Another heaven (otro cielo)

1.

En la Sala Azul, específicamente la oficina de reuniones, Jayden estaba de pie frente a su lugar en el extremo de la gran mesa rectangular de cristal vestido con su uniforme negro y morado oscuro, llevando el cabello suelto. Una pantalla estaba detrás del comandante mostrando un mapa con la ubicación dicha por el regente, así como algunos datos referentes a la zona.

Todos estaban ahí. Su equipo, los mejores soldados de Heavenly. Su hermano Marcus Kaczmarek, la sargento Sofía Eaton, la doctora Zaree Rage, la joven Toraint Delunay, el altivo Ray Reyes, y el despistado Kyle Aryan. Seleccionados por el mismo Jayden y entrenados bajo los más rigurosos estándares. Toraint era la más joven de todos, con tan sólo dieciocho años era la nueva recluta de esa selectiva élite pero las nuevas reformas marcaban que cualquiera con las aptitudes necesarias o sobresalientes era apto para enlistarse en el ejército a partir de los diecisiete.

Y como todo reino iluminado por el sol, Ciudad Capital tenía un resquicio oscuro que no querían que se descubriera. Nadie sabía a ciencia cierta por qué existía un ejército en funciones si se suponía que eran tiempos de paz. Pero Heavenly se encargaba de asuntos extraoficiales que mantenían a Ciudad Capital en la cúspide...

 

—Buenos días, soldados. Como ustedes ya saben tenemos que viajar a otro Punto Muerto, no podemos permanecer mucho tiempo en esos lugares debido a los altos niveles de contaminantes así que seremos rápidos y precisos.

Los Puntos Muertos eran zonas fuera de la jurisdicción de Ciudad Capital, y peor aún, algunas rodeadas de densas nubes de gases venenosos capaces de matar en cuestión de segundos. Se creía que dentro de esas zonas habitaban rebeldes y mercenarios que buscaban asesinar a cualquiera que no perteneciera a ellos, todos los pueblos y pequeñas ciudades aledañas a un Punto Muerto constantemente requerían reconstruirse tras los estragos que causaban o incluso ya no era posible arreglarlas. Miles morían y los únicos culpables eran los sanguinarios de esos lugares olvidados. Pero nadie que viviera bajo el régimen de Darrius tenía conocimiento preciso de lo que sucedía en esos Puntos. En los noticieros aparecían esporádicamente y siempre era para anunciar la victoria de Heavenly sobre los rebeldes. Sin embargo, siempre que se mencionaba al ejército lo hacían en general, el equipo de Jayden no existía, eran fantasmas actuando por debajo de la mesa.

—La misión es simple. Una baliza de rescate nos lleva a un poblado a la entrada del antiguo puerto de Royal Bay. Hay que rescatar la caja negra del dron derribado y volver a la Sala Azul para examinarla. Entraremos, aseguraremos la zona y luego de recuperar la caja minaremos el lugar.

—¿Tenemos datos de inteligencia? Telemetría debe haber cartografiado la zona —interrumpió Ray.

—Negativo. Es una ubicación nueva, los satélites de inteligencia lo habían pasado por alto hasta el incidente y debido al poco tiempo que ha pasado desde la activación de la baliza no tenemos datos a excepción de un mapeo bastante básico.

—¿Tiempo aproximado hasta el Punto Muerto? —preguntó Sofía.

—Tres horas. El regente nos autorizó usar la nave más veloz de Ciudad Capital.

—Comandante, es muy peligroso adentrarse a una zona inexplorada sin saber a qué nos exponemos.

—Tranquila, muchacha —dijo Jayden restándole importancia a la angustia de Toraint —. ¿Cuándo nos ha importado el peligro?

Los soldados rieron, tenía razón.

—Acabemos rápido con esto. Se supone que el regente nos ordenó partir a las quinientas pero ya saben lo que digo: “Entre más pronto lleguemos más pronto nos vamos”. Equipo Ultramar, oficialmente no existimos.

—¡Pero la gloria de nuestras acciones erigirá monumentos!

Las voces a coro del equipo Ultramar llenaron la sala con vibrar heróico. Rápidamente se pusieron en marcha hacia los hangares para tomar la Cruzatormentas (una nave de guerra usada para transporte de tropas y armamento ligero, extremadamente rápida y silenciosa) y exactamente a las dos de la mañana despegaron con el aire gélido y las luces artificiales de la ciudad perdiéndose en la espesura de la neblina, cada vez más pequeña debido a la distancia.

 

◆◇◆◇

 

PoV Jayden

¿Mariposas en el estómago? Una puta manada de alces fue lo que sentí en todo el trayecto de Ciudad capital a Punto Muerto 74, porque era el septuagésimo cuarto que encontrábamos, ahora en la costa Este. Había tantos de esos bastardos que pululaban por todos los continentes que resultaba difícil para mi equipo limpiar cada zona. Yo nunca salí del continente, me centré en limpiar el país de cabo a rabo, aunque sí coordiné desde la Sala Azul varias misiones contra los puntos muertos de otros países. Siempre esperándonos con todo su arsenal apuntando a nuestros cráneos. Pero no podía culparlos, el terror que causaba Heavenly era justificación razonable para su manera de aferrarse a la vida e incluso resultaba irónico para el nombre del ejército, ¿o no? De todos modos sus bases siempre terminaban reducidas a basureros. Nadie frenaba al equipo Ultramar.

Nadie.

Pero seguía sin encontrar explicación para la sensación que me carcomía conforme nos acercábamos. En cada misión yo ponía el orden y justamente en ese viaje estaba al borde de paniquear como un niño pequeño que le teme a enfrentar al chico que lo acosa en el colegio. Siempre me había preguntado cómo serían esos Puntos Muertos sin esos bandidos anárquicos, sin nubes de gas venenoso. ¿Serían pueblecillos? ¿Bases militares viejas? ¿Laboratorios con experimentos espeluznantes? Incluso llegué a imaginar que tenían ovnis. Fuera lo que fuera, mi mente no dejaba de crear escenarios terroríficos en los que algo fatal terminaba ocurriéndonos a todos. No sabía qué tenían oculto ahí, Darrius nos pedía regresar antes de que pudiera echar un vistazo con más detenimiento. Al final divagué tanto que me asusté yo solo. Creo que eso explica a los alces bailando su danza satánica en mi estómago. Era una sensación un tanto vaga, un presentimiento.



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En el texto hay: aventura, lgbtq, futuro distpico

Editado: 31.01.2020

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