Era una enorme puerta de madera la que estaba frente a él, Nick era lo único que recordaba, su nombre, estaba parado a mitad de las gradas y de la puerta salían dos monjas, lo veían y cuchicheaban entre ellas, le preguntaron entonces donde estaban sus padres a lo que el respondió que no sabía, se acercaron a él, preguntaron sobre de donde venía, tampoco pudo responder. Era como si eso fuera lo primero en el mundo, el lugar del génesis, entro al orfanato con las monjas, paso esa puerta de madera, seguido de una sala común con sillones rojos y una secretaria mal encarada.
Ese día fue el de su llegada, sin saber nada de sí mismo, solo recordando su nombre o parte de el. Cuando lo llevaron a su habitación vio a través de una ventana como a una niña le salían alas de la espalda y se empezaba a elevar en la habitación para luego caer y una de tantas monjas estaban adentro sosteniéndole las manos mientras se elevaba, pensó que enloquecía y vio hacia el frente, olvidando esa escena al instante. Su habitación era simple, una cama al fondo con una ventana con barrotes como el de una pricion, un baño privado en el que solo había una taza de inodoro y una regadera que no funcionaba, en la esquina un balde de agua con un plato flotando en el agua.
—Sabemos que no es mucho—dijo una de las hermanas viendo como el niño exploraba el nuevo entorno—por ahora esperemos que logres recordar algo, mientras tanto te cuidaremos.
Y así fue, Nick con ocho años se sentó en su cama y vio a través de la ventana con la espera de entender algo, llego vestido con un pantalón de tela negro, una camisa blanca y descalzo, su cabello largo lo suficiente para cubrirle media frente, y ahí estaba él, solo.
Paso un tiempo desde su llegada, Nick empezaba a convivir con los demás niños del orfanato, en especial con dos, Richar y Luis, los había conocido en la clase de nivelación en la que veían el nivel académico de los nuevos niños que llegaban, Richar se presentó confiado, para la sorpresa de Nick conto con toda calma el momento en que sus padres habían sido arrollados por un auto, los vio tirados en la calle muriendo, lo decía con tal frialdad que era inhumana, en cambio Luis lloro cuando recordó a sus padres y nunca pudo contar la historia de ellos. A la salida de ese día y rumbo a la habitación, los dos se acercaron a Nick, el primero en hablar fue naturalmente Richar, con esa confianza que pocos poseen, le pregunto por sus padres ya que Nick ni siquiera había abierto la boca en todo el día, a lo que Nick respondió que no recordaba, mientras tanto Luis con los ojos llorosos veía a Nick entonces le dijo.
—Ojalá yo no recordara.
Los meses pasaron y ya Nick ni recordaba con claridad el día en que había llegado, a lo largo del día se dedicaban a jugar bromas a los demás niños, en ocasiones las hermanas los descubrían, era castigados en sus habitaciones sin salir en todo el día, previniendo eso decidieron conseguir vasos, eso fue fácil, simplemente no los devolvieron a la hora del almuerzo, lo difícil era el hilo, para conseguirlo se tuvieron que unir para realizar la más grande hazaña de la historia, en la noche abrieron la puerta, los tres se encontraron en el patio que estaba rodeado de habitaciones, el edificio en si parecía de la colonia con esa clásica arquitectura y el jardín en el centro, empezaron a caminar hasta llegar a las habitaciones de las hermanas, abrieron la puerta y entraron, el pasillo era oscuro pero aun así podían ver la puerta, solo les interesaba una, la de la costurera, ella era la única que tenía hilo suficiente. Entraron, a duras penas abrieron la puerta sin hacer ruido, pero para su sorpresa la hermana no estaba dormida, estaba colgada, de las vigas del techo colgaba una cortina que terminaba enrollada en su cuello, a un lado había un banco de madera tirado y al otro lado una botella de vodka vacía. Richar, previendo lo que pasaría tapo la boca de Luis quien soltó un grito ahogado entre las manos de Richar, Nick en cambio se quedó petrificado viendo como ella se mecía como su cara blanca ahora era morada, como sus zapatos caían de sus pies.
Empezó a escuchar un llanto sofocado, vio hacia atrás, era Luis quien estaba tirado en el suelo llorando y Richar tenía tapada la boca de Luis, Luis un niño delgado de tez blanca y ojos café, lloraba casi, ante todo, por pánico quizá, pero esa vez era diferente, lloraba inconsolable con la vista fija en la hermana, Richar siendo el líder veía a Nick con desaprobación por mirar a Luis con desprecio era moreno de cabello negro y cuerpo fornido, vio a Nick y solo dijo.
—Sus padres se mataron delante de él.
Esa noche regresaron a duras penas a la habitación dejaron a Luis llorando en su habitación, mientras que cada uno regreso con la vista perdida a la cama, aun despiertos los tres escucharon como alguien grito, después el orfanato ya estaba despierto, nadie sabía que pasaba, ni uno de los niños excepto ellos tres.
A la mañana siguiente todos estaban en una ceremonia dándole la despedida a la costurera, según decían a todos, ella murió de causas naturales, pero no dejaban que nadie se acercara a la caja. Nick permaneció en silencio durante muchos días, ni siquiera hablo con Luis o Richar, al cabo de unos meses alguien nuevo llego al orfanato, no era un niño, era una mujer que traía consigo algo que a Nick le empezaría a gustar de inmediato, a cada uno de los niños se les fue asignada una lectura y a Nick le toco una clásica, “el principito” lo acogió y en las noches con una linterna lo leía bajo la sabana, la mujer regreso dos días después a hablar con las hermanas cuando Nick se acercó y le conto sobre el libro a lo que la mujer le pregunto si ya lo había terminado y Nick con toda certeza dijo que si, entonces la mujer dijo.