Nunca sentí tan espantosa angustia,
que esa medianoche al cruzar la Duarte.
Venía de un curso y me dejó el ómnibus
y sin efectivo para el pasaje.
Un camión me aventó al parque Enriquillo
y caminé en penumbra algunas cuadras,
cuando salió esa mujer de la nada
y sin darme cuenta agarró mi mano.
Dio algunos pasos mientras sonreía
diciendo que era suyo e iba a gozar,
entonces bajo su blusa y su falda
revelando todas sus ñañaras.
Bastante asustado y bien confundido,
me hamaqueé, halé y sacudí mi brazo
y como cobarde salí corriendo,
sin embargo, al frente había doscientas.
Corría cual loco entre las mujeres
y cuatros delincuentes me alcanzaron
con puñales y pistolas en manos,
soñé que por no tener… me mataron.
Juango Rincón
Editado: 16.12.2022