Antes del Alba

XXXI

"Shake it out, shake it out, shake it out, shake it out, ooh whoa..."

Soy consciente, no sé cómo pero recupero mi consciencia y eso me preocupa, aunque a la vez me da cierta esperanza. Comienzo a abrir mis ojos sólo para encontrarme con más incandescencia. Conforme los segundos pasan, la luz va disminuyendo, hasta quedar cómodamente discreta y útil para ver a mi alrededor. A metros de mí, hay una silueta recostada en el piso. Me levanto y de dirijo a ésta, al estar cerca, reconozco a Eric; me tiro a su lado, tomo su mano y miro hacia arriba. No sé por qué pero fue lo primero en lo que pensé. Él abre los ojos y voltea a verme, una sonrisa se forma en sus labios y sus ojos muestran una pasajera tranquilidad al mirar los míos. Sube nuestras manos entrelazadas y da un pequeño beso en el dorso de mi mano. Estiro mi brazo libre y acaricio su cabello, retirándolo de su rostro. 

  — Jóvenes almas— la voz es grave e irrumpe en mis oídos, ambos reaccionamos y miramos en dirección a las voz, se puede ver una silueta alta y robusta—. Si gustan ponerse de pie, por favor. 

Su voz suena pacífica pero a la vez con mucha autoridad. Obedecemos inmediatamente, estoy temerosa de nuestro destino, tal vez hemos caído en otro problema y no sé qué es lo que pueda ocasionarnos a corto o largo plazo. 

Veo que la silueta se va acercando hasta nosotros hasta que queda completamente visible a nuestros ojos, como si se estuviera materializando completamente. El hombre es demasiado alto y es tan ancho como un árbol viejo, ha de medir más de los dos metros, es un gigante. Su rostro es completamente tranquilo, no muestra emociones. El colo de su piel se asemeja al café con un poco de leche y sus ojos son color aguamarina intenso, un color de ojos que nunca había visto y se aprecia tan hermoso. Parece un hombre que ha de rondar por los cuarenta o cincuenta años. 

A sus lados, van materializándose lentamente otras ocho figuras. En mi mente aparecen los marcos con los nombres de los hechiceros más poderosos, ya que eran nueve exactamente. Sin embargo, no me quiero hacer falsas ilusiones. A medida que van haciéndose más presentes, puedo notar que son cinco mujeres y cuatro hombres en total. Me encuentro con ciertas figuras familiares, una femenina y algo regordeta, y la otra masculina y desgarbada; y mi corazón no puede evitar saltarse un latido gracias a la esperanza que comenzó a crecer en mi pecho.

Ambas personas alternan su mirada entre Eric y yo, su mirada está cargada de ternura, los dos llevan una sonrisa familiar, como si estuvieran delante de unos tiernos niños. Espero con todo mi ser que ese par sean Mildred y Calixto. 

— Ahora que estamos todos presentes, nos presentaremos— comienza el señor con ojos aguamarina—. Nosotros somos los nueve grandes de la hechicería, hemos sido guardianes de la enseñanza, la propagación y el control de todo tipo de hechicería por algunos milenios. Formamos parte de la naturaleza, para nosotros no existe el alpha o el omega- principio o fin, respectivamente-. 

Nos explica como si no fuéramos capaces de entender lo que significa.  

  — Solo quería dejar en claro su significado— me mira directamente y no evito el escandaloso sonrojo que me asalta por la vergüenza al mis pensamientos ser descubiertos—. Comenzaré a partir de mi lado izquierdo con la presentación de los hechiceros. 

Avisa y los demás asienten, esperando ser mencionados por el, al parecer, líder. 

— Hamog, la hechicera intuitiva; Pluntim, la hechicera fuerte; Filtripo, el amable; Viperintus, el astuto; Lux, la sabia; Calixto, el estratega; Mildred, la solidaria; Demetria, la cautivadora; y por último, yo, Tezom, el poderoso— conforme los va nombrando, van haciendo una especie de reverencia—. Ya nos han conocido a los nueve con anterioridad, ya que solíamos trabajar juntos, los once, además dos de nosotros los han ayudado en diferentes siglos y los han guiado para hacer lo correcto.

Suspiro al saber con seguridad que sí son ellos, pero ahora me siento más intranquila porque ha dicho que solíamos trabajar juntos. Yo nunca los había visto, a excepción de Mildred y Calixto. Dirijo la mirada a Eric y él también me ve con la confusión brotando de su semblante completamente. 

—Bien, una vez presentados...—antes de continuar, lo interrumpo con la pregunta que me atormenta. 

  — ¿Nos conocíamos? ¿Trabajamos juntos? ¿Cómo es eso posible? Nosotros somos humanos, solo eso...— Tezom niega con la cabeza y se nota el pesar en sus hombros, entonces Lux decide continuar. 

— Ustedes eran parte de nosotros, originalmente eramos once hechiceros y tu eras la siguiente en subir al mando porque habías sido la más poderosa— su voz es algo rasposa pero perfectamente clara. 

— Sin embargo, hay una regla, que es no demostrar que se han enamorado de alguien, mucho menos de  otro hechicero de su posición, ustedes dos no pudieron ocultarlo más de dos milenios y decidieron renunciar a su magia por convertirse en humanos— interviene Hamog con voz lenta y algo aguda. 




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