Anomia: pequeñas asesinas

Capítulo 41- Mi juego

Camino hasta la casa de su socia para seguir investigando, en los sueños de Doll aún podía ver al pequeño mentiroso colgado de muñecas con la corona de flores rojas adornando su cabeza como un ángel diabólico.

Recordaba con perfección el maquillaje hecho con su propia sangre pintándole el rostro y las uñas de una forma magnífica.

Aquella imagen era la más preciosa que tenía en la mente.

Había creído que sus víctimas eran hermosas solo por morir en un lugar hermoso. Se había equivocado.

Aquel ángel muerto le demostraba que la belleza que ella creía era una burla en comparación a aquella obra de arte.

Tan hermoso.

Tan delicado.

Tan mortal.  

Lo único que arruinaba aquella belleza era saber que el autor aún no había sido descubierto. La pequeña asesina tenía mil ideas pero cada una le parecía menos probable que la anterior.

Al llegar a la casa de su socia, Doll toco el timbre un par de veces sin recibir respuesta y cuando toco la puerta esta se abrió con un chirrido. Había estado semi abierta, como si alguien hubiera salido con prisa y se le hubiera olvidado cerrarla completamente.

—¿Hola, hay alguien?—preguntó—. Voy a entrar, por favor no disparen.

Entró a la casa escuchando sólo el sonido lejano de las personas y los pájaros. No había nadie.

Subió hasta el cuarto de Elizabeth, hacia mucho tiempo que no lo visitaba pues siempre permanecían en la sala o en el estudio.

Abrió la puerta y al entrar se quedó congelada en el lugar.

Las paredes, el techo, las puertas del armario e incluso la ventana estaban llenas de papel de dibujo ilustrando a la misma persona: Emily.

En los retratos, hechos con lápiz, se mostraba a su amiga de diferentes ángulos y con diferentes expresiones. La técnica era impresionante, los detalles eran casi terroríficos de lo bien que estaban hechos.

Doll, confundida y asustada, entró en la habitación observando todos los retratos de su amiga. En la mayoría salía con expresión seria viendo para algún lugar fuera del dibujo, como si Elizabeth la hubiera estado viendo de lejos mientras dibujaba aquello.

Sobre la cama de su socia habían varios libros abiertos acerca de anatomía del cuerpo humano de un niño. Habían varias anotaciones en ellos y también había libros de fisiología del cuerpo de un niño, incluso un libro de medicina forense.

¿Que era aquello? Era como la habitación de una loca.

Debajo de la cama vislumbró una hielera y aún sabiendo que no encontraría nada bueno, la abrió.

Dentro habían varios frascos de vidrio con pedazos de carne reposando en un líquido extraño. Algunos pedazos de carne lucían más podridos que otros. Era asqueroso y no quería imaginarse por que tenía eso.

Retrocedió hasta chocar con la puerta escuchando un sonido peculiar, frunciendo el ceño vio detrás de la puerta y su aliento se congeló.

Había más retratos de Emily pero esta vez eran más perturbares. En la mayoría tenia los ojos cerrados y en los que no, sus ojos eran vacíos y sin vida. Sus manos se podían ver entrelazadas encima de su pecho. En esas ilustraciones su amiga estaba muerta con una expresión llena de paz la cual conocía muy bien.

Había más dibujos que eran bocetos acerca de Elizabeth asesinando a alguien, no se podía distinguir la victima pero Doll sabía que era Emily.

En el dibujo de en medio, el más perturbador, se podía distinguir a la que parecía ser Elizabeth sujetando a Emily en brazos la cual reposaba en ellos tiesa y muerta con la ropa manchada de color rojo.

Tenía la fecha de ese día grabada en la parte de arriba, debido a que ningún otro dibujo poseía fecha, sospecho lo peor.

Su estómago se revolvió de tan solo pensarlo.

Salió corriendo de la casa en dirección en donde Emily vivía pidiendo en silencio que estuviera en su casa para cuando llegara.

Se estrelló contra la puerta y empezó a tocar el timbre de manera frenética. La puerta la abrió una mujer la cual la edad ya había empezado a alcanzar.

—Doll, ¿pasa algo malo? Te vez...

—¡Necesito ver a Emily! ¡¿Donde esta?!—interrumpió casi gritando.

La mujer, madre de su amiga, la miró con el ceño fruncido.

—Es un momento difícil para la familia, ¿sabes? No creo que...

—Por favor, solo quiero verla—pidió.

—Es realidad, acabó de llegar del trabajo. Creo que está en su cuarto—admitió cediéndole el paso.

Doll entró corriendo en dirección donde sabía que era el cuarto de su amiga. Corrió escaleras arriba y se resbaló en el pasillo antes de casi derribar la puerta de la habitación.

El viento le pegó en la cara y un olor pútrido invadió su nariz.

Aquel era el cuarto de Emily, pero... No era como lo recordaba.

Todo estaba destruido, los libros que antes estaban cuidadosamente colocados en el librero estaban dispersos en el suelo, incluso rotos; varios peluches y juguetes se encontraban dispersados en el suelo, los peluches mostraban signos de que habían sido "apuñalados"; la ventana estaba completamente abierta dejando entrar el viento de la calle lo cual hacía que todas las hojas dispersas en la habitación volaran por la misma.



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En el texto hay: asesinatos, muerte y sangre, jovenes asesinos

Editado: 22.07.2020

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