El teléfono sonó por tercera vez aquella tarde, pero Peter no contestó. Miró el nombre en la pantalla, colgó, y volvió a dejarlo sobre la mesa. No quería hablar con nadie, no después de lo sucedido en el colegio.
¿Podría ser que de verdad estuviera volviéndose loco? ¿Habría heredado la demencia de algunos de sus antepasados?
Debía ser así porque...
¡¡¡Aquello era totalmente imposible!!!
Y es que en su mente no cabía semejante barbaridad. Lo ocurrido debía tener una explicación lógica. Todo tenía su explicación lógica... Quizás la reflexión de la luz del sol contra las ventanas, o alguna alucinación provocada por gases tóxicos lanzados por terroristas que querían derrocar al actual director, o...
¿¡Que demonios!?
Definitivamente tenía que dejar de jugar tantos videojuegos. Se sentía confundido, perdido. Ya ni sabía en que pensar. Todo fue tan rápido, pero a la vez tan claro, y conciso.
Alas, unas enormes alas blancas, que nadie mas parecía notar...
¿Quién rayos era aquella chica?
Ahora que se ponía a pensarlo, desde que ella llegó al colegio una semana atrás, no había hablado con nadie, ni siquiera con el profesor. Esquivaba a todos los que se le acercaban para conversar (y flirtear) e incluso ignoraba al señor Binns, quien era muy quisquilloso cuando preguntaba algo. Tampoco salía del aula a la hora del recreo, o se iba a su casa para el almuerzo, por el mediodía. ¿Podría ser muy tímida? ¿O esconder un gran secreto?... O ambas opciones...
Quizás...
—Peter cielo...
El golpe en la puerta resonó en toda la habitación. Peter se sentó en la cama y miro hacia allí:
—¿Que mamá? ¿Ya esta la cena?.— preguntó con hambre.
—No, pero tienes visitas. Martín te esta esperando abajo...
—No quiero hablar, dile que se vaya.
—Bien, le digo que suba...
—No, ¡mamá!... ¡¡¡Espera!!!...
Demasiado tarde. Segundos después Martín Thunderland se encontraba en la habitación, de pie frente a Peter, y con cara de pocos amigos.
—Se puede saber, señor Cronbach—dijo— ¿Por que te fuiste hoy de pronto, sin avisarme?
—Veras Martín...
—Y se puede saber...—le interrumpió— ¿Por que no atendidas a mis llamadas? hijo de la gran rata. Me he pasado la mañana entera preocupado... Preocupado y solo. Ni siquiera Rita ha querido acompañarme. ¿¡Sabes lo que he sufrido, vagabundeando por toda la escuela, sin compañía!? ¡No lo sabes...!
—Venga, Martín, para... Deja el teatro para cuando seas actor. Que tampoco es para tanto...
—No, pero he estado preocupado. Mira que irte así sin más...
Peter se mantuvo callado mirando al suelo.
—¿Pero que ocurrió, Pet...?— insistió Martín.— Dímelo, soy tu amigo...
—Es difícil de explicar... ¿Viste a la chica nueva?
—¿La misteriosa que siempre me ignora cuando intento hablar con ella y pedirle que sea mi novia? Si, ¿que tiene?...
—Bueno...creí...ver algo...algo extraño...
Peter no estaba seguro de si contarle a Martín. Hacia años que se conocían, pero por eso mismo tenía miedo de que el chico se burlara de sus ocurrencias. Al final, toda la tarde se la pasaron jugando Playstation, y el tema quedó olvidado muy pronto. Por lo menos para Martín, porque Peter desde aquel día no pudo sacar aquella imagen de su cabeza.
*Sin saberlo, el también se hundía en el infierno...*