Cansada, Brooke se levanta de su asiento y se acerca a la mesa del profesor.
Tal y como esperaba, no durmió tanto como quería. Se siente aliviada de que por fin hayan terminado las clases; se ha sentido demasiado cansada en todas las clases y no ha podido estar tan atenta como le gustaría. Le pedirá algunos apuntes a Adele o a Louis y terminar de rellenar los suyos.
Con el trabajo que terminó ayer en sus manos, se acerca a la mesa del profesor, quien está recogiendo sus cosas.
–Profesor Foster –le llama cuando está frente a él. La mira al instante–. Toma, aquí tiene mi trabajo.
–Genial, Brooke –sonríe y se lo quita de las manos, guardándolo en una de sus carpetas. Después, vuelve a mirarla–. Te he visto algo perdida hoy en clase, ¿va todo bien?
–Sí. Todo bien.
–¿Seguro? –deja sus cosas sobre la mesa y la rodea, colocándose frente a ella–. Soy tu profesor, pero si algo va mal…
–Todo va bien –repite–. Es sólo que… bueno, no he dormido mucho. Tenía demasiadas cosas en la cabeza.
–Está bien –Andrew Foster le vuelve a sonreír. Y, de repente, agarra una de las manos de Brooke entre las suyas–. Eres una de mis mejores alumnas, así que si algo va mal… aunque digas que no… cuenta conmigo. No me veas sólo como tu profesor. Hazlo más como un amigo.
Brooke se queda mirándole un momento, algo desconcertada. Baja la mirada a sus manos agarradas; él la sujeta con suavidad y la acaricia lentamente. Ese simple gesto, unido a su comentario y su sonrisa, hacen incomodar a Brooke.
–Eh… gracias –murmura, mirando por encima de su hombro–. Bueno, yo… me tengo que ir.
–¿Este fin de semana vuelves a tu casa? –le pregunta, obviando lo que ella le acaba de decir.
–No, me quedo aquí.
–Entonces, puede que…
–Brooke –en ese instante, Brendan entra en la clase–. Perdón, no sabía que estabais hablando. Te espero fuera.
–No, espera. Me voy contigo –dice Brooke rápidamente, soltándose de un tirón del agarre de su profesor–. Hasta la próxima clase, profesor.
–Que tengas un buen fin de semana –le sonríe y, mientras Brooke se acerca a su amigo, mira a Brendan–. La próxima vez, llama antes de entrar, chico. A cualquier sitio.
–Sí, lo siento.
–¿Vamos? –le pregunta Brooke al llegar junto a Brendan.
Él asiente y los dos salen de la clase. Después de ese momento de incomodad junto con su profesor, Brooke siente que vuelve a respirar mucho más tranquila. No dice nada durante unos metros, hasta que se alejan lo suficiente de la clase y caminan hacia la salida de la universidad.
–¿De qué hablabas con ese profesor? –le pregunta Brendan finalmente.
–De nada importante. Le estaba dando el trabajo y me estaba diciendo que me había visto distraída hoy en clase, nada más –dice. Aunque rápidamente añade–: Bueno, y no sé si ha sido percepción mía y me lo he imaginado, pero… me he sentido un poco incómoda con él.
–¿Cómo? –el chico la mira con el ceño fruncido–. ¿A qué te refieres?
–No sé. Me ha dicho que soy una de sus mejores alumnas, que lo vea más como un amigo que como un profesor por si me pasaba algo para que se lo contase y… bueno, me había agarrado la mano. Así –coge la mano de su amigo y se la acaricia como había hecho Andrew antes con ella.
–¿Cómo? –repite, sólo que ahora se detiene y se pone frente a ella–. ¿Ese profesor que intenta ir de guay te ha hecho sentir incómoda de esa manera?
–Igual sólo han sido imaginaciones mías… –suspira–. No he dormido lo suficiente, otra vez, y puede que sólo sea…
–Dudo mucho que hayan sido imaginaciones tuyas.
–Bueno, sea lo que sea, no me apetece pensar en ello. Ya estoy aquí contigo –se encoge de hombros y sonríe un poco–. ¿Comemos juntos?
Él la mira un momento, aún desconcertado por lo que le acaba de contar Brooke, pero finalmente asiente y se pone a su lado, de nuevo caminando hacia la salida.
–Justo te iba a proponer eso –sonríe y salen de la universidad–. He pasado antes por el restaurante de la amiga de mis padres, llevaba unos días sin verla, y ha salido el tema de que mañana es tu cumpleaños. Me ha dicho que nos invitaría a comer cuando fuésemos, así que he pensado que te apetecería ir allí.
–Claro que me apetece –Brooke acepta al instante–. Me gustó mucho la pasta que comimos allí hace unas semanas. No puedo decir que no a eso.
–Genial. Vamos, entonces. ¿En mi coche?
Ella asiente y los dos van al aparcamiento, donde no tardan en divisar el coche de su amigo.
Hace unas semanas, salieron todos juntos a comer y fueron al restaurante de esa amiga de sus padres, Kara, y le encantó el plato de pasta que pidió. Pasaron un buen rato todos allí, y Kara también les cayó genial. Por eso no ha dudado en aceptar en ir con él a comer allí.
Ese día las clases han terminado antes, aunque Rachel y Peter aún tienen una clase más y Adele se fue tras dos horas de clase ya que tenía que hacer algo. No le dijo el qué y Brooke tampoco insistió demasiado. Por ello sólo se ven ahora Brendan y Brooke. Después, en un rato, se verán todos.
Al llegar al restaurante y saludar a Kara, los dos amigos se sientan en una de las muchas mesas que hay libres. Han llegado temprano y a tiempo de que todas las mesas –o la gran mayoría– estuviesen ocupadas.
Apenas llevan unos minutos ahí sentados cuando el móvil de Brooke comienza a sonar dentro de su mochila. Lo saca rápidamente y lee el nombre de Evelyn en la pantalla.
–¿Te importa si lo cojo un momento? –le pregunta a Brendan, enseñándole el móvil.
–No, claro que no. Adelante. Yo voy a aprovechar para ir al baño.
Él se levanta y Brooke acepta la llamada de su mejor amiga.
–¡Hola! ¿Ya me echas de menos que tienes ganas de llamarme?
–Siempre te echo de menos, ya los sabes –su amiga ríe–. ¿Te pillo ocupada?
–No. Estaba a punto de pedir para comer, pero puedo hablar.
Editado: 22.10.2021