Ángel [vancouver #1]

Capítulo 42. Regalos

LES DEJO OTRA NOTITA POR ACÁ:

RECUERDEN QUE MAÑANA HABRÁ OTRA RONDA DE 10 CAPÍTULO (LOS FINALES) Y PASADO MAÑANA SUBIRÉ LA SEGUNDA PARTE (PROLOGO + 4 CAPÍTULOS)

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Ángel.

— ¿Crees que le guste? Ya sabes... — pregunta Gwren mientras envuelve una caja junto con Olivia. Las miro, divertido, mientras ambas asisten varios regalos de Elena que Gwren le ha comprado.

— Estoy seguro de que si no le gusta tiene otros diez regalos que sí le gustarán — comento y vuelvo a mi teléfono. El señor Straling y el señor Beltrán siguen mandando e – mails sobre los avances de la obra en construcción. Suelto un suspiro, frustrado.

— Lo siento, es que... estoy nerviosa — comenta Gwren —. Es sólo que no sé cómo va a reaccionar, hace unas horas Vince me mandó un mensaje de que...

Alejo la mirada del teléfono instintivamente y la miro estupefacto.

— ¿Vince? — dejo el teléfono sobre el escritorio y me pongo de pie. Gwren luce adorable sentada en el sofá con unos shorts rosas y una camiseta de manga larga junto con una pañoleta en su cuello. Olivia y ella intercambian miradas, cómplices.

Gwren se pone de pie, aún con una cajita diminuta entre las manos. La miro, sospechoso; sin embargo, ella se limita a ir al comedor y recoger más papel regalo de la mesa y reunirse con Olivia.

Ambas están adorables en ropas de fin de semana y al parecer ambas se han puesto de acuerdo. Mientras Gwren luce unos adorables shorts, Olivia viste unas mayas de a rayas junto a una falda negra y camiseta de punto.

Miro a Olivia, tratando de conseguir respuestas. Ella se encoje de hombros y mira a Gwren. Ella, por su parte, sigue envolviendo regalos sin prestarme atención.

— ¿Gwren? ¿Olivia? — pregunto, inquisidor. Ambas se vuelven a mirar y después, desvían la mirada hacía mí. Veo los ojos grises de Olivia, ella se sonroja notablemente —. ¿Hay algo que quieran decirme?

Silencio.

Después...

— ¡Bien, de acuerdo! — chilla Olivia —. ¡Ayer Vince se quedó con Elena!

— ¡Olivia! — Gwren la mira en reprimenda y no la culpo, yo mismo sé los pequeños problemillas de discreción de Olivia "bajo presión" lo cual refiere a preguntar una sola vez para saber. No me hubiese sorprendido el que si hubiese preguntado a Olivia tiempo atrás sobre Gwren me hubiese contestado en un santiamén.

— ¡Lo siento, lo siento! ¡No lo pude evitar! — sonrío divertido, mientras tanto, mi musa pone los ojos en blanco. Miro a la sonrojada rubia y frunzo el ceño, inquisidor. Olivia suele ser un libro abierto en cuanto a información —. Te juro que no sé más Ángel — parpadeo, Olivia enrojece —. ¡No me mires así!

— Oh, cállate Anker — la morena suelta un agudo suspiro y con el dedo índice me indica que me acerque a ella. Estos últimos días juntos han sido fantásticos porque no sólo hemos pasado más tiempo cerca uno de otro sino que hemos aprendido a leernos a nosotros mismos. Al menos yo he intentado hacerlo.

Gwren camina hacía el pequeño comedor que contiene mi habitación, la verdad, me parece ridículo el tener un comedor, es decir, la mayor parte del tiempo los huéspedes se la pasan en el bar o en el "pequeño" balneario del hotel, ¿para qué querer habitaciones tan lujosas? Claro, para que imbéciles como yo despilfarremos nuestro dinero en habitaciones el doble, y de cuando en cuando el triple, de caras que la de una convencional. Creo que debo empezar a interesare por mis ingresos.

Gwren permanece callada, sentada en aquella silla de madera oscura que ha sido cubierta con asientos rojos. Sus ojos café me devoran entero mientras indica con una mano el que siete justo frente a ella. Acato su orden.

Ella parece esperar el momento adecuado o alguna señal de mi comportamiento debido a que después de unos segundos de estudiar la pantalla de su celular ella lo coloca justo frente a mí.

— ¿Qué quieres que haga con esto? — pregunto, mirándola.

— Lee.

Asiento con la cabeza y miro los mensajes que aparecen en la pantalla, después aquella fotografía de Elena, feliz, en algún café o tienda de antigüedades mientras sostiene su bolso con ímpetu y mira la pantalla. Siento algo en mi pecho acrecentarse, algo gozoso brotando de mi alma como si, de pronto, algo se hubiese liberado.

Oh, Elena.

Dejo de leer los mensajes (pese a que no he terminado) y entregando su teléfono a Gwren, saco el mío de mi bolsillo. Pulso la pantalla y entrando a los contactos presiono la opción de llamar en el suyo.

Me contesta al segundo tono.

— ¡Lo hiciste después de todo, imbécil! — comento divertido. Escucho un leve alboroto por la bocina pero no me importa, estoy contento y nadie puede negarlo incluso Gwren, que me mira con unos ojos llenos de diversión desde su lugar.

— ¿El qué, idiota? — la voz de Vince igual que la mía suena gozosa. Él sabe muy bien que ha logrado pero, como todo buen empresario, el reconocimiento es mejor que la mente hábil y humilde. ¡Qué ironía de la vida, Vince Samuels!

— No seas egocéntrico maldito idiota, ¡sabes bien qué! Oh, carajo, ahora mismo tengo unas jodidas ganas de besarte.

— Serás un jodido marica. Más vale que alejes tus asquerosos labios de mí o si no te voy a patear el culo. Hablo en serio, Ángel Vancouver — sé muy bien que no está hablando en serio y sé mejor aún que Vince Samuels me está timando. Hay un momento de silencio en la línea y tan sólo por un momento me permito sentirme avergonzado al ver los ojos acusadores de Gwren al notar mi altisonante vocabulario pero, claro, sólo es por un momento.

— Tú y yo sabemos Vince Samuels que serías incapaz de patear mi trasero debido a que este marica paga tu sueldo, ¿a qué no?

— Jodido millonario.

Ambos nos reímos.



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En el texto hay: amigos, drama, amor

Editado: 11.10.2020

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