Angel Guardian

-Capítulo 21- Andrew.

-Ethan-        

-Ethan-

Camino con un perfil bajo, intentado mezclarme con la multitud mientras recuerdo a detalle aquella conversación que hace unas horas tuve con Marrom. Estábamos atrapados en un aprieto intentando huir de unos tipos que nos seguían la pista y decidimos tomar caminos diferentes. Al principio me rehusé rotundamente, no quería correr ese riesgo; pero como se va haciendo costumbre, salió en dirección contraria y se perdió entre un mar de gente antes de que pudiera refutar.

¡Maldita mujer! Actuando de forma impulsiva. Cuando por fin creo que tal vez tenemos algo en común con lo que podríamos intentar llevarnos mejor, ella simplemente se va y me deja con la palabra en la boca. 

Ha pasado dos semanas desde que Rex se dejó capturar por la policía, nuestro punto de encuentro es en Nueva York; siempre y cuando no haya inconvenientes. Lo cierto es que hubiera preferido ser yo el que hiciera su parte, por desgracia Marrom tiene razón y Rex puede arreglárselas sin nosotros. Nuestra misión es un poco diferente.

El día antes de separarnos logramos aclarar algunos puntos sobre nuestra extraña sociedad. Yo había dicho que no se volvería a mencionar el simple hecho de que no confiamos el uno en el otro y ella había acordado lo mismo. No es que nuestra relación haya tenido muchos avances en este corto periodo que hemos estado obligados a convivir bajo el mismo techo, pero debo admitir que ella suele ser... extraña, demasiado.

Marrom tiene esa aura que desprende inocencia, cosa que decirlo en voz alta lo hace parecer incluso más absurdo que en mi mente. Sé que no la conozco de nada y eso me acongoja cada vez que miro a mis espaldas y la encuentro ahí siguiéndome como si tuviera una segunda sombra encima. Al principio no lo creí, pero estos días me ha dejado más que claro que Marrom Roberts no es alguien que posee la clase de malicia a la que estoy acostumbrado. O bien podría estar equivocando y lo que yo considero ingenuidad es parte de su treta para que caiga.

Mis zapatos rozan el pavimento de forma ligera por la prisa, troto hasta quedar al otro lado de una pared, el tipo que me ha estado siguiendo todo el tramo pasa junto a mí sin percatarse de mi presencia y sigue corriendo calle arriba. Respiro acelerado con el corazón a mil, gotas de sudor caen de mi frente y paso la mano sobre mi cabello en un intento desesperado por acomodarlo de una forma menos alborotada. Luego de tomar una profunda bocanada de aire y sacarme la cazadora, regreso una cuadra tan apresurado como puedo. 


Cuando entro a ese centro comercial que vi mientras corría, me dirijo a cualquier tienda de ropa para comprar un cambio. Compro unos vaqueros y una camiseta azulada para cambiar de aires mi apariencia y ayudar a despistar un poco.

 

****

Tomo alguna bebida helada en una cafetería dentro del mismo centro comercial mientras observo la hora en mi reloj de muñeca y calculo el tiempo que voy esperando a la pelirroja. Mi pierna se mueve con inquietud como reflejo de mi impaciencia, soy bastante puntual y lo mínimo que pido es el mismo trato. Mi mochila reposa en una de las sillas vacías que tiene la mesa en donde estoy sentado, ahí cargo mis prendas y algunos documentos en caso de ser necesario.

Encojo mi cuerpo en la silla y saco el pequeño Ipad de mi bolsillo para matar el tiempo. Algunas fotos aparecen en el álbum, Dannie sonriendo con su traje de granjera en la última exposición sobre las colonias que tuvo unos días antes de morir. Sus ojos grisáceos relucen como dos grandes preciosas lunas y ella desprende esa vitalidad y brillo encantador que irradiaba cuando estaba feliz. Amaba las actividades de la escuela, decía que era porque nunca me había perdido ninguna presentación suya y era de las pocas veces que podíamos estar juntos en público aunque no admitiéramos compartir lazos de sangre. Rex y yo siempre íbamos juntos a esas cosas, nadie sospechaba nada ya que él era su hermano mayor ante la ley; eso me permitía ir como el mejor amigo de la familia Jensen. 

Me centro en la imagen y un profundo dolor aparece en mi pecho, el corazón se me estruja y el aire comienza a faltar. Trago saliva y humedezco mi boca intentando recomponerme, suspiro apartando la imagen y cuando levanto la mirada me encuentro a un niño observando mi rostro fijamente. La sorpresa me deja mudo por un momento, pero me recompongo rápido y guardo el Ipad para cruzar los brazos y devolverle el gesto.

—¿Los adultos también lloran?—inquiere sin apartar sus ojos marrones. 

—No estoy llorando—digo en respuesta. 

—Pero se ve que querías.

El estómago se me revuelve, intento disimular y cierro la boca en una línea recta. ¿De dónde había salido este mocoso? 

—No, no quería—niego con el rostro.

Es un niño flacucho y de tez pálida no muy alto. Parece de unos nueve o quizá diez, sus ojos marrones escudriñan los míos y yo hago lo mismo con una mirada seria. ¿Qué acaso no tenía algo mejor que hacer que andar mirándome como si fuera el bicho más alucinante que se había encontrado por allí? 

Tal parece que los padres ya no le dicen a sus hijos lo peligroso que es acercarse a la mesa de un desconocido y entablar conversación de lo más amigable. Suspiro con cansancio y vuelvo a negar en silencio, el niño gira la cabeza como si intentara entender mis pensamientos. 

—Estás triste.

—No, no lo estoy—respondo con calma pensando en un modo de hacer que se vaya.

—Eres un mentiroso—el niño infla sus mofletes rosados y se lleva sus pequeñas manos al cabello color zanahoria que tiene, en un gesto de frustración.



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En el texto hay: novelajuvenil, romance, angel de la guardia

Editado: 10.06.2020

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