Bienvenido a mi cerebro. Me sorprendiste, sí que eres valiente. No muchos se atreven a entrar, algunos ni siquiera se asoman a echar un vistazo. Pero aquí estás, lo lograste. De los pocos que lo hicieron, muchos se perdieron en el laberinto de mi mente. Hay un borde, no muy lejos de aquí, por el que todos se sienten atraídos apenas llegan. Dicen, los que viven para contarlo, que suele llenarse de agua, o de muchas almas, de fuego y, a veces, cenizas. Pero relatan, los que siguen cuerdos, que hay un millón de historias en la superficie; algunas felices, otras que dan miedo, algunas aburridas y otras que dan esperanza. Yo nunca pude cruzar más allá de este límite entre la entrada y la salida. Veamos si eres capaz de llegar hasta allí y salir sin rasguño alguno, y luego me cuentas qué tal te fue, si es que puedes.