Angel Guardian

-Capítulo 26- Una decisión equivocada.

-Rex-             

-Rex-

Me recuesto sobre la puerta del auto y le doy una calada profunda al cigarrillo que llevo entre los dedos. Ya es tarde, el cielo se ve tan negro que incluso la pequeña luna en forma de sonrisa no brilla en su totalidad, no logro vislumbrar ni una sola estrella, las luces de Nueva York son las únicas que alumbran aquí.

Abro el teléfono desechable y reviso una vez más el mensaje que envié.

R: «Quiero verte»

Me reprendo por mi estupidez, sé que no debería, pero la necesito. Janne es la única persona que puede darme información segura, esta ciudad posee muchas fuentes costosas y de dudosa procedencia, debía ir a lo seguro si quería averiguar algo de Ethan.

J: «¿Dónde?»

R: «35 Canal StNew York, NY 10002» «26 de Marzo, 00:00hrs ».

Bajo la vista y guardo el teléfono en mi bolsillo, una silueta aparece a mi lado

—Es tarde —afirmo cortante y señalo mi reloj—. Dos minutos tarde.

—¿Qué sucede? —sus preciosos ojos escudriñan mi rostro, una punzada aparece en mi pecho y aparto la mirada para evitar caer en su hechizo, boto el cigarro y lo piso—. ¿Por qué me llamaste?

¡Pero qué cabrón puede ser el corazón! Sonrío con tristeza, llevo una mano a mi nuca y giro la vista con nerviosismo.

—Necesito un favor...

Veo decepción en sus ojos y eso remueve mi estómago, mis dedos cosquillean y evito mover la mano; no quiero hacer otra locura.

—Sabes que no te ayudaré si se trata de mi padre, es suicidio —frunce el ceño y mira en varias direcciones con cautela.

—No quiero información de tu padre, busco a Ethan... —suelto sin más. No confío en ella, pero al menos quiero saber si Cardigan lo tenía localizado.

—Veré que puedo hacer —da un paso al costado y comienza a caminar.

Algo muy dentro de mi cuerpo se retuerce, es una sensación de nostalgia y dolor insoportable. Se lo que significa... la extraño demasiado.

Sostengo su muñeca y la atraigo hacia mí, sin previo aviso tomo su barbilla y le estampo un beso fugaz; luego me aparto y subo al auto. Veo su rostro asombrado, sus labios quedan ligeramente abiertos y lleva sus dedos sobre ellos. No me quedo para averiguar lo que sigue, pongo el auto en marcha y me alejo sin ver atrás.

A medida que ya no la diviso —en el espejo retrovisor— la punzada va creciendo, mi vista se nubla y ante mí aparece una tormenta de pensamientos inundando mi juicio. El amor es una mierda...

Luego de que por fin logro controlar mi respiración, decido reflexionar. Necesitaba comprobar que su padre no hubiera localizado a mi amigo, si Cardigan desconocía su posición, entonces estaban a salvo.

Mi corazón sigue latiendo apresurado y la ansiedad invade mis pensamientos. En este momento me gustaría tener a Janne entre mis brazos y olvidarme de todo, su cercanía me había dejado muy afectado.

****

Camino despacio tanteando el terreno de mi contrincante, no aparto mis ojos de los suyos y ambos seguimos observando nuestros movimientos, ninguno ha dado el primer paso hasta el momento. Aprovecho su diagonal y me acerco con una patada.

Ella da un paso al costado en un ágil movimiento, aprovecha mi falta de equilibrio y un codazo certero se hunde en mi espalda haciéndome caer de rodillas.

—¡Joder, no tienes que ser tan brusca con mi columna! —bufo sintiendo la punzada rebotar hasta mis omóplatos.

—Dijiste que peleara como si en verdad me atacaran, eso hago —responde una malhumorada Cecilia; está enfadada porque ayer la dejé sola durante todo el día.

Suspiro con cansancio. Han pasado dos semanas desde que llegamos a Nueva York y aun no tengo noticias de Ethan. La última pista que tuve de él fue cuando estaba en alguna parte de Cleveland, Ohio. Tengo un mal presentimiento, es por eso que decidí contactar a Janne lo más pronto posible.

—Eres muy bruto para esto Rex —alzo una ceja. Ella suele poner esa sonrisa de autosuficiencia cada vez que logra derribarme.

—No estaba preparado —me apresuro a decir. Intento apartar los recuerdos de ayer y concentrarme.

Okay, lo admito. Cecilia es hábil en el combate a puño limpio, pero eso no iba a cambiar el hecho de que quería borrar esa jodida sonrisa de sus labios.

Me levanto de un salto y aprovecho su asombro para derribarla. Tomo su muñeca con fuerza y la llevo justo a su punto ciego, su muñeca termina contra su espalda baja, luego muevo mi pierna para colocarla delante de la suya y de esa forma cortar su equilibrio.

No me espero un contraataque de la rubia tan rápido. Invierte los papeles con su muñeca atrapada, toma la mía y sin soltarme da un paso al frente para luego girarse y retroceder tan rápido que me hace caer de cara.

Aturdido parpadeo y toso sintiendo que tengo alguna porquería en la boca, empiezo a escupir.

¡Puaj! ¿Qué mierda me tragué?

Me percato de que estoy acabado cuando siento el brazo retorcido en mi espalda y su rodilla en mi cuello.

—¿Y ahora? —jadea con la respiración entrecortada—. Para mí lucías bastante preparado.

—Estaba calentando —bufo sintiendo mi brazo acalambrarse.

—Sí, claaaro —veo como pone los ojos en blanco y me suelta.

Me siento y estiro mis articulaciones, creo que tengo algo roto.

—Te diré algo —sonrío—, si puedes mantenerme derribado por un minuto completo, responderé cualquier pregunta prohibida que me has hecho durante estas últimas semanas.

Una chispa cruza sus ojos azules, haciendo que se tornen de un bello color electrizante.



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En el texto hay: novelajuvenil, romance, angel de la guardia

Editado: 10.06.2020

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