Antes De Que Mate

CAPÍTULO VEINTIOCHO

A pesar de lo apetecible que le resultaba la idea de emborracharse, también le recordaba lo que había pasado la última vez que había tomado un trago. Claro que solo había sido ayer pero el ridículo de lo que había pasado hacía que pareciera que hubiera sucedido hace años y que le había estado atosigando todo este tiempo. Así que antes de beber para olvidar su ira, Mackenzie hizo lo único que sabía hacer.

Se largó a casa y colocó todos los archivos relativos al Asesino del Espantapájaros sobre la mesita de café. Hirvió una tetera para el café y repasó cada recorte que conservaba sobre el caso. Si bien había una parte de ella que creía que tener la cuarta escena del crimen acordonada suponía un arresto seguro, su instinto le decía que el asesino sería más listo. Solo sería necesario que él viera el más mínimo signo de presencia policial para que cambiara de planes. Probablemente tanto Nelson como la policía estatal también se daban cuenta de que este era el caso, pero el hecho de que ahora estuvieran tan cerca podía hacerles demasiado conservadores en su enfoque.

Afuera, había caído la noche. Observó a través de las persianas por un instante, preguntándose cómo los acontecimientos de los últimos días podían afectar el rumbo de su vida. Pensó en Zack y se dio cuenta, quizás por primera vez, que se alegraba de que se hubiera ido. Si era honesta consigo misma, solamente había tolerado la relación para no estar sola—algo que había temido desde aquella ocasión en que entró a la habitación de sus padres y se encontró a su padre muerto.

También se preguntó lo que estaría haciendo Ellington. La llamada que le había hecho antes para hablarle del perfil era prueba de que aún estaba implicado en el caso del Asesino del Espantapájaros, aunque solo fuera en tareas de respaldo. Al pensar en él, también se preguntó si se hubiera tomado tan en serio el perfil y la visita a Santa Cruz si hubiera llegado por medio de otra persona. ¿Había estado tratando de impresionarle o había estado intentando impresionar a Nelson?

Al volver la mirada a los archivos que tenía delante de ella, un pensamiento simple aunque provocativo le llenó la mente: ¿Y por qué impresionar a nadie? ¿Por qué no simplemente hacer un buen trabajo y trabajar al máximo? ¿Por qué preocuparse de lo que nadie más piense de mí, mucho menos de un ex-novio inútil, supervisores machistas o un agente del FBI que está casado?

Como si lo hubieran provocado sus pensamientos, sonó su teléfono. Lo recogió de entre la pila de archivos y carpetas que había sobre la mesita del café y vio que se trataba de Ellington. Lanzó una sonrisa amarga al teléfono y estuvo a punto de no responder la llamada. Seguramente le estaba llamando para que le diera las gracias por la pista de Santa Cruz, o quizá tuviera alguna otra idea ingeniosa que le sacaría de su trayectoria y le conseguiría una reprimenda. Si hubiera tenido la cabeza más clara en ese instante, hubiera ignorado la llamada. No obstante, el caso era que parte de la furia que se había traído del despacho de Nelson todavía estaba pululando en su corazón y le exigió que le respondiera.

“Hola, Agente Ellington,” dijo.

“Hola, White. Ya sé que no dejo de dar la lata, pero estoy terminando por hoy y quería saber si el perfil del que hablamos te dio algún resultado.”

“No, no fue así,” dijo Mackenzie, saltándose las formalidades. “De hecho, parece que lo único que conseguí con mi visita a la escuela católica fue fastidiar a la monja que hace de directora.”

Era obvio que Ellington no se esperaba esa respuesta; el otro lado de la línea se quedó en silencio durante cinco segundos enteros antes de que respondiera.

“¿Qué ocurrió?” preguntó.

“Era un callejón sin salida. Y mientras yo estaba allí recibiendo un sermón de la directora sobre la naturaleza del mal, la policía estatal apareció en la escena de lo que creemos va a ser el cuarto asesinato. Como resulta que yo no estaba allí, decidieron abusar de su autoridad.”

“Ah, mierda.”

“No, si se pone todavía mejor,” replicó Mackenzie. “¿Recuerdas a Ellis Pope?”

“Sí, el periodista.”

“El mismo. Pues bien, ha decidido presentar cargos hoy con la amenaza de ir a los periódicos a contarles nuestra pequeña escaramuza. Los chicos de la estatal también se enteraron de ello. Así que hablaron con Nelson y, desde hace como una hora, estoy oficialmente suspendida del caso.”

“¿Me tomas el pelo?” preguntó.

Su incredulidad todavía desató más ira en ella y, por suerte, le ayudó a caer en la cuenta de que estaba siendo grosera sin ninguna razón. La situación en que ella se encontraba no era culpa de él. Él solamente estaba haciendo una puesta en común y ofreciendo un hombro en el que apoyarse.

“No, no bromeo,” dijo ella, tratando de controlarse. “Me han pedido que me quede sentada sin hacer nada mientras los buenos chicos de siempre terminan con este asunto.”

“Eso no es justo.”

“Estoy de acuerdo,” dijo ella. “Aunque sé que Nelson no tuvo otra opción.”

“¿Y qué puedo hacer?” preguntó Ellington.

“Me temo que no gran cosa. Si de verdad quieres ayudar con este caso un poco más, llama a Nelson. Puede que te estés metiendo en problemas solo por hablar conmigo del asunto.”

“White, lamento mucho todo esto.”

“Es lo que hay,” dijo ella.

El silencio se cernió sobre la línea de nuevo y esta vez no le dio oportunidad a Ellington de que resucitara la conversación. Si lo hacía, mucho se temía que toda esa ira desplazada podía resurgir y que él sin duda no se lo merecía.

“Tengo que irme,” dijo ella. “Cuídate.”

“¿Vas a estar bien?” le preguntó él.

“Claro,” dijo ella. “Ha sido todo un shock, eso es todo.”

“En fin, cuídate.”

“Gracias.”

Terminó la llamada sin esperar una respuesta. Arrojó el teléfono sobre la mesa junto a las páginas que había fotocopiado de los pasajes de la Biblia que había descifrado en los postes. Los releyó una y otra vez, pero no encontró nada nuevo. Entonces miró al mapa que había tomado de la contraportada de la Biblia y un mapa dibujado a mano que había hecho Nancy, donde se mencionaban todas las potenciales escenas de asesinatos. Todo parecía muy organizado y sencillo.



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En el texto hay: crimen, crimenes, accion

Editado: 07.08.2024

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