Antología de cuentos y fábulas.

8: Querido amor mío.

Hacía bastante tiempo que yo había dejado de creer en el amor como un camino viable y seguro para transitar. Mi existencia se basaba en tener amores platónicos, pero nunca alguien real, de carne y hueso, y tan cercano, me había llamado tanto la atención como vos lograste hacerlo. Touché, me atrapaste. Corría por la vida, libre de pensamientos y salvaje, evitando a toda costa aquel sentimiento tan doliente, que revoloteaba la mente y alteraba a mil por ciento el corazón.

Hoy en día, me siento atrapada en estas sensaciones tan nuevas como antiguas, tan vivaces como peligrosas. Te veo pasar frente a mí, cuando algo dentro mío comienza a latir con fuerza a causa de tu presencia tan notable. Vos vas por ahí, tan entrometido en tus líos, en tus responsabilidades, en tu esencia, aquella que desprende un aroma de encantamiento, el cual llega a mí y me embelesa, y yo tan enamorada de cada uno de los accionares de tu ser. Ambos caminamos, despreocupados por el presente y las cosas que puede ofrecer la sociedad, y en el futuro, uno muy cercano e irreal a la vez, puedo verte ahí, junto a mí. 

Sé que no te conozco lo suficiente como para tener estos sentimientos tan inesperados, vaya, de hecho apenas hemos cruzado algunas palabras vagas e inconscientes en estos últimos dos años. El problema radica en que yo no los llamé, no le pedí a mi corazón que latiera a mil por hora al verte, al oírte, o al escuchar tu nombre. ¿Puede alguien juzgarme por ello, acaso? ¿Por amar tan inmensa e intensamente a alguien, sin siquiera darme cuenta? A lo mejor sí lo hacía. Espero que no te moleste que sienta todas estas cosas que siento, no es algo que pueda controlar. Se parece a un animal enjaulado, que necesita salir y gritarle a todo el mundo lo que sabe, lo que tiene, o lo que anhela con el alma. 

Intenté muchas veces detener a las mariposas que querían meterse de lleno en mi estómago, al igual que a aquellas que ya tenían una parte de ambos y querían escaparse, pero ellas fueron mucho más fuertes que mis intenciones de olvidarte, entonces me di por vencida, me rendí ante ellas, caí de golpe a los pies del amor. Al parecer, no se le puede ordenar a alguien cuándo dejar de amar o comenzar a amar a otra persona. ¿Suena confuso, incluso ridículo, verdad? Al principio, también lo pensé, por eso es que probé de otra forma, mi terquedad quería ganarle a la realidad. Te evité durante mucho tiempo, siempre que pude. Cada vez que te veía cerca mío, me escondía o me movía de lugar, con tal de no entablar aquellas conversaciones sumamente breves que solíamos tener, esas del <<Hola, ¿todo bien?>> y <<Chau>>. 

Creía que el universo conspiraba en mi contra cada vez que te crucé cuando menos quería hacerlo, eso me repetía una y otra vez, no quería pero lo hacía. Una fuerza mayor deseaba con demasía unir nuestros caminos, como si del mismísimo lazo rojo se tratase, entonces no pude alejarme. 

Existió un instante en nuestra relación imaginaria en donde me abrazaste con cierta timidez, pero a la vez, la confianza que desprendían tus brazos me hicieron sentir segura y a salvo. Supongo que para vos también fue extraño ya que no éramos amigos, apenas unos conocidos, así que debió de ser el destino, como de costumbre, quien hizo de las suyas barajando bien sus cartas. 

Aún recuerdo aquella tarde de primavera, cuando tu mano logró palmear mi pierna al saludarme; nunca supe cuáles fueron tus verdaderas intenciones con aquel roce completamente innecesario de tu piel contra la tela de mi pantalón que causó en mí cierta curiosidad, una esperanza. Creo que con él prendiste una llama que pudo crecer aún sin ser alimentada. 

Algo que ciertamente nunca podré olvidar será tu sonrisa, esa con la cual siempre me sonreías cada que nuestros caminos se alineaban, o quizás, se desviaban para encontrarse entre sí. Tal vez es tu mirada la que me desconfigura la cabeza y, no me malinterpretes con lo siguiente, mucha gente me ha visto a los ojos desde que nací, el punto es que a diferencia de ellos, los tuyos causan algo en mí que no tiene descripción en letras o acciones, con ellos parece que puedes conectar con mi interior y observar con detalle mi alma. 

Por favor, créeme cuando te digo que traté de no verte, en serio lo hice. En muchas ocasiones desvié mi vista, aunque no me hacían falta los ojos para saber que estabas ahí, respirando el mismo aire, sintiendo las emociones, viendo las mismas cosas, viviendo en el mismo tiempo.

Hay algo mágico en vos, cada vez que tus manos se deslizan por las cuerdas de tu guitarra, en donde nacen melodías que guardás dentro tuyo, ahí donde nadie más que vos puede entrar.

Espero para tu vida todo lo mejor, amor mío, solo cosas buenas; que encuentres a una persona que te haga feliz, que sienta así o más de lo que yo siento, con la que vivas así o mejores momentos que los nuestros, pero antes que nada, espero que algún día sientas todo esto, o más, por alguien a quien ames como yo te amo a vos.

(N/A. Género Romance/Juvenil).

Bueno, lo haré corto, y no porque lleve muchas palabras.

Esto es una versión extendida de una especie de poema que escribí en El mundo del paraíso.

Surgió en base a querer olvidarme de mi crush, es una especie de texto curativo. Creo fielmente que escribir sana, tanto corazones rotos como heridas de cualquier tipo. La cicatrización de ellas puede ser distinta para todos, lo entiendo. Ésta es mi forma y es una especie de carta de despedida, porque quiero olvidarlo. No porque sea malo ni nada parecido, de hecho, es una luz de persona. Simplemente creo que no es para mí, sino para alguien más. Algún día llegará mi idóneo y cuando eso suceda, sé que será el momento indicado y lo sabré.



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En el texto hay: relatos, cuentos, cuentos cortos y relatos

Editado: 24.07.2020

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