—¿Cómo se llama? —pregunté mirando a la joven que se encontraba frente mío, en su semblante noté el miedo y el nerviosismo.
—Paula, tengo diecisiete años y cursaba el segundo año de preparatoria —respondió en un tono de voz muy bajo, casi llorando, sus manos temblaban muy fuerte.
—Es un placer —tomé mi bolígrafo; respiré profundamente, y comencé a tomar nota—. Explíqueme desde el principio lo que vivió.
Saqué un cigarrillo del bolsillo de mi saco mientras que del otro tomaba mi encendedor; me lo puse en la boca y lo encendí, inhalé profundamente, volví a prestar atención a mi libreta y a la chica, aún tenía su uniforme del colegio, este se encontraba manchado de sangre, el cabello lo tenía desarreglado, no vocalizaba ninguna palabra, ella se encontraba muy nerviosa y tenía unas pequeñas ojeras.
Esperé a que se calmará un poco, ella suspiraba observando lo que le rodeaba, sus dedos se encontraban lastimados, sus brazos tenían raspones y moretones al igual que sus rodillas, Paula trato de arreglarse el pelo y dirigió su mirada directamente a mi rostro.
—Estábamos en clase, todo transcurría con normalidad, mi mejor amiga y yo... nos encontrábamos tomando nota de las clases como todos los días, recuerdo que la campana sonó y salimos a recreo —Paula tomo el vaso muy temblorosa y bebió agua, seguido hizo una pequeña pausa y prosiguió—. En el receso, caminamos por todo el colegio mientras charlábamos —se levantó por un momento y recorrió la habitación en la que nos encontrábamos, yo continúe sentado sin hacer un movimiento.
—¿Y qué fue lo que sucedió, es decir desde tu punto de vista, cómo inicio la infección? —interrogué en un tono de voz serio pero sin llegar a sonar intimidante, lo último que quería era asustarla más de lo que ya se encontraba.
—No sabría cómo empezó —volteó la cabeza—. Lo que me acuerdo... es que había un estudiante que iba a mi salón, durante todo el receso actuaba muy extraño y lo veía muy pálido; yo simplemente pensé que estaba enfermo, aunque no le hice caso y continué mi camino con mi amiga.
—Pero... ¿El joven llevaba días así? —anotaba todo con rapidez, mi caligrafía no era muy buena, pero si se entendía—. ¿Era la primera vez que actuaba del modo en el que dijo?
—Sí, era la primera vez que lo veía así, incluso le avisé a una profesora para que vaya a ayudarlo.
—Entiendo.
Otra joven entro en ese momento, poseía el mismo uniforme de Paula, portaba en la mano una funda, supuse que era comida, salude con un movimiento de cabeza y me levanté.
—Mejor descansa, para que estés mas tranquila y poder continuar —diciendo esto salí de aquella habitación y camine por los alrededores.
Escuchaba rumores, que algunos campamentos fueron atacados y destruidos por los infectados, también que algunos lograron escapar y que serían traídos aquí.
Sea lo que sea, podría ayudarme a recolectar información para mi historia. Me dirigí al comedor, pedí lo de siempre para almorzar, tomé asiento y procedí a comer, sentía muy insípida la comida, jugué con mi bolígrafo con la mano que tenía libre mientras escuchaba a las aves cantar, al menos ellas vivían en paz sin tener que pasar por todo esto.
Yo sobreviví a la masacre que inició en mi ciudad; recuerdo estaba en mi trabajo, en las oficinas de un periódico y cuando todo comenzó ya estaban evacuando a la gente, y a lo lejos, una gran cantidad de personas se abalanzaban a las demás y las atacaban, por suerte yo salí con vida cuando nos rescataron a mí y a mis compañeros. Algunos trataron de razonar con ellos y al final acabaron muertos.
Luego me trajeron a este campamento y de allí no supe nada más, estamos totalmente incomunicados y nadie nos quitaba las dudas.
Terminé de comer y volví a la habitación con la joven estudiante, necesitaba acabar esa entrevista y buscar a otro superviviente para continuar con mi trabajo, entré y la vi allí sentada en compañía de la otra jovencita.
—Bueno, prosigamos; ¿Qué pasó después? —dije mientras abría la libreta para seguir escribiendo.
—Al volver a clase, aquel chico empezó a convulsionar... fue espantoso... cayó al suelo y el profesor pedía ayuda... —Paula respiró muy profundo—. Al final, escupió sangre y se desplomó aparentemente muerto, todos incluyéndome nos quedamos atónitos —sentada, bajo la cabeza y la mirada, la notaba triste, se agarraba las manos muy nerviosa—. Luego, él... se levantó, pero parecía poseído, sus ojos estaban blancos y puso una expresión casi diabólica... se abalanzó al profesor y le arrancó de una mordida en el cuello, un trozo de carne, murió de forma fulminante, solo para levantarse para atacar a mis compañeros, fue un completo caos...
Anotaba al pie de la letra lo que escuchaba; le puse más agua en el vaso, el cual ella lo tomo y bebió, su brazo temblaba.
—Prosigue por favor —me limité a decir.
—Mis compañeros intentaban salir, todos se empujaban salvajemente, se pateaban, el salón de clases quedó manchado de sangre... todos resbalaron cuando esa cosa que ya no era mi profesor, se les tiró, en eso mi amiga y yo aprovechamos para salir de allí, afuera en los pasillos y en la calle era una carnicería, escuchaba sirenas y gritos de desesperación. Algunas casas, edificios y autos estaban incendiados.
—¿Hacia dónde escaparon? —volví a preguntar mientras jugaba con mi bolígrafo, una ráfaga de viento y polvo entró por la puerta, divisé varios helicópteros, de ellos bajaban sobrevivientes, entre ellas dos niñas.