ஜ۩۞ஜ El ángel caído y la traidora ஜ۞۩ஜ

Lilith.

Acto I-Parte 3

Estoy en un verdadero problema, por no decir otra cosa. ¿Será que hoy voy a morir? ¡Dios! Cuando dije que quería morir, era una broma. ¡Quiero regresar al cielo! Aunque eso ahora parece una misión imposible, pero si me haces este favor, prometo ir a misa todos los domingos.

—¿Lilith, estás bien? —escucho su voz preocupada. Vaya, este tipo se preocupa más por mi bienestar que todos los ángeles del cielo.

—Acabemos con esto de una buena vez —respondo con un tono resignado por mi situación actual.

—¿De qué estás hablando? —pregunto, evidentemente confundida. Lo siento, demonio misterioso, pero morir aún no está en mis planes.

Siento sus pasos acercándose, y en ese instante, mis dedos se aferran al polvo de la tierra. En un movimiento que de seguro se ve espectacular, lanzo un puñado de polvo directo a su cara. Él suelta un grito de sorpresa, y aprovecho la oportunidad para propinarle un golpe en alguna parte de su cuerpo (creo). Al arrastrarme por el suelo, emito un gemido doloroso, y siento un líquido tibio en mis palmas. ¡Oh genial, me he ensuciado las manos! Pero ese no es mi mayor problema porque tengo algo más importante por lo cual preocuparme: ponerme de pie. Sin embargo, esto resulta más patético que un mapache intentando bailar ballet.

A pesar de mi situación lamentable, logro oír una risa ahogada de ¿el demonio misterioso? ¿En serio? ¿Esto es lo que provoca mi intento por sobrevivir? Bueno, sé que este día soy un chiste andante, pero no es necesario confirmarlo.

Siento sus pasos acercándose, y en ese instante, mis dedos se aferran al polvo de la tierra. En un movimiento que de seguro se ve espectacular, lanzo un puñado de polvo directo a su cara. Él suelta un grito de sorpresa, y aprovecho la oportunidad para propinarle un golpe en alguna parte de su cuerpo (creo). Al arrastrarme por el suelo, emito un gemido doloroso, y siento un líquido tibio en mis palmas. ¡Oh genial, me he ensuciado las manos! Pero ese no es mi mayor problema porque tengo algo más importante por lo cual preocuparme: ponerme de pie. Sin embargo, esto resulta más patético que un mapache intentando bailar ballet.

A pesar de mi situación lamentable, logro oír una risa ahogada de ¿el demonio misterioso? ¿En serio? ¿Esto es lo que provoca mi intento por sobrevivir? Bueno, sé que este día soy un chiste andante, pero no es necesario confirmarlo.

Da igual, solo necesito huir de aquí, y como si por fin Dios escuchara mis plegarias, el dolor se disipa, así que aprovecho esta oportunidad para hacer lo único que he hecho en todo el día: correr de nuevo. En estas últimas horas, he hecho el ejercicio del año. Me iba a reír de mis pensamientos hasta que me percato de otras pisadas rápidas detrás mío. Jesús Cristo, ayúdame.

—Lilith, ¿acaso esa es tu manera de decir "gracias por salvarme la vida"? ¿Ya perdiste la cordura? —grita detrás de mí su voz lleva consigo un toque de incredulidad, y puedo imaginar su expresión de ceño fruncida. O ¿quieres jugar a los atrapados? —escucho cómo suelta una risa nasal.

Este ser demoníaco, aunque su aura es maligna, de hecho, esta no expresa nada como querer asesinar a una pobre muchacha que tuvo la desgracia de caer aquí, sus vibraciones son tranquilas y juguetonas, si quisiera acabar conmigo, lo habría hecho desde el minuto uno con el otro ángel psicópata.

—Siento decepcionarte, pero nunca he estado cuerda. Todavía puedo idear sin fin de ideas para meterme en problemas —respondo con sarcasmo, sabiendo que no puede ver la sonrisa irónica que se ha dibujado en mi rostro. Quién sabe, tal vez si le sigo la corriente, vea que soy una de las personas más simpáticas del mundo y me deje vivir.

Los sonidos de sus risas llenan el aire, y por un momento, la gravedad de la situación parece disiparse.

—Bien, al menos eso no ha cambiado —comenta con un tono divertido.

¿Eso no ha cambiado? ¿A qué se refiere? Ya nos conocíamos. Alto, espera un momento, él me ha estado llamando por mi nombre todo este tiempo, yo nunca se lo dije. Detengo mis pasos para pensar, pero siento como una mano me sujeta de la cintura, atrapándome en sus brazos.

—Te tengo, Lilith —susurra cerca de mi cara, y puedo sentir su respiración algo agitada.

Los latidos de mi corazón se aceleran por la cercanía de su voz, su cuerpo, sus manos y su todo. Aunque la situación es de lo más inusual, no puedo evitar sentir una extraña nostalgia o familiaridad con la situación y un poco de incomodidad. Bueno, podría ser por la adrenalina, pero no le quitemos el encanto a la escena.

—¿Qué piensas hacer ahora, pequeña fugitiva? —su aliento roza mi mejilla, y puedo imaginar esa sonrisa traviesa en su rostro, aunque yo nunca la he visto.

Mis labios se curvan en una sonrisa traviesa, a pesar de todo.

—No lo sé, necesito regresar al cielo. ¿Alguna idea? —pregunto, tratando de sonar despreocupada mientras sigo atrapada en su agarre, que se vuelve más fuerte como si no quisiera soltarme.

—Ni idea, solo sé cómo ser expulsado —responde con un tono divertido, acompañando su respuesta con un encogimiento de hombros que puedo sentir a través de su cuerpo —¿Por qué quieres regresar? Te tratan bien allá arriba. Digo, desde que yo me fui, no he querido regresar.

¿Por qué quiero regresar? No tengo ni la menor idea. En realidad, los seres celestiales no me tratan bien. Si vuelvo, nada cambiaría, seguiría oculta de los demás, con Miguel a mi lado por su sentimiento de culpa, porque no creo que él me cuide por otra razón. Y si hice algo malo, digo yo sé que cometí un pecado imperdonable, hasta el punto de ser maldecida, pero ¿qué hice? Nunca nadie me lo dijo, ni siquiera Miguel. En verdad, fui yo la que generó el pecado original, como dijo el imbécil de hace rato. Esto explicaría el gran odio que he recibido, pero ¿por qué en vez de expulsarme del cielo, me dejaron vivir allí, encerrada con todas las comodidades del mundo, solo con la ceguera?