Yo conocí a una sirena. Su cola era más azul que el océano y sus ojos tan negros como la noche, pero ella no tenía cabello, lo cuál siempre me sacaba de mi zona de confort, ya que siempre me las imaginaba con una hermosa cabellera, tal y como mentían en los cuentos de hadas.
Todos los días iba a la playa y me ubicaba entre tres grandes rocas que solo dejaban vista hacia el mar. Ahí nos juntábamos sin falta, cuando atardecía.
Ella me contó que no tenía padres, que los habían asesinado los humanos.
Al parecer ese recuerdo le causaba ira y luego me dijo que quería vengarse. Empero, tenía claro de que no podía caminar con una cola, y eso la puso triste. Le pregunté porqué se sentía tan mal porqué yo no le encontraba sentido, así que le dije;
—Matar es normal —a lo que me respondió;
—Asesinar es anormal, Caín.
—No lo creo, Grefel. Yo asesino todos los días.
Ante aquellas palabras, ella se alejó de mí, aunque no lo suficientemente como para no alcanzarla. Vi el miedo en su rostro. Era demasiado ingenua.
—Yo puedo eliminar tú ira, Grefel —me miró directamente a los ojos, evaluandome y pude ver una pizca de curiosidad en sus ojos. Grefel no era mejor que los humanos.
—No sé cómo podrías.
—Ven —le dije amablemente, instándola a acercarse. Cuando ya estuvo a mi lado, le respondí— solo debo matarte a tí también y mandarte a dormir con tus padres. Asesinar familias es mi pasatiempo favorito.
Y agarrándole la cabeza con una mano, le pegué con fuerza contra las rocas que estaban a mi lado. Matándola en el acto.
—Vaya...por fin, tengo toda la familia .