Apocalypsis: Creados

CUATRO

 

Este capítulo lo pueden escuchar con la canción Psycho de Mia Rodriguez. Espero que les guste.

 

 

—A comer—llamó Julia desde dentro de la casa.

Habíamos practicado por horas y la verdad, o al menos por mi parte estaba demasiado cansada.

A lo largo que llevo practicando, en ninguna ocasión llegué a darle al diez. Mayormente llegaba al nueve y a veces al ocho.

Al entrar a la casa me dirigí al comedor donde Isack y Julia estaban sentados esperándonos para comer.

—Lávense las manos—ordenó ella.

Miré a Isack para que me indicara donde está el baño.

—Al fondo a la derecha.

Clásico.

Caminé hasta el baño, giré la manija de la puerta y estaba cerrada.

—Esta ocupado—alzó la voz Noah para avisarme que se encontraba adentro.

—Apúrate—demandé.

—Si quieres entrar, entra—ofreció—, pero no te quejes si me ves orinando.

—Mejor espero—dije un tanto asqueada—, pero apúrate.

—Luego de mí sigue él—avisó.

—¿Él?—fruncí el ceño.

—No sé si ofenderme que no me notaras—dijo serio.

Volteé rápido para encontrarme con el dueño de aquella voz. Axl se encontraba sentado en la escalera al lado del baño.

—No te veo haciendo fila, por ende sigo yo.

—Como quieras—soltó en un tono gélido, encogió los hombros quitándole importancia. 

Luego de unos segundos más Noah salió del baño.

—Todo tuyo.

Entré al baño que para mi sorpresa no lo dejo oliendo mal, de hecho hasta huele bien.

Puse papel encima de la tasa del inodoro y me senté para vaciar el tanque. Jalé la palanca al terminar, me dirigí para lavarme las manos y enjuagarme la cara. Me sequé las manos con una pequeña toalla que ahí había y con un poco de papel sequé mi cara suavemente.

Salí del baño cuando verifiqué que no oliera mal, aunque solo haya orinado, no quiero que deje cualquier tipo de olor.

—Todo tuyo—hablé.

—Gracias, Rei.

Me paré en seco mirándolo. Él abrió los ojos sorprendido por lo que había dicho.

—¿Rei?—pregunté confundida.

—Lo siento, me equivoqué de persona—entró al baño sin esperar respuesta alguna.

Elevé los hombros restándole importancia.

Me dirigí al comedor donde los demás ya se encontraban comiendo.

Desde el comedor se podía ver la sala. Miré el reloj grande y marcaba las seis de la tarde.

Wow, si que era tarde.

No había mucho en la mesa más que un poco de ensalada y pequeñas presas de pollo, papás y limonada.

Comimos mientras que Julia e Isack nos contaban de donde se habían conocido. Resulta que ellos se conocen gracias a sus padres. Ambos eran parte del ejercito militar y que después de años juntos en servicio, formaron una amistad y como solían visitarse seguido, Julia e Isack se hicieron amigos. Isack es mayor que Julia por seis años, pero eso no impidió que se llevaran bien, por el contrario, él le enseño varias técnicas con las armas que ella aún no sabía. Lo que más me sorprendió es que gracias a Isack, Julia conoció al que ahora sería su esposo.

La velada era tranquila, algunas risas, anécdotas y bromas. Parecía que todo estaba bien, que solo éramos unos amigos reuniéndose después de tiempo, conociéndonos, pero todo se fue al carajo cuando escuchamos un ruido proveniente de afuera. Todos nos quedamos en silencio de golpe, como si nos hubieran atrapado haciendo algo malo. 

Julia se apresuró a apagar las luces con una velocidad sorprendente.

—Ayudenmeee...—se escuchó un grito ahogado de una chica—...Auxilio, por favor, sálvenme, me duele.

Me paré despacio pero Julia tomó mi muñeca e hizo que me agachara a su lado.

—No es buena idea—susurró.

—Pero...

—Lo sé—me interrumpió—, pero necesito asegurar principalmente la seguridad de ustedes.

—Alguien por fa...

Una risa aterradora se escuchó desde afuera. La voz de la chica dejó de escucharse.

—No tienen porque esconderse, sé que están ahí, puedo olerlos—la voz de un chico sonaba llena de locura y de burla, tan desgarrada que parecía que su garganta estuviera doliendo por cada palabra que soltara—. No los voy a comer, ya cené...—soltó unas risas llena de burla—, aunque no se vayan, los necesitaré para desayunar—seguía riendo estruendosamente—. ¿Saben cómo sabe una chica?—se cayó esperando una respuesta pero no la obtuvo así que continuó—, creo que no, bueno déjenme decirles que sabe delicioso, ante ayer me comí a mi hermano y sabía horrible, luego me comí a mi novia y no tienen idea de lo delicioso que sabía—se escuchaba como cada vez arrancaba la piel y la carne de la chica que había matado. Aunque no los podíamos ver sentía que mi estomago quería botar todo lo que había comido hace poco.

El olor metálico de la sangre no tardó en llegar a nuestras fosas nasales. Supuse que no estaría tan lejos de donde nos encontrábamos, ya que aunque no llegara el olor fuerte, se podía percibir en el ambiente.

—¿Saben que huelo?—preguntó "inocentemente"—, ¿no saben?, entonces les digo, huele a una chica, de quince a veinte años, y no es la que estoy cenando, lo que percibo aún está viva.—su tono cambio a un tinte de fingida tristeza—, lamentablemente.

Abrí mis ojos y sentía como mi corazón no dejaba de palpitar con fuerza que hasta podía lograr oír mis propios latidos.

—Tranquila, no te asustes, prometo matarte antes de comerte, al menos que me quieras dejar ver tu rostro de dolor, eso de verdad le da el toque, solo no quiero que grites, amargarías un poco la carne, así como ella.

Su voz era tan natural y tranquila mientras hablaba, como si de contar un cuento de niños se tratase. No quería ni siquiera imaginarme todo el escenario allá afuera.

—Al viejo lo comeré como desayuno, porque dicen que el desayuno es el alimento más importante del día. En la tarde comeré a la vieja y a la chica como postre y en la noche toca los dos chicos, presiento que sabrán bien—comenzó a nombrarnos como si supiera exactamente quienes somos—. Ahhh y si se preguntan como lo sé, puedo oler sus miedos hasta acá, pero tranquilos eso es lo que los hace tan sabrosos—rio con demencia—. Me iré a comer con un poco más de privacidad,  ahora regreso, no se vayan, aun quiero jugar, estoy algo aburrido aquí solito.




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