Anomia: pequeñas asesinas

Capítulo 19- Reencuentro

La dulce melodía resonaba en toda la habitación, una canción llena de tristeza y dolor. Julieta sostenía el arco del violonchelo mientras lo pasaba por las cuerdas y movía sus dedos con gracia de una posición a otra. Mantenía los ojos cerrados dejándose llevar por la canción que tocaba y la cual se había aprendido de memoria hacia ya mucho tiempo. 

Emily Alexander, sentada enfrente de ella, la observaba en silencio manteniéndose quieta sin apartar la mirada de las habilidosas manos de la violonchelista. Emily se veía cansada, tenía ojeras profundas en sus ojos y estaba pálida. 

Habían pasado unos días desde la desaparición de Jonathan, nadie tenía idea de su paradero. Pero todos buscaban al joven chico sin encontrar ningún rastro. Lo único que sabían era que le había dicho a su hermana menor que iba a ir con unos amigos, pero ninguno de sus amigos sabía nada de él desde que termino la escuela el mismo día que desapareció.

Todo había estado extraño esos días. Emily bajo la cabeza un poco, cerró los ojos un momento, Julieta estaba deprimida y se la pasaba tocando en el violonchelo con la esperanza de que su hermano desaparecido pudiera encontrar el camino a casa al oír su música. 

Julieta paro de tocar y abrió los ojos. Emily empezó a aplaudir.

—Fue hermoso—concedió Emily.

—¿De verdad te gusto? Me alegro—admitió—. Esta melodía... Me la enseño Jonathan, le encantaba oírme tocar.

Julieta bajo la cabeza, Emily desvío la mirada.

—Es muy hermoso—repitió.

—Para nada—dijo Julieta soltando una pequeña sonrisa—. Jamás podría igualarte, tú me inspiraste a tocar. Aquella vez en la presentación de la escuela te veías como un ángel, tocabas con gracia y elegancia ¿lo recuerdas? Me hiciste querer seguirte. ¿Por que lo dejaste?

—No lo se. Muchas cosas pasaron, así que lo deje en el pasado. Se siente como si hubiera pasado mucho tiempo, como si fuera tan lejano que apenas puedo recordarlo—murmuró Emily con ojos vacío.

La violonchelista la miro.

—Fue hace dos años—le recordó.

Emily miraba hacia la pared, como si pudiera ver los recuerdos de aquel tiempo lejano. Aquel tiempo, hace dos años, Emily se dedicaba a la música, en la escuela y su familia (menos su madre) le gustaban oírla tocar. Decían que tenía manos mágicas pero dejó de tocar y se deshizo de su instrumento principal, ella tocaba el violonchelo, pero no era su instrumento principal ni el que le gustaba más.

Aún podía recordar la sensación de las cuerdas fluyendo entre sus dedos, en ocasiones tocaba imaginariamente aquel instrumento que tanto había amado anhelando tocarlo una vez más.

—¿Por que no tocas?—la invitó Julieta—. Por favor, toca. 

Se movió dejando ver detrás de ella un arpa dorada perteneciente a su difunto padre. Emily la miro, sus ojos se le cristalizaron. Bajo la cabeza apretando la mandíbula.

—No... Aún no es momento—indicó—. Tocare para ti en alguna otra ocasión—prometió. Julieta sonrió encantada—. Aún habiendo dicho eso... Me sorprende que me invitaras... Yo... Pensé que...

Julieta la miro, luego sonrió con ternura viéndola a los ojos.

—Yo nunca creí en aquel chisme. Creo que eres una buena persona, Jonathan también lo creía—dijo sin dejar de sonreír—. No eres ese tipo de persona. 

Emily la miro, bajo la mirada apretando los puños y la mandíbula conteniendo las lágrimas. Aquel horrible rumor de ella... Todos lo creyeron sin pensarlo, aquella gente que decía ser sus amigos le habían dado la espalda por un estupido rumor que alguien corrió de ella.

Tenía sospechas de quien fue, pero no podía ser: por que eran amigas. Así es, no pudo haber soltado aquel rumor por que eran y son amigas. Ella prometió cuidarla y protegerla.

Alzó la mirada viendo hacia el techo mientras sus ojos se nublaban por las lágrimas que se negaba a derramar. 

 

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Después de enterrar el cadaver del chico, Doll ni Elizabeth habían vuelto a la casa abandonada y desconocían si Noah se había ido o si se lo habían comido las ratas, en cualquiera de los dos casos no les importaba.

La policía dejo de ver a Doll como sospechosa, después de todo, ellos habían tenido cuidado de no decir nada acerca de quién les dio la información del caso de Alice (que Jonathan había visto como Doll y Alice hablaban), no tenía caso que Doll lo matara. Aparte, ¿cómo alguien como Doll podría hacer daño a alguien?

Julieta, sin su hermano que la advirtiera o que la cuidara no era nadie. Debido a que su hermano desapareció quedó vulnerable a todos y ganó una pequeña depresión. La primera en consolarla fue Doll quien hablo con ella respecto al tema ganándose la confianza de Julieta quién lloró en su hombro todo el recreo. Ya ganada la confianza de Julieta tanto Elizabeth como Doll podían empezar a planear cómo matarla.



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En el texto hay: asesinatos, muerte y sangre, jovenes asesinos

Editado: 22.07.2020

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