Ante los ojos de los dioses

Capítulo 3

El alba asomó lentamente sus rayos a través de la casa de Adara iluminando la figura que se movía con destreza, pero tranquilidad, por la cocina. Estaba despierta desde hace poco más de una hora como ya era costumbre y preparaba algunos manjares para que sus nietos disfrutaran en el desayuno, así como también comenzaba a preparar buena parte de él.

Ayer habían pasado muchas cosas, pero al final como cada noche, durmió con tranquilidad al igual que una gran felicidad al saber que todos sus niños estaban con ella al mismo tiempo. Sin embargo, había algo que la preocupaba y eso era la discordia tan evidente entre Adrienna y Ares, ante este pensamiento la mujer no pudo evitar soltar un suspiro, y ella que al principio pensó que al contrario se iban a llevar muy bien por sus personalidades tan similares…

—Bueno días, abuela —Un murmullo adormilado la sacó de sus pensamientos y mientras se secaba las manos en su delantal vio con ternura a su nieto mayor, quien en esos momentos parecía tan solo un niño parado ahí tan despeinado y con los ojos entrecerrados portando solamente un pantalón suelto.

—Buenos días, cariño. ¿Dormiste bien? —inquirió Adara mientras se acercaba y le daba un beso en la mejilla.

—Si, abuela —respondió Ares con una pequeña sonrisa. “Muy bien, diría yo”.

— ¿Y eso que te levantaste tan temprano? —preguntó para girarse y continuar preparando la comida.

—No lo sé, simplemente no pude dormir más.

—Mmm, y de seguro esa chica no te dejo dormir tampoco mucho que digamos ¿o no? —dijo la rubia lanzándole una mirada sugerente a su nieto provocando que las mejillas del hombre se tiñeran suavemente de rosa por increíble que pareciera.

— ¡Abuela!

—Por favor hijo, mis años no son por nada. Aunque todavía me pregunto qué haces con una chica tan tranquila, siempre te imagine con alguien con más carácter, más allá de lo que me puedas decir.

—Abuela —Ares se sentó flojamente en uno de los taburetes que había detrás de la isla de granito—. Pensé que al menos tú no me dirías algo como eso —dijo cruzando sus brazos y viéndola con renuencia.

—Entonces me das la razón al decir que no soy la única desconcertada por ello —pronunció Adara mientras pelaba y cortaba algunas frutas.

Luego de unos minutos de silencio, con resignación, Ares le concedió la razón —No, no eres la única. Lo que no entiendo es por qué todo el mundo me pregunta lo mismo, ¿qué tiene de malo Aleyda?

—No sé, dime tú.

—No trates de cambiar el tema —gruño Ares con el ceño fruncido viendo a la mujer, aunque a decir verdad sus palabras lo hicieron dudar en su convicción por un nanosegundo—. Aleyda es fantástica —dijo con una sonrisa magnética.

—Si, me lo imagino —pronunció la mujer con un claro tono de ironía.

—No me refería a eso, —Ares recibió una mirada incrédula de la mujer— bueno, no solo a eso, sino que ella me hace sentir bien. Es amable, atenta, cariñosa, divertida, inteligente, bonita… fascinante —finalizó Ares con la mirada pérdida, pero brillante.

—Si que te pego duro —dijo Adara con seriedad sacando de sus pensamientos a Ares—. Y ¿cómo conociste a este ángel? —inquirió.

—Fue en Houston, mi madre había estado muy insistente sobre ir a una nueva repostería que había abierto en los alrededores y que al parecer se estaba volviendo muy famosa, así que en cuento me descuide termine arrastrado por ella hasta el lugar —Una sonrisa ladeada apareció en la cara del hombre al recordar tal evento—. Cuando llegamos por suerte no había muchas personas y como bala perdida, mi mamá fue directo a la caja para pedir algunos postres. Yo me quede esperando por ella un poco más atrás y fue cuando apareció Aleyda, aunque fue más bien un choque. Ella salió apresurada de la cocina con una bandeja llena de pasteles y de repente ¡pum! Chocó conmigo.

» Mi mamá me obligó a disculparme con ella, aun cuando no había sido mi culpa, y después la invitó a acompañarnos. Después de eso no me la pude quitar más de encima—explicó esperando alguna reacción de su abuela.

“Eso me suena más a amarre” caviló Adara, pero ya se había fijado con premura en su nieto y no tenía ninguna pulsera u objeto que corroborara esa teoría. Al notar el silencio de este, entendió que estaba esperando una respuesta suya.



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En el texto hay: viajes, amor, dolor

Editado: 09.04.2020

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