Angel Guardian

-Capítulo 23- Un pasado desgarrador.

-Ethan-             

-Ethan-

Salgo del auto repasando los ojos de Marrom con detenimiento; su mirada verde musgo atrapa mi atención por un instante y creo ver el mundo ir más lento. Como si el tiempo hubiera decidido que mis ojos sean testigos de cada minúsculo detalle en sus facciones delicadas. 

Asiento con la cabeza en un intento por tranquilizar esos ojos voraces que luchan por evitar que me vaya; ella se muerde el labio inferior y asiente aun manteniendo la nariz arrugada, luego abre sutilmente su boca y niega en silencio sin apartar el contacto visual.

Doy la vuelta con dirección al patio trasero y trago saliva. Me estaba cegando con solo mirarla, algo no andaba bien conmigo. Una inquietud había brotado en mí, evitando que nuestras miradas se apartasen, pero no iba a permitir que esas dudas me detuvieran, sigo adelante aún con aquella advertencia que lanza mi cabeza.

El corazón me late desbocado, mi respiración va lenta y pausada en un intento por controlarme; utilizó esa sensación de miedo como impulso para seguir, forzando mi cuerpo a cooperar. Camino hasta quedar frente a una vieja verja y salto al otro lado acelerando el paso, debía empezar a pensar rápido si no quería crear un lío innecesario. 

El día de hoy ha sido bastante agotador de por sí y no tenía la intención de permitir que las cosas se pusieran peor, ella no estaba en condiciones de enfrentar esta situación y sabía que no era opcional esperar recibir ayuda de su parte.

Me odiaba por pensar de ese modo, lo ideal hubiera sido dejar que ella entrase y me evitara el riesgo innecesario, sin embargo, no había forma de que lo permitiera. No la iba a mandar a morir, podía ser un maldito imbécil de vez en cuando, pero no era la clase de persona que apuñala por la espalda. 

Había tenido más que suficiente por hoy. Después de que ella tuviera un repentino arranque de sensibilidad, me dejó muy confuso y admito que algo descolocado. Marrom, no es alguien que deje ver con facilidad sus puntos débiles, siempre ha actuado como mi igual, cuidando cada detalle que deja asomarse por aquella actitud perspicaz y calculadora.

Por ese mismo motivo, aquel desliz me había sorprendido tanto. Verla llorar fue el catalizador que necesitaba para despertar y darme cuenta de que, Marrom Roberts es tan frágil como cualquiera de nosotros. Todos tenemos algo por lo que luchamos, demonios de los que huimos... Y una historia que intentamos olvidar con desesperación. 

Aparto de mi mente la imagen de aquellos ojos verdes y centro mi atención en observar la infraestructura; una casa de dos pisos, dos puertas de ingreso —una principal y la otra en el patio trasero— y un aparente silencio sepulcral que lograba ponerme la piel de gallina.

Cierro los ojos y traigo el pasado por un instante, ante mí aparece la silueta de mi madre tendida en el piso y un hombre iracundo sobre ella, llevando los puños a su rostro sin importarle que un niño pequeño está escondido en algún rincón de la misma habitación. El niño permanece encogido y se tapa los oídos mientras retiene un sollozo desgarrador y lucha con la impotencia y desesperación que va creciendo en su interior a cada grito agónico que su madre lanza. 

Abro los ojos. La imagen se ha ido, pero la ira sigue quemando en mi pecho. Aprieto los puños hasta dejar mis manos blancas y sonrío con frialdad mirando la puerta, voy entrar. 

Esta vez no era un niño indefenso, las cosas ya no estaban fuera de mi control y tenía un arma que no dudaría en utilizar. Los gritos de mi madre habían dejado infinidad de cicatrices en mi corazón, mis manos temblaban con un cosquilleo familiar y la necesidad de plantar mi puño en el rostro de ese tipo, se intensificó. Esta ansiedad me había perseguido durante toda mi vida, siempre desee tener la oportunidad de cambiar las cosas y ante mí se encontraba la puerta que me daría esa satisfacción.

Empuño el arma sin quitar el seguro, con la idea descabellada de no necesitar utilizarla para acabar con su vida, y entro con cautela. Mis ojos se acostumbran rápido a la oscuridad y diviso una cocina oxidada, paredes de un color opaco con manchas de grasa y botellas de distintos licores. Hay basura y platos amontonados por doquier, avanzo con lentitud y diviso un pasillo que conecta a escaleras y más adelante veo luz; lo más probable es que sea la sala de estar.

—No vendrá, Andrew es muy inteligente como para caer en tu trampa—una voz de mujer se escucha desde allí, comienzo avanzar hasta quedar junto en una pared que da a la escalera y me escondo al otro lado.

—Es solo un niño, el vendrá por su indefensa madre, sin duda alguna—dice una voz masculina, con evidente humor. 

—¡Eres tan despreciable!—grita ella, con evidente rabia y la respiración entrecortada. 

Debe ser la madre de Andrew, observo a mi alrededor y subo escalera arriba permaneciendo en silencio. Busco algo que me pueda servir para llamar su atención; si no tenía cuidado terminaría usando de rehén a la mujer. 

¡Vamos Ethan! ¡Maldición, piensa!

Gotas de sudor caen por mi rostro y las aparto de un manotazo. Una idea cruza mi mente, la más obvia, busco la habitación del niño y enciendo la luz. Luego cierro la puerta de una patada, un estruendo retumba por toda la casa y yo me posiciono en una esquina poco visible, apuntando con dirección por donde vendrá mi atacante.

Al instante una carcajada rebota en el eco de la casa y pasos empiezan a retumbar por la escalera, se me hiela la sangre y tomo una profunda bocanada de aire antes de mi siguiente jugada. La puerta se abre y yo disparo al ver la silueta de un hombre alto, de tez blanquecina, cabello rubio y ojos negros como la noche. El tipo cae causando otro estruendo en la casa y me aproximo sin bajar el arma, él escupe sangre y me observa con rabia.



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En el texto hay: novelajuvenil, romance, angel de la guardia

Editado: 10.06.2020

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