Todos mis vecinos estaban conmocionados por la muerte del carpintero.
Sin embargo, yo estaba intrigada porque, noches antes, ví desde mi balcón a una mujer de cabellera negra y vestida de blanco tocándole a su puerta.
Le gritaba que había llegado su hora.
Le dije lo que ví a mis padres, pero ninguno me creyó. Tampoco lo hicieron cuando la ví en el funeral del carpintero. No veían nada.
Sé que esa mujer existe.
Porque, ahora, está tocando mi puerta.
Y dice que llegó mi hora.
Fin.
Relato de 86 palabras.