-Marrom-
—Todo comenzó con "La guerra de las mil lunas"... —dice Rashel.
Mocca, se cruza de brazos con evidente desaprobación.
—Fue una guerra que marcó un cambio importante en la historia de su mundo y también, puede decirse, fue el principio para nuestra raza —agrega, el chico de piel oscura.
—El universo que conoces se originó cuando Caos, una fuerza que siempre existió —la mujer pelirroja, se remueve en su asiento y cruza las piernas al erguirse para continuar—, decidió hacerse un lado y permitir que el resto de fuerzas se alinearán; creando consigo la raza de los dioses.
«Ellos fueron expandiéndose por el basto universo. Los ángeles son hijos del dios de los cielos; una de las tantas divinidades que han existido siempre y continúan merodeando por todo el universo. Cada deidad se apoderó de una parte que, el caos, había dejado en la nada y moldeó a su antojo. En conclusión: El dios que rige este mundo es uno de los muchos que existen».
Mi mente imagina una maza negra y tormentosa, suspendida en un vacío confuso e ilimitado; el caos. En algunas mitologías el caos es considerado una existencia que se originó por sí misma, pero en muchas otras, se cree que no tuvo origen; sino que siempre existió. Para seres como nosotros, es imposible aceptar que las cosas no tienen un inicio; como también consideramos una debilidad nuestro tiempo de vida limitado.
Karter asiente en silencio y le da un rápido vistazo a Mocca, ella escucha con atención y agrega:
—El dios de los cielos, conocido y llamado de esa forma por su propia creación, hizo el espacio infinito o erróneamente llamado universo; si me lo permiten decir. El término correcto sería: Realidad. Existen otras realidades, universos alternos; con sus propias reglas y regido por sus propios dioses y seres inimaginables en este plano existencial.
—Ya que quedó claro, vamos a la parte importante —su sonrisa desaparece y el rostro del chico nefilim se torna sombrío, sus ojos repasan a los presentes, incluyéndome, y se recuesta sobre el respaldar de su silla cruzado los brazos—. Saltando la parte que ya conocen; ya saben, los cielos, la tierra y la creación del hombre... Antes de eso, primero fueron los ángeles; creados para servir y mantener el orden de aquel nuevo mundo que estaba por nacer.
«Pero su existencia era vacía. Era seres indiferentes, soldados creados para servirle a su rey sin refutar u opinar. Seres incapaces de sentir emociones y entender una mentalidad tan compleja como la de su señor. Fue entonces, cuando dios comprendió su soledad y cometió un error; uno tan grave que hasta el día de hoy es lamentado...
∞ Narrador omnisciente∞
La soledad de una deidad tan compleja como el dios de los cielos, lo llevó a crear el primer ángel a su imagen y semejanza, proveyó su nueva existencia con dones más desarrollados que el resto de su creación. Fue un majestuoso querubín, dotado de belleza y sabiduría.
Luzbel era el ángel más amado por ese dios, incluso fue llamado el sello de la perfección.
Tocaba el arpa con una gracia única y poseía una mente inigualable. Su intelecto le permitió convertirse en la mano derecha de dios, siendo su fiel consejero y único amigo. El ángel estuvo con su señor y fue testigo de grandes obras de su creación; los planetas, el espacio, las estrellas y los satélites.
Merodeaba por ese nuevo universo y señoreaba entre la creación, siendo la máxima autoridad después de dios. No pasó mucho tiempo antes de que todo ese poder lo llenara de sensaciones abrumadoras, sentimientos contradictorios.
Entonces, pensó: «Un ser único y tan completo como yo, ¿no es acaso merecedor de tal alabanza y devoción? Soy perfecto, incluso mejor que dios».
Esa pequeña chispa, una que nunca antes había existido, apareció por primera vez en Luzbel; alterando su naturaleza pura. Esa pequeña llama fue más que suficiente para hacer brotar algo tenebroso, oscuro y nunca antes visto por nadie; codicia.
El pobre Luzbel, fue traicionado por sus propias emociones y su naturaleza equilibrada se desestabilizó, corrompiendo su alma hasta hacer surgir soberbia. Esa vanidad fue el vicio que condujo a un querubín a la arrogancia y orgullo; y posteriormente lo convirtió en el enemigo de dios
Luzbel, fue corrompido por aquella nueva existencia que había tomado posesión de él; la maldad.
El creador notó algo distinto en la naturaleza de su querido amigo, tal vez se negó a ver la verdad, pero no ignoró por completo esa sensación alarmante. Entonces, Serafines se reunieron con su señor y votando en un acuerdo unánime para que dios crease tres seres de naturaleza poderosa; criaturas tan poderosas como el mismo querubín, pero de naturaleza incorruptible.
Los tres arcángeles del cielo. Miguel, el comandante de las fuerzas militares. Gabriel, el mensajero. Y Rafael, el ángel portador de la sanidad del señor. Dividiendo así las fuerzas del cielo y arrebatando el derecho absoluto a Luzbel.
Por supuesto, el querubín no lo tomó nada bien; en su mente comenzó a maquinar una forma de hacerse con todo el poder para sí mismo y derrocar a su creador.
Entre susurros mal intencionados, un tercio de ángeles comenzó a corromperse. Sus mentes, incapaces de comprender tal situación, se dejaron llevar por la devoción que tenían al más bello querubín y alzaron sus espadas contra el cielo; en una rebelión.
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Editado: 10.06.2020