No quiero hablar contigo, ni siquiera verte, porque verte implica que te reflejes en mis ojos y no te quiero más dentro de mi ser. Todo es opaco estos últimos meses y tu cuerpo es el monte Everest, por cierto. Te has convertido en una adolescente rebelde y no necesito eso porque ya no soy un niño; ni siquiera puedo decírtelo y por eso lo escribo. No, no soy cobarde, sólo estoy cansado y no tengo el humor suficiente de siquiera discutirlo, ya no me importa, puedes irte o quedarte, te lo juro, no me importa.
No sueltes tu celular, es lo más valioso que tienes, no sueltes a esas "amistades" que te seguirán haciendo sentir adolescente. Yo me iré a hacer lo que sea, lo que sea es mejor que tú.
¡Quiero sentir! Y tú pareces no ser física; caminar varios kilómetros por esta cama me tiene agotado y estoy en mi límite. No tengo espacio en mi corazón, (a pesar de que está vacío) para odiarte. No.
Y dentro de él, sólo hay una sombra demasiado triste como para salir de este pobre y estúpido corazón de mierda, ¡esa sombra llamada decepción! no te preocupes, amiga, no hay cuerdas aquí ni armas punzocortanes con las que puedas acabar con tu hilarante y melancólica vida. ¡Así que acostúmbrate a este espacio, perra!. Vivirás un buen tiempo entre la mierda, entre las piernas que asfixiarán tu rostro con la vagina hedionda que hay en medio.
Mientras escribo empapo las letras con mi escupidera pues pronuncio cada palabra con el peso de la rabia que llevan y el peso de tan oscuro sentimiento solitario que nadie jamás conocerá, nadie que no lea esto. Advierto, anti musa mía, referencia para tan ácida e irremediable poesía que no lo es, que ya no hay nada en mi, no te servirá escarbar en mis entrañas ni abrirme la carne con una pala pues sólo hay un residente morando en esa pequeña sala de espera; y esperará por mucho.
Y hablando de esperar, espero que cuando te alcance el aburrimiento y despiertes, cuando te des cuenta que había más cosas en la vida aparte de las que en este momento te poseen, tengas el valor de empezar de nuevo y te perdones a ti misma. Yo también para ese tiempo ya me habré perdonado, te lo juro. Habré evolucionado y tal vez el inquilino morador de mi coraza se haya fugado sin pagar la renta.
No existe tal cosa como amor sin dolor y sin lágrimas, las películas son falsas y siempre mienten vendiéndote ese producto con exceso de esperanza llamado final feliz. Ese producto dietético que hace más daño que el original.
¡Lo juro!
ya estás muy lejos, tan lejos que no podría alcanzarte en años, ya volaste demasiado, puedo notarlo en tus alas. Pero yo no me he puesto las mías aunque lo haré tarde o temprano.
Y espero mañana no pensar lo contrario, espero que mañana al despertar no haya decaído ni un milímetro esta amargura desabrida y neutra, que no odia, que no tiene fuerza; más toda energía que llegue a acumular será depositada en ese pequeño espacio.
Mi reloj sin pilas dice que es la hora.
No quiero caminar contigo ni tomarte la mano como una vez lo hicimos, no quiero frecuentar a un ser que aunque ame mucho no funciona para mi y viceversa.
Me despido. No hay razón para seguir escribiendo, mi migraña no me lo permite.
Me voy a hacer lo que sea, pues lo que sea es mejor que tú.
Por cierto, traje flores, pero son de plástico.