Una vez que se escuchó la orden del gran cinera en aquel lugar se atendió a la caravana que descendió de la sierra casi como a dioses dotándolos de suministros y armas para continuar hacia el inminente destino del Cacique Mara, ahora de su lado un gran aliado, un experimentado guerrero que será de gran ayuda para el cacique.
Estando ya dentro de la espesa selva que comprendía el siguiente reto para la caravana un olor muy peculiar llamo la atención de la caravana un olor muy dulce y característico de un árbol típico de la zona llamado actualmente por los pobladores como ¡suspiro! el cual hace brotar de sus ramas un fruto dulce que llama la atención de los mamíferos de la zona al parecer nada peligrosos hasta que de pronto entre las malezas surge una sombra aterradora un pecarí taja tú con unas medidas desproporcionadas un imponente animal de casi 1.80 y de aproximadamente unos 900 kg increíbles espinas sobre su espalda y una ferocidad que solo era imaginada por los pobladores cercanos que escucharon de varios ataques de este feroz animal, algunos lo consideraban un dios que dominaba los alrededores encumbrados con la espesa maleza y la niebla nocturna al parecer estos animales sucumbían ante el llamativo olor dulce de la fruta que desprendía este árbol espinoso. Este encuentro era algo inusual un chamán que andaba en la caravana le dijo al cacique: es extraño ya debió despedazarnos y a la caravana con nosotros esto es una señal.
El animal se movió hacia el cacique con una apacible calma con su majestuoso tamaño casi sobrepasaba al cacique se acercó lento y con una reverencia bajo su cabeza para rendir tributo al hijo de la sierra casi como una bendicion un destello de luz sobre el cacique, solo fue un momento luego desapareció entre la maleza solo su silueta se dejo ver hasta el final de la tarde entre el bosque tupido aledaño a la sabana.