-Marrom-
Los seres humanos son criaturas frágiles y efímeras, capaces de volver su alma un caparazón impenetrable y alejar a todo ser que amenace sus defensas.
Se aíslan del resto para no formar lazos que puedan atarlos a este mundo, temen salir lastimados y huyen de los sentimientos y todo aquello que los haga sentirse a gusto y protegidos.
¿Por qué evaden las cosas buenas de este mundo?
La respuesta es una sola: Temen al dolor, no quieren salir lastimados.
Cuando prueban las comodidades del mundo, luego se les hace casi imposible volver a vivir sin ellas. Pues, con los sentimientos y el corazón sucede lo mismo. El dolor que sientes la mayoría de las veces es generado por pérdida, decepciones, ilusión vana, soledad... Y otros tantos sentimientos negativos que se va descubriendo a medida que vas sufriendo. Estos inician sin darse cuenta, luego van creciendo y terminan destruyéndolos.
Pensar que las personas que más necesitas y quieres son las que pueden destruirte por ser conocedoras de tu fragilidad... Por ser importantes para ti, son las que más poder poseen sobre uno y no siempre son conscientes de ello. Muchos toman los sentimientos como si fuera un simple trozo de papel y fuera fácil despedazar sin remordimiento alguno. Es probable que incluso nunca se hayan dado cuenta de lo que realmente tuvieron entre sus dedos.
En conclusión, no valoran lo que tienen hasta que ya es muy tarde y lo pierden. Otros se alejan de todo para no perder nada, ya que no corres el riesgo de perder algo que nunca has tenido.
Después de todo, las heridas del alma son las que jamás terminan de sanar y aunque lo hacen, siempre dejan cicatrices imposibles de borrar.
Camino con lentitud alrededor del cementerio y me siento frente a Ethan, continúo observándolo en silencio. El día aún está claro y no corro peligro estando de esta forma. Durante los últimos días no hemos dejado de venir al mismo lugar, el clima es frío y la nieve cubre los alrededores como un manto blanco y grueso. El cielo, más nublado y grisáceo que de costumbre, anuncia que su próxima nevada no está muy lejana. Ethan permanece sentado en el mismo lugar que siempre, erguido y sumergido en sus pensamientos. Sus facciones se mantienen estáticas y la expresión sombría no abandona sus ojos claros.
Cuando era humana vivía preguntándome por qué el plano celestial no intervenía en los destinos de aquellas almas desdichadas y atrapadas en la oscuridad. Con el tiempo me di cuenta que también existen limitaciones para nosotros, solo somos capaces de intervenir hasta donde se nos permite. Su libertad de tomar decisiones es tan inconveniente que terminamos perdiendo sus almas en el proceso. Los ángeles no somos creados para sacarlos de toda la jodida mierda en la que suelen involucrarse alrededor de sus vidas, ni la gracia de toda la humanidad podría cambiar las consecuencias que trazó Ethan.
Ustedes deciden, ustedes tienen la última palabra y gracias a eso son dueños de las consecuencias que amerita sus absurdos errores.
Los seres humanos se rehúsan aceptar aquello que demuestre que están equivocados, porque desean ser dueños de su destino y tener la palabra final. Cada vez que se dan cuenta que no pueden controlar el mundo con mentiras vanas y pensamientos evasivos, le lanzan sus últimas suplicas al cielo manteniendo la esperanza de que un milagro los salve mágicamente a último minuto.
Pues, les tengo noticias. "Si has vivido como la mierda, no esperes morir como algo diferente a lo que eres. Porque el hecho de que estés de esa manera es por tu propia elección, humano insensato".
Ethan es esa clase de humano. Él vivió ignorando mis advertencias, tuvo tantas oportunidades de renunciar a sus caminos pecaminosos y ahora está allí, sentado junto a la tumba de su hermana. Los últimos dos meses se la ha pasado viniendo aquí a pensar y luego termina dirigiéndose al mismo lugar de mala muerte que acostumbra a pisar para embriagarse hasta quedar inconsciente.
Que poco dura el arrepentimiento...
Siempre que me reclama por no haber salvado a su hermana —porque, claro que me lo reclama a mí, yo los protegía tanto a él como a su familia—, lanzando sus gritos al cielo, siento el impulso de soltarle la mierda que es y explicarle en que consiste mi trabajo y las limitaciones que me produce su maldito libre albedrío, ese del que tanto se vanagloria en su ignorancia de impío.
Ni si quiera en mi forma humana pude alterar el destino que él mismo trazó con sus descuidadas acciones. La niña no tenía la culpa de nada y fue utilizada por su adversario para hundirlo en el más profundo de los abismos.
¿Alguna vez han tenido el deseo de controlar el destino de alguien y cambiarlo para mejor?
Tal vez mis preguntas sean algo infantiles y soñadoras, pero siento la necesidad de permitirme ser de esta forma. En ocasiones desearía haber nacido en una familia que me diera aquello que siempre necesité, y aunque las emociones y esa increíble sensación de tener sentimientos y sensibilidad ante las cosas más leves me haga desear volver al pasado, luego caigo en cuenta que no tengo nada por lo que permitirme vivir y soportar el dolor.
No debo olvidar mi encomienda, no estoy aquí para desear nada, no tengo por qué preocuparme por sus sentimientos ni mucho menos su pasado. Puede que ahora sea un ángel y deba protegerlo, pero mi alma sigue siendo la de un humano egoísta que solo busca su salvación a costa de todo. Yo no permitiré que los sentimientos y las emociones pasajeras vuelvan a condenarme.
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Editado: 10.06.2020