Ángel [vancouver #1]

Capítulo 54. El caso Samuels

Elena.

— ¡No me la creo! ¡¿Por qué lo rechazaste, Elena?! — chilla Gwren con euforia lanzándome unos ojos culpables bajo sus gafas de media luna.

No debí haberle dicho, sé bien que ella estaría más que de acuerdo en el hecho de que Vince y yo llegáramos a algo más que simples palabras sobre sentimientos y me refiero exactamente al compromiso. A decir verdad, me siento bastante complacida con el hecho de que a alguien como Vince Samuels — alto, guapo, con una carismática y única personalidad al igual que con una alta probabilidad de ser un chico de cuento — pueda fijarse en alguien como yo. Nunca he dicho que soy fea o en lo mínimo atractivo — estoy bastante segura y tengo la certeza de que al menos a alguien debo dejar con la boca abierta al pasar por las calles con mis pantalones ajustados y camisas de botones que no hacen más que dejar el inicio de mis pechos al aire — o al menos, lo suficientemente interesante para gustar de alguien, sin embargo, Vince Samuels no estaba exactamente en mi pensamiento de hombre que iba a tener siquiera la molestia de mirarme.

Yo conocía a Vince de hace tiempo, Ángel lo había invitado a la casa algunas veces al igual que sus demás socios. Por ejemplo, al estúpido de Early; sin embargo, nunca antes me había fijado siquiera en su nombre. Para mí, los amigos de Ángel estaban de sobra, eran sólo rostros conocidos al aire y sin ninguna certeza de tener siquiera un poco de empatía entre ambos. Eso se lo dejaba a Sara.

Gwren desliza sus brazos sobre la sudaderas de la Universidad. Miro sus movimiento con atención, tratando de calmar las aguas con mi mirada perdida entre la nada. Ella no me deja ceder al lanzarme unos ojos de "más vale que me contestes, maldita".

— No me siento realmente apta para un compromiso — alego en mi defensa, ella pone los ojos en blanco.

— No te estoy hablando de casarte y tener hijo — suelta un suspiro y con ello me afirma el que me estoy portando exasperante. Vale, Vancouver, estás siendo un poco pesada —. A lo que me refiero es el que salgas con Vince, ya sabes...

— ¿No es lo que hago, ahora? Si es así estoy más que bien.

— No querida, no has entendido — sonríe con picaría y toma la limonada de la pequeña mesita que hemos puesto en medio de nuestras sillas de bronceado —. Vince quiere algo más que el tomarte la mano, está buscando, cómo decirlo, calentar las cosas.

Frunzo el ceño.

Debe de estar bromeando.

— Si por iniciar algo distinto con Vince te refieres a una relación sexo – seguro entonces paso — vuelvo a recostarme en la silla y levanto mies piernas que permanecen desnudas desde las rodillas hacía abajo. Escucho a Gwren bufar.

— A veces me pregunto si tus comentarios son por mera broma o en realidad quieres ponerte pesada.

Río fuertemente y miro el cielo. No hace exactamente calor como para tomar un buen bronceado casero mientras permanecemos en el balcón del tercer piso de mi casa pero al menos hace lo suficiente como para disfrutar de un buen días de amigas el cual, ya habíamos dejado por completo.

Vince y Ángel no son más que distracción — si lo tomamos de una forma egoísta y realista — mientras Gwren sale y se da sus buenos arrumacos con mi hermano — aún sigo sin acostumbrarme a la idea — yo salgo a hurtadillas de los ojos de todos con Vince. O al menos eso hacía antes de confesarle mi secreto a Gwren. Pensé que iba a burlare o al menos mirarme con mala cara al no haberle dicho que no sólo me gustaba Vince sino que tenía cierta... eh... atracción de todo tipo hacía él.

Aunque, pensándolo bien, hubiese preferido su mala cara que el sinfín de sermones y reproches del por qué no le dije que "sí" — un recíproco sí, en realidad, basado en un beso — cuando tuve la oportunidad.

— No hablemos de Vince Samuels — rompo el silencio y acomodo mis lentes de sol. Siento los pequeños rayos entrar en contacto con mi piel.

— Oh no, por supuesto que vamos a hablar de Vince Samuels — escucho la diversión en su voz. Oh, no, aquí vamos de nuevo... Me vas a contar cada uno de los detalles, perra mentirosa. Me dijiste que Vince era tú némesis y ahora estoy viendo la misma rencarnación de un amor aún más complicado que cualquier historia cliché que haya leído.

— Estás siendo paranoica.

— Es mi especialidad.

Una ardua espiración sale de mis labios como acto reflejo. Tomo asiento en la butaca, rompiendo mis tontos intentos por tomar el sol, mis pies descalzos tocan las baldosas que pese al poco sol que hace sigue estando frías. Gwren me mira, con una sonrisa en la cara al ver mi decisión.

Ni te lo creas, Rowell.

— Bien hablemos, seamos honestas. Las dos — asiente, satisfecha. Sonrío.

— Perfecto, por mí está más que bien.

— ¿En serio? — mis garras comienzan a salir —. ¿Entonces por qué no iniciamos hablando de ti y de Ángel?

— Me parece bien — dice, segura de sí misma —. ¿Qué quieres saber?

— Oh, bueno, ¿Por qué no me cuentas sobre si tú y Ángel ya lo hicieron? O si ya han estado apunto, ¿Ya pasó?

Sus mejillas se tornan rosadas abruptamente, después... un rojo intenso las tiñe. Quiero reírme ante su expresión, quiero burlarme de lo graciosa que luce pero no lo hago, estoy más que segura de que si Gwren me preguntara algo parecido estaría más roja de una manzana. Me pregunto un momento qué opinará ella de la forma en la que Vince interactuó con mi cuerpo ese día en mi casa. Aún recuerdo ese reclamo tan... sexy que salió de sus labios como respuesta a mi toque en su espalda. Fue algo inocente, apenas una ligera caricia entre sus omóplatos y espalda baja, sin embargo, eso fue suficiente para él. Fue suficiente para ambos.

— Bueno, yo... — su voz llena de vergüenza en ella me trae nuevamente a la realidad, olvidándome por completo del recuerdo de las caricias del rubio sobre mi piel —. ¡Eso es bastante personal, Elena!



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En el texto hay: amigos, drama, amor

Editado: 11.10.2020

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