–Brooke…
–Jack, escúchame, no –niega con la cabeza–. ¿Te recuerdo lo que le pasó a Charles? Le pedí ayuda sin contarle nada, y ahora está muerto. Entiende que no quiero correr el riesgo a que os pase eso a ti, a Evelyn o a Max. Ya me siento demasiado culpable como para que os pase algo a vosotros.
–Si lo denuncias a la policía, no nos pasará nada. Estarán vigilando.
–Claro, ¿y voy después de haber mentido, literalmente, en todas mis declaraciones?
–Tenías tus razones.
–Jack…
–Brooke, ¿es que no te das cuenta de cómo estás? –la señala–. Estoy preocupado por ti.
–Confía en mí. Sé lo que hago –mira a su alrededor–. Y no hablemos de esto en público. Ya me arriesgué a contárselo a Evelyn y Max, no quiero arriesgarme ahora a que alguien nos escuche.
Jack suspira, sin estar conforme con la decisión de su novia. Piensa igual que sus dos amigos: que debería ir ahora mismo a comisaría y denunciar todo lo que está pasando. Ha estado siendo amenazada y acosada, no caerá ningún tipo de castigo sobre ella.
Pero Brooke no piensa lo mismo. Aunque le apetezca hacerlo y que toda esa historia acabe de una vez, tiene miedo de las consecuencias que pueda haber si lo hace. No hacia ella, sino hacia sus amigos. Confía en que ella pueda acabar con esa historia sin que muera nadie más, pero cada día que pasa está menos segura de que eso ocurra sin ningún incidente más.
Le da un sorbo a su café y mira a su alrededor. Han salido a desayunar algo los dos juntos y están esperando a que lleguen sus dos amigos, quienes llegan minutos más tarde.
–¡Jack! –exclama Evelyn al llegar–. No sabía que estabas aquí.
–Llegué anoche –se abraza durante varios segundos; llevan sin verse desde el cumpleaños de Brooke–. ¿Qué tal?
–Con mucha hambre.
–Qué raro –ríe él–. ¡Max!
–Ya era hora de vernos, tío.
Se dan un apretón de manos y se abrazan también durante varios segundos. Después, la pareja se sienta con Jack y Brooke, pidiendo su desayuno poco después.
Los tres hablan entre ellos animadamente; llevan sin verse desde hace dos semanas y ya tenían ganas de pasar un rato juntos. Pero Brooke no participa del todo en esa conversación. Se siente fatal por ello ya que lleva sin ver a sus amigos demasiado tiempo y debería aprovechar cada minuto con ellos, pero ¿y si esa persona está justo ahí ahora mismo?
–Brooke –Max la llama. Ella le mira al instante–. ¿Estás bien?
–Sí –asiente rápidamente, sonriendo un poco–. Estaba pensando. ¿De qué hablabais?
Mira a los demás y ellos intercambian una rápida mirada antes de volver a mirar a Brooke e incluirla en la conversación. Saben que Brooke es demasiado cabezona y no conseguirán hacerla cambiar de opinión.
Hablan de lo que pueden hacer ese día los cuatro juntos, pero Brooke vuelve a evadirse de la conversación, sólo que en ese momento es por la llamada que entra en su teléfono. Frunce el ceño al ver que es un número que no tiene agregado en su agenda, y acepta la llamada segundos después.
–¿Sí?
–Buenos días, ¿Brooke Stone? –escucha la voz de una mujer que le suena muchísimo.
–Sí, soy yo.
–Genial, Brooke. Soy Penny, la rectora de la universidad –se presenta–. Te llamaba para preguntarte si estabas en Berkeley.
–Eh… sí, ¿por qué?
–¿Podrías pasarte a hablar conmigo? Tengo que hablar contigo de una cosa.
¿Un sábado?
–Sí, voy ahora mismo, ¿le viene bien? –dice finalmente.
–Me viene genial. Te voy ahora, Brooke.
Cuelga la llamada y mira un momento la pantalla de su teléfono antes de guardarlo de nuevo en su bolso y mirar a los otros tres, quienes la miran esperando una respuesta.
–Era la rectora de la universidad, tengo que hablar con ella –se levanta de la silla–. Jack, ¿me puedes llevar? Hemos venido en tu coche.
–Sí, claro –él acepta al instante.
Evelyn y Max deciden ir con ellos y, tras pagar todo lo que han pedido, salen de la cafetería y van hacia el coche de Jack. Un minuto más tarde, está conduciendo hacia la universidad donde estudia Brooke.
No deja de pensar en por qué quiere hablar con ella, ¿acaso alguien ha vuelto a hacer contra ella? ¿Y si está la policía con ella como la otra vez?
No, no puede ser. No ha pasado nada más. Y si su padre habló con el departamento de policía tal y como dijo, no tiene por qué ser nada de eso.
–Brooke –le llama Evelyn en voz baja, a su lado. Se han sentado las dos en la parte trasera mientras los chicos van delante. La mira al instante–. Estoy preocupada por ti. ¿Puedo hacer algo?
–No, pero no te preocupes –agarra su mano y la aprieta con suavidad.
Por supuesto, Evelyn no está conforme con sus palabras. Está muy preocupada por su mejor amiga y le gustaría hacer algo; o, mejor dicho, le gustaría acompañarla a comisaría y denunciar junto a ella todo lo que ha tenido que pasar. Le gustaría que su amiga cambiase de opinión.
El resto del camino lo hacen con las dos amigas agarradas de la mano. Se echaban mucho de menos.
Cuando su novio detiene el coche del aparcamiento de la universidad, se despide de ellos rápidamente –avisándoles de que luego se pasará por su habitación a darse una ducha y cambiarse de ropa– y camina a paso rápido hasta el gran edificio.
* * *
Mira a Brooke adentrarse en el edificio y luego desvía su mirada hacia los otros tres, quienes han salido del coche y están parados a un lado de éste. Les ha seguido desde primera hora de la mañana. Y sabe que Brooke ha hablado con ellos de todo lo que ha estado ocurriendo, así que tiene que asegurarse que no vayan a decir nada.
Se mantiene lo suficientemente lejos de ellos para que no se den cuenta de que está ahí y se queda mirándoles un buen rato. Están hablando entre ellos de algo que, obviamente, no logra escuchar con claridad.
Editado: 22.10.2021