Anguil: Kurü Rengal (oscuridad Enterrada)

Revelaciones Enclaustradas

La figura sombría que había aparecido en el calabozo se materializó frente a M.R. Hauntcraft, revelando un preso encarcelado allí desde hacía más de 50 años. La sorpresa inundó el rostro del investigador mientras observaba al hombre de apariencia desgastada y mirada cansada.


—¿Quién eres? ¿Qué estás haciendo aquí después de todo este tiempo? —preguntó Hauntcraft, con la voz temblorosa.


El preso lanzó una mirada lúgubre y respondió con una voz entrecortada por el paso de los años: —Soy Samuel Gómez. Estoy atrapado en este lugar desde hace décadas. Y te diré algo, joven investigador, este pueblo oculta un secreto que no quieren que salga a la luz.

La curiosidad de Hauntcraft se intensificó mientras escuchaba atentamente las palabras del anciano. Se acercó a los barrotes de la celda, ansioso por escuchar la historia que Samuel tenía que contar.
Samuel continuó con una voz llena de amargura.


—Hace años, estaba a punto de casarme con la mujer que amaba. Pero en nuestra casa en Anguil sucedió algo oscuro y siniestro. Esa noche, mientras estaba fuera, mi esposa se quitó la vida. Cuando regresé, encontré su cuerpo sin vida y su rostro reflejando un terror indescriptible.


Hauntcraft quedó atónito ante la revelación de Samuel. La oscuridad y el misterio que envolvían Anguil se hacían cada vez más palpables. ¿Qué pudo haber llevado a la esposa de Samuel a tomar una decisión tan trágica si estaba a punto de vivir un evento de suma felicidad en su Vida? ¿Qué secretos acechaban en las sombras de esa casa?


—¿Y qué pasó después? —preguntó Hauntcraft con voz temblorosa, sintiendo que había más en la historia de Samuel.


Samuel soltó un suspiro y continuó.


—Cuando regresé a Anguil y descubrí el cuerpo de mi esposa, me embargó la angustia y el dolor. Pero antes de que pudiera reaccionar, la policía llegó a la escena. Me arrestaron y me acusaron del suicidio de mi esposa. Prometieron un juicio justo, pero todo resultó ser una farsa. Me han mantenido encerrado aquí, lejos del mundo exterior, negándome la justicia y la oportunidad de descubrir la verdad.

La indignación creció en Hauntcraft al escuchar la injusticia que Samuel había enfrentado. La historia de Anguil se estaba tejiendo con hilos oscuros y retorcidos. El investigador sabía que debía desentrañar la verdad y exponer los secretos que el pueblo se esforzaba por ocultar.
Esa noche Hautcraft y Samuel se fueron a dormir sumidos en sus pensamientos, mientras el peso de las revelaciones se aferraba a ellos. La intriga se intensificaba, y el deseo de Hauntcraft de desvelar los misterios de Anguil se fortalecía aún más.

Hauntcraft estaba inmerso en la impactante historia que Samuel Gómez le estaba revelando. El ambiente opresivo del calabozo añadía una capa de tensión al relato que se desenvolvía ante sus oídos.


—Mi esposa solía desaparecer todos los 30 de abril. Salía a cenar con sus amigas, pero yo siempre sospeché que había algo más detrás de esas salidas, creía que me era infiel. Un año, decidí seguirla en secreto. La vi dirigirse a las afueras del pueblo, por allá donde sólo se ven caldenes y olmos, ahí la vi encontrarse con un grupo de personas vestidas con túnicas negras y rojas —dijo Samuel en voz baja, como si el simple recuerdo le trajera miedo y angustia.

Hauntcraft se inclinó hacia adelante, deseoso de saber más. Las revelaciones eran cada vez más inquietantes y despertaban una curiosidad insaciable en el investigador.
Estaba a punto de decirle la ubicación exacta de esos encuentros, pero en ese momento el guardia de la celda interrumpió su conversación. Sin ninguna explicación, lo sacaron de la celda y no volvió a verlo.

Los días pasaron y Hauntcraft se encontraba aún recluido en el calabozo. La ausencia de Samuel alimentaba su intriga y generaba turbias ideas en su mente. ¿Dónde habrían llevado al antiguo prisionero? ¿Qué secretos más ocultaba Anguil y su sombrío pasado?
La soledad y el silencio del calabozo se volvieron aún más inquietantes mientras Hauntcraft reflexionaba sobre las revelaciones de Samuel. La verdad se estaba desvelando poco a poco, pero aún quedaban muchos enigmas por resolver. El investigador sabía que debía encontrar respuestas y liberarse de su confinamiento para desentrañar los oscuros secretos de Anguil.

¿Qué le habría sucedido a Samuel? ¿Qué secretos se ocultaban en las reuniones de las túnicas negras y rojas? La respuesta se acercaba cada vez más, y Hauntcraft estaba decidido a descubrir la verdad, sin importar las consecuencias.

Mientras continuaba absorto en sus pensamientos, el cargado de la comisaría se acercó para hablar con él . Hauntcraft aprovechó esta oportunidad, decidido a obtener respuestas y escapar de su encierro. El oficial se presentó como el Capitán Roberto Rojas, un hombre de mirada penetrante y aire misterioso.


—Señor Hauntcraft, ¿Qué es lo que busca exactamente en nuestro pequeño pueblo? —preguntó el Capitán Rojas con tono cauteloso.


Hauntcraft mantuvo la calma y respondió con determinación.


—Estoy aquí para descubrir la verdad oculta tras los misterios que envuelven a Anguil. He encontrado indicios de secretos oscuros y necesito respuestas.

El Capitán Rojas sonrió sutilmente, pero sus ojos permanecieron inexpresivos.


—Señor Hauntcraft, no debería entrometerse en asuntos que no le conciernen. Si quiere evitar problemas y mantener su seguridad, le sugiero que abandone el pueblo y deje de causar alboroto.


La incertidumbre se apoderó de Hauntcraft mientras observaba al enigmático oficial. ¿Qué era lo que el Capitán Rojas quería ocultar? ¿Por qué estaba tan decidido a mantener a Hauntcraft alejado de la verdad?

—No puedo simplemente dar marcha atrás y abandonar esta investigación. Hay algo podrido en Anguil, y no descansaré hasta descubrirlo —declaró Hauntcraft, resistiéndose a la intimidación.




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