Capítulo 5 | Un gran anuncio
1
Me alejé considerablemente del refugio.
─Increíble
Un gran muro lo rodea todo.
A pesar de haberlo visto antes, nunca pude detenerme a observarlo tranquilamente.
Podría creer que se aproxima a la altura que tiene el castillo de Ballery, el cual se puede apreciar a lo lejos.
Tal vez hay algún acceso hasta arriba, pero tampoco pensaría en saltar, una caída desde esa distancia aseguraría huesos rotos. Además, tardaría demasiado al usar una cuerda, lo descubrirían al instante.
—No es una opción muy válida... ¿Hm?
Mientras caminaba, me encontré con un espejo enorme. Al fijarme en él, me tomé una gran sorpresa.
—Mi cabello...
Al perecer tiene un tono de color diferente, muy similar al de aquella persona persistente.
¿Esto será obra de...?
No tendría sentido. ¿Quién me hizo esto?
En fin. Hora de centrarse en la búsqueda.
Si quisiera pasar desapercibido, podría optar por dirigirse hacia el centro de la ciudad. Suele ser un sitio atiborrado.
Mis pasos eran guiados por señales y letreros. Observé a muy poca gente en el transcurso.
Algunos mostraban angustia, y otros solo vivían su día normal.
Los puestos de comida me hacían imaginar la suerte que tienen los clientes al poder disfrutar de una botana o incluso de platillo lujoso.
Me pregunto qué tipo de economía manejarán.
Me acerqué a una carretilla de sándwiches en movimiento. El dueño parecía malhumorado.
—¿Cuánto por uno?
—Hm... ¿Uno? Salen dos por persona.
—Está bien. ¿Cuánto sería eso?
—Nada... Los vendí todos.
—... ¿Y esos de allí? —Señalé hacia una docena impecable.
—¿Hm...? Es mi almuerzo...
—Eh- ... Entiendo.
Tenía una contextura corporal descuidada. Seguramente no mentía.
No conseguí información.
Probaré con otro comerciante.
—¿Ese sombrero está a la venta?
Un larga selección de cobertores estaba a la vuelta de la esquina.
—Son muestras.
Esta vez, la dueña de la tienda ni me observó. Limitó su habla a limar esas uñas rosas.
Noto un gran desempeño en su trabajo.
Decidí pasar de ello.
Faltaba poco para llegar. Aunque di cortos recesos no pude encontrar a Gark.
Unos guardias pasaron frente a mi. Estaban platicando sobre trivialidades, así que comenzé a escuchar sin querer.
—¿Lo notaste? Fue cortante conmigo... ¡Me quiero morir!
—Dale su espacio, quizás quiera un poco de privacidad y solo la estás molestando.
—Eso es lo mismo que ser un estorbo. MUCHAS GRACIAS.
—Oye... No quise decir eso.
Si. Quiso decirlo. Se está riendo ahora mismo a escondidas.
Unos niños jugaban con balones de cuero, una de ellas rebotó hasta un letrero que indicaba mi destino.
«CENTRAL COMERCIAL / BIENVENI---»
La parte final del texto era ilegible.
—... Ahora que lo pienso. Será más complicado hallarlo.
Me introduje entre la multitud. Lo primero que llamó mi atención fue una estatua enorme.
Tengo derecho a permanecer en silencio. Solo debo evitar el contacto visual sin levantar sospechas.
—No... ¡Suéltame! ¡Jake, no!
—Vamos. Solo tomará un minuto. Ve a disculparte. ¡Ay-!
Una pequeña discusión provocaba que los transeúntes rodeen a esa extraña pareja.
—Ay ay ay... Siempre yo, lidiando con la reina del hielo.
—Hm. Ese hombre no es mi amigo. Déjame en paz.
—En serio eres malévola... Solo te invitó una bebida y le respondiste con un «JA. No me interesa.»
—¿Viste su rostro? ¡Jajajajaja! Inolvidable.
—Dios... No debí dejarte sola ni un segundo, Maki.
...
Así que esta era la realidad de los hechos.
Me imagino la cara del tipo al enterarse que ella tenía novio.
Quizás hubiera ocurrido un desenlace distinto.
Si, seguro ni se hubiera acercado a recibir el rechazo.
Más adelante, observé a paladines maniobrando con aquella soga que Ballery utilizó para atraparme.
Intentaban realizar alguna clase de remolino en el aire, pero solo terminaron enredando su material entre sí.
Me acerqué un momento a escondidas.
Uno de ellos sacó un frasco que contenía una sustancia roja y espesa.
Al dejarla caer en el enredadera las sogas se soltaron por arte de magia.
—Vaya...
—Ouh... ¡Ouh!
—¿...?
Un tipo raro se acercó. Tenía en su posesión una pequeña canasta con fruta.
—Holaaaa amigo. ¿No quisieras unas Manzenes...?
—... ¿Unas qué?
—Vaaamos, te las dejo a un precio exquisito. —Extendió su mano para contar. —5 piezas de plata. Toma o déjalo.
—Yo... Ese aroma. ¿Está ebrio?
Olía a alcohol, su aliento es tan fuerte que muchas personas se espantaron.
Tal vez ese cesto sea su merienda, también tiene rasgos indigentes.
Contacté con uno de los guardias que se había alejado de su grupo.
—Oiga. Llévese al sujeto a un lugar seguro. Observé que alguien lo estaba siguiendo antes.
—¿Q- qué? ... ¡Aaah! ¡Si! No te preocupes, yo me encargo.
—Oye, olvidaste tú...
Soga.
Habían músicos que empezaron un show colectivo, el ruido impidió que me oiga.
...
La gente es muy descuidada.
Seguí con mi camino hasta encontrarme con la estatua gigante en medio de la comunidad.
—Miren que vista...
Es más brillante de lo que imaginé. Tiene un color plateado muy llamativo.
Al parecer hace homenaje a dos individuos con las mismas características físicas. Podrían tratarse de gemelos.