Apocalipsis Dia Z: Infeccion

VI

6 al 9 de septiembre de 2019

No ha ocurrido nada malo últimamente o eso era lo que creía yo.

El 6 de septiembre, me encontraba en mi tienda de campaña en la base militar y casi de repente, escuché como disparaban, tenía miedo de salir, pero me armé de valor y fui a ver que sucedía.
Muchos soldados disparaban a personas, estas no morían, seguían avanzando a pesar de los impactos de bala. Mi esposa estaba en el comedor almorzando, yo tomaba todo lo que podía, cuándo fui a verla, ella notó mi miedo. La tomé del brazo y la saqué de allí, pero la entrada estaba llena de esas cosas, incluso los militares se habían transformado.

—¡¿Qué está sucediendo!?, ¿Qué les sucede a esas personas? —interrogó Eleanor muy asustada.

—No lo sé... De un momento a otro comenzaron a actuar así... Hay que escapar de este lugar.

—¿Los soldados que se encontraban aquí han muerto?

—Eso creo, cuándo atacaron vine a buscarte los más rápido que pude —respondí al mismo momento que me ocultaba en la cocina con Eleanor.

¿Por qué actuaban así?, ¿Estaban enfermos o se volvieron locos?; no lo sé con seguridad, incluso algunos tenían heridas graves, lo suficiente como para que una persona muera al momento, pero ellos seguían como si nada y sus ojos estaban blancos, parecían ciegos, traté de no hacer bulla y recorrí la cocina con Eleanor detrás de mi. Sabía que por la cocina había una especie de trampilla que daba directamente con las alcantarillas, pues lo había escuchado de unos guardias, era una ventaja pero necesitaba algo con que iluminarnos, mi teléfono lo deje en la tienda de campaña y dudaba de que hayan fósforos en la cocina.
Afuera se podía escucharlos gritar y de repente, un sonido llamó mi atención, como si algo se quebrará, el vidrio de la puerta está por ceder, me apresuré a intentar abrir esa tapa con ayuda de Eleanor, fue muy difícil (ya no soy el joven de antes), tras lograr abrirla, Eleanor sacó su móvil, a buena hora que ella lo tenía en su poder, encendió la linterna y la hice bajar primera, espere unos minutos y la seguí no sin antes cerrar la entrada, con solo ver como actuaban esas cosas, lo más lógico es que se les haría imposible abrirla.
El sitio era muy oscuro y el hedor más que insoportable, tapé las fosas nasales de Eleanor con una franela que tenía en el bolsillo, yo podía aguantar un poco, le pedí el teléfono, esta me lo dió y comenzamos a caminar por las áreas en dónde no se encontraba agua, era difícil visualizar por mas luz que haya, sin embargo era lugar era silencioso, ni una sola rata, nada; solo agua y nada más que el sonido de nuestros pasos.

Tragué saliva, el no saber que nos encontraríamos mas adelante nos ponía nerviosos, traté de ir con mucho cuidado ayudando a mi esposa a pasar las zonas difíciles. No sabíamos hacia dónde íbamos, solo seguimos el camino, quizás al salir de allí nos encontremos con más de esos seres o tal vez más personas. Miré la hora en el teléfono, era de noche.
Un eco retumbo en todo el lugar, el sonido era igual al que se escucha cuando tiran una puerta y de pronto unos alaridos y gritos, nos estaban siguiendo, apresuré el paso y Eleanor hizo lo mismo, tuvimos suerte de encontrar una tapa de alcantarilla, a pesar de que el camino seguía, decidimos salir por allí, el olor ya no lo soportaba, fui primero para abrirla y al subir ayude a mi esposa a subir, las calles se encontraba en total penumbra, los autos destruidos e incendiados y en el suelo... sangre, mucha sangre y cuerpos destrozados, era una escena muy fuerte para mí, no pude contener mis ganas de vomitar, era muy perturbador.

Traté de olvidar lo que vi, Eleanor iba delante, estaba muy asustada y creo que fue cosa de suerte, pues solo caminando en línea recta encontramos una casa rodante, por dentro, estaba vacía pero debía tener comida al menos y no me equivoqué.
Encendí lentamente el motor y salimos de allí, procuré no chocar con nada y la verdad es que era muy complicado.
Desde que salimos de aquel lugar no dijo absolutamente nada, era como si ella no estuviera allí, como si no existiera.
Nosotros nos mantuvimos durante días escapando, buscando comida y agua, robando en casas o en supermercados, a veces teníamos éxito, otras no tanto, conseguimos gasolina, ropa y botiquines.

No sabíamos que pasó exactamente después del ataque a Berlín, lo que si era claro es que el mundo había cambiado y ningún sitio era seguro.

10 de septiembre de 2019

Estar refugiado en una casa rodante no era para nada gratificante, solíamos encontrar casas o pequeñas tiendas que servían como albergue, pero no nos quedábamos más de tres días allí; siempre "ellos" aparecían, sin embargo, lo único bueno que se puede sacar de esto, es el hecho de que hay momentos de paz, aunque sean cortos. A veces hay mucho silencio, pero no un silencio normal, sino un silencio sobrecogedor, de ultratumba, como si nos dijeran que en el cualquier instante nos atacaran o algo por el estilo.
Eleanor sigue sin decir palabra y a pesar de no ser preocupante, temo que esto le afecte más avanzado el tiempo; Giovanni desapareció, tal vez esté muerto, tal vez aún viva o puede que el muy cobarde haya huido a otro país para que ocurra lo mismo que aquí, pero ya no me importa lo que haga ese desgraciado, tarde o temprano el cabrón morirá.

Estos días, he estado estudiando a "ellos" y la verdad parece que se guían por el olfato y el oído, algunos pueden ver, eso es seguro; otra cosa de la que me di cuenta es que durante la noche tienen más actividad, lo que sea que los infectó durante el ataque, les da más fuerza, resistencia y velocidad cuando cae el sol.
Eso es un buen comienzo, al menos sabremos que para sobrevivir hay que estar activo durante el día.
Quizás me sirva para encontrar una solución a este embrollo, eso si no me matan, sin embargo como van las cosas dudo que pueda aguantar mas tiempo, la comida y el agua están agotándose y no tenemos ropa limpia.
He encontrado una radio durante los saqueos, las noticias no son buenas, en tan poco tiempo Alemania se sumió en el caos, escuché que atacaron China, al parecer desapareció del mapa.
Ojalá alguien nos rescaté porque después me veré obligado a suicidarme.




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