece que mi cuerpo se encuentra en mejor estado.

— Ya Bunny, de igual forma era un riesgo innecesario dejarlo con vida —agrega, Rex. Ahora está recuperando la compostura intentando pasar por alto lo que presenciamos hace unos instantes. 

— Así es, los muertos no hablan —puntualizo para cerrar el tema. Puede que el idiota intente ignorar lo que sucedió con la chica, pero yo no. La imagen de ella intentando recibir el impacto en su lugar es algo que no podría olvidar, aunque quisiera.

— Ya veo que no —aquellas palabras son acompañadas por una fría sonrisa, una que no logra iluminar sus ojos, dichas con un tono cortante avivado por su enfado.

Esa expresión molesta me deja más confundido. Sin embargo, no tengo la intención de preguntar la razón, así que ignoro el reproche adentrándome en la habitación justo con ellos siguiendo mis pasos.

— ¿En dónde estamos? —pregunto, evitando perder la paciencia al ver semejante lugar en ruinas.

— En la casa del Se... —el tono humorístico de su voz es cambiado en un segundo al recibir un pisotón por parte de la chica, quien le corta con indiferencia—. ¡Auch! ¡Eres un demonio con mal carácter!

— En una iglesia —dice, ésta—. Es un área abandonada desde hace mucho, por lo que era segura hasta que Cardigan nos encontró.

— Eso es un problema —suelto girándome para observar el cuerpo inerte desde mi posición actual.

***

Una vez mejor vestido y más calmado, camino hasta quedar en uno de los sofás que posee la extraña habitación en forma de oficina. De alguna manera considero que fue inteligente encontrar este lugar, la policía debe haberse vuelto loca buscando por toda la ciudad luego de fichar nuestros rostros con la con la guardia fronteriza. A mi parecer los oficiales de Washington no quieren perder la jurisdicción en el caso, los problemas se nos fueron de las manos y Cardigan está utilizando esta oportunidad para acorralarnos. El mejor ejemplo de ello es la presencia del sheriff que lleva siguiéndonos desde Wisconsin, ese tipo no descansará hasta que nos tenga encarcelados y en juicio por crímenes que en su mayoría no cometimos.

Debo recolectar información de otras fuentes más amplias, ya he perdido demasiado tiempo descansando. Llegó el momento de ponerme al día con algunos asuntos pendientes que dejaron varios cabos sueltos.

— ¿Ubicación? —inquiero alzando una ceja.

— En alguna parte de Northwest Bellevue, dentro de la zona abandonada de una iglesia católica. 

— ¿Fecha y hora? —nos movimos a una zona un poco menos poblada, pero eso nos deja vulnerables. Menos población, es igual a más cotilleo. Quienes logran frustrar un escape exitoso siempre son los testigos oculares y en pueblos pequeños, o condados menos poblados, son como una plaga. Todos están en el lugar y el momento correcto cuando visitantes llegan a explorar.

— Veinticuatro de enero —comenta Rex, a la par que va viendo la hora en su reloj de muñeca—. Y son... un cuarto para las cinco.

— Debemos irnos antes de que amanezca, o al menos antes de que el día se aclare por completo —informo observando a mi alrededor con incomodidad—. Según lo que recuerdo, pensé estar inhabilitado con algunas fracturas de costilla y posible contusión cerebral —mi cuerpo no se siente adolorido y mi movilidad está mejorando, la pequeña presión en mi pecho casi ha desaparecido.

Es la primera vez que me equivoco. Esto es muy raro, mi memoria me está jugando una mala pasada. Debo haber entrado en estado de shock.



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En el texto hay: novelajuvenil, romance, angel de la guardia

Editado: 10.06.2020

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