La familia Rose tenía una traicion bastante peculiar. Todos los domingos sin falta iban hacia el pequeño restaurante llamado "La casa de Beth", el pequeño local había sido fundado por una pareja de esposos que ahora eran ancianos, era un lugar tranquilo y armonioso donde servían los mejores panqueques que pudieras probar.
Alice y su familia siempre iba ahí a desayunar ese día, era una tradición que había perdurado tanto tiempo que incluso fueron nombrados "clientes del año" todos los años que Alice había existido. Eran tan puntuales que la pareja de ancianos siempre sonreía al verlos y regalaban a la niña una taza de chocolate caliente para que acompañara su desayuno. Ese domingo la tradición se rompió.
Las pequeñas bandas de delincuentes juveniles que entraban a escondidas al parque Astromelia salieron corrierondo el sábado por la noche al encontrar un horrible hallazgo. Estuvieron toda la noche fuera del parque decidiendo que hacer, finalmente en la madrugada llamaron a la policia para reportar y explicar lo que vieron. El cuerpo de Alice había sido encontrado en el pequeño basurero del barranco.
La noticia desgarro a la madre quien gritó tan fuerte que todos escucharon como agonizaba por la muerte de su hija. Había llegado arrastrándose hasta la casa de Doll en busca del consuelo de Nadeline. Doll había visto con sus propios ojos los llantos incontrolables de la mujer sin saber que iba a decirle a su esposo que llegaba ese día después de un viaje de negocios.
Estaba desecha aferrándose a Nadeline pidiendo que le dijera que todo era mentira, que su preciada hija seguía viva. La mujer hizo su mejor esfuerzo por calmarla, por decirle que todo estaría bien, pero ¿como iba a hacerlo? ¿Como consuelas a alguien a quien su hija acaba de ser asesinada?. Nadeline no lo sabía y Doll mucho menos, por eso se escondió entre las sombras para observar a las dos mujeres abrazadas, algún día ella también tendría que consolar a alguien en esas situaciones, debía estar preparada.
Nadeline mantenía en brazos a la señora Rose mientras acariciaba su cabello lentamente, la contraria tenía enterrada la cabeza en el hombro de su amiga mientras sollozaba. Nadeline escuchaba atentamente los balbuceos de la mujer y en ocasiones repetía la misma frase en voz baja: todo estará bien. Doll las vio atentamente.
Llegó la tarde y la señora Rose aún sin consuelo seguía llorando en su casa, así que Doll decidió dejarlas solas, salió de su casa agarrando su chamarra. El cielo estaba muy nublado y el viento soplaba fuerte, al igual que el día en que visitaron a Victoria en el cementerio.
No sabía dónde ir, deseaba ver el cuerpo de Alice abandonado rodeado por los policías, quería verlo, deseaba verla una última vez. Suspiro decepcionada al recordar que nunca podría hacerlo. Tenía que encontrar otra víctima pronto.
Quería matar otra vez, pero primero debía quedar impugne en ese crimen. El principal problema eran las sospechas de su madre, antes de que llegara la señora Rose le había dicho que en la noche le había estado llamando durante un rato y ella nunca contesto. Cuando le pregunto el por qué no supo como responder. ¿Que iba a hacer si incluso su propia madre sospechaba de ella?.
Podía matarla. Esa idea cruzó por su mente como un pensamiento fugaz, pero cada vez hacia mas eco en su cabeza. Podía matar a Nadeline, ¿por que no?. Doll mato a Alice y quería más víctimas como ella porque le pareció linda, ella mataría a niñas lindas y hermosas. Su madre no era una niña, pero un obstáculo para que siguiera matando, Nadeline podría impedir que poseyera el miedo de esas niñas; podría impedir que les arrebatara la vida.
Miro sus manos, el miedo de sus víctimas le encantaba, el poder la extasiaba. Su madre siempre la obligó a hacer cosas que no quería. Sería bueno demostrarle quien era la que tenía poder ahora, mostrarle que ella era quien tenía el control. Aquel miedo en los ojos de su madre quería verlo de nuevo, aquellos ojos cristalizados que vio por primera vez cuando descubrió los libros que leía, deseaba verla nuevamente en esa situación. Quería verla con miedo.
El claxon de un auto sonó y sacó a Doll de sus pensamientos, estaba en medio de la calle y se hizo a un lado de inmediato al ver que estorbaba a un auto que iba a cruza. Empezó a jadear y sacudió la cabeza, puso las manos sobre la misma tratando de calmarse. No, no podía matar a su madre, sería demasiado obvio. Empezó a inhalar y a exhalar lentamente cuatro veces hasta recuperar la compostura.
Camino sin rumbo por las calles antes de ver al auto de antes regresar, era un auto de policía y se empezó a acercar a ella. Doll lo miro de reojo y decidió ignorarlo, pero no le funcionó, el auto se estacionó a su lado y bajaron dos policías poniéndose en frente de cerrándole el paso.
Doll alzó la vista viéndolos a los ojos, ¿por que se acercaban a ella? no había forma en que sospecharan tan rápido, era imposible.
—Hola—saludó el primer policía—. Tu eres la niña Campbell, ¿verdad?. "Doll" me parece—preguntó el.