Aprendiendo A Perdonar

Q U E R E R

Q U E R E R

 

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La mayor declaración de amor es la que no se hace, el hombre que siente mucho, habla poco.

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La familia Sideris, una de las familias mas prestigiosas y antiguas de Grecia, esa es mi familia, familia de la cual no he sabido en seis largos años, familia la cual no tengo el deseo de visitar, y no es que sea una mala agradecida con la familia que me acogió obligadamente, y que digamos no fueron tan condescendiente con mi llegada, yo era por así decirlo la mancha negra de ella, el error del primogénito de la familia, el gran Ernesto Sideris, el cual es el que dio el esperma para concebirme, mas no mi padre.

Como se dice padre es aquel que cría, da amor y cuida; no aquel que solo te engendra y te abandona, mi "padre", no me esperaba en su vida, tampoco que su madre, mi adorada abuela Eva Sideris, lo obligara ha hacerse cargo de mi, cuando se enteraron de su metida de pata; su escusa, la frustración de que lo hayan obligado a casarse con la bruja de su esposa, disque necesitaba ser libre por un momento, pero mucho le costo, tan alborotadas tendría las hormonas a esa edad,

Da la casualidad que ahora debo de ir de visita a mi querida familia, y no por un tema de fiestas o algo por el estilo, mi abuela, la única que demostró cariño y amor hacia mi, había muerto por razones que desconocía, y mi abuelo Damon Sideris, me quería ahí, bueno el es un poco complicado, aunque nunca demostró afecto hacia mi, tampoco demostró desprecio, era igualitario en trato a todos en esa casa, y se que tampoco me aborrece, y me quiere a su manera, y bueno se esto gracias a que escuche una conversación con mi abuela.

Estaba aburrida, ya había terminado mis clases extracurriculares, hoy tocaba danza, y no era muy de mi agrado que digamos, no había nadie en casa, solo los abuelos, la abuela era la única que me trata bien, y el abuelo me da miedo, es tan serio que hasta pienso que no me quiere aquí, por lo tanto no le puedo pedir que juegue conmigo, y la abuela, no la encontraba.

Camine por los grandes y largos pasillos de esta mansión, siguiendo buscando a la Abu, entraba en puerta y puerta, no conozco muy bien todo, lo único que conozco es el comedor, las salas de estudio y mi habitación, por tanto es todo un misterio las demás habitaciones que hay aquí.

Pare en seco al escuchar voces en una habitación, creo saber que es el despacho del abuelo, me iba alejar, pero soy una niña, vamos los niños somos curiosos, y pegue mi pequeña oreja a la puerta semiabierta.

Damon, deberíamos de incluir a Anny en los eventos familiar...— ni la dejo terminar.

—Ya hablamos de eso Eva, sabes su condición, ella es una bastarda, se que suena feo, y yo también quisiera que ella nos acompañe, pero sabes lo que dirán en la sociedad dijo el abuelo, si que fue un golpe duro, el también me considera eso, y otro que con el que dirán.

A pesar de mi edad era muy consiente de los términos que uso el abuelo, siempre me lo han dichos, desde que llegue, todos me lo repiten.

Damon a la mierda eso, ella también es parte de la familia, crees que ella no se da cuenta, que la excluimos de todo, ni siquiera va a la escuela como una niña normal, todo por eso del que dirán, ya me canse, acaso no quieres a tu nieta, ella es mucho mejor que sus hermanos. 

Eva, crees que no la quiero, Anny es mi orgullo aunque no lo demuestre, sus calificaciones son las mejore, su comportamiento también, la quiero y mucho, pero sabes que no se puede, tal vez ya cuando tenga mas edad la podamos incluir, los comentarios la van ha herir y no quiero eso para mi nieta. 

Con eso entendí que mi abuelo me quería pero a su manera, ellos me quería, de cierta forma saber eso me reconfortaba a sobrellevar todo lo que viví con los innombrables, los innombrables es otra cosa dolorosa, actos que hubiera querido olvidar.

Ir a Grecia seria el mayor reto que afrontaría en mi vida, y no solo porque mi Abu ya se había ido y ni siquiera pude despedirme, si no todo lo que conlleva ese lugar.

Mi vuelo estaba programado hoy por la noche a eso de las 9 de la noche, con suerte llegaría mañana por a las 7:00 am al final del velorio y para el entierro.

Había una duda que me carcomía si bien es cierto, en esta bella ciudad de New York, era famosa, por mi gran trabajo, y como escale de abajo hasta volverme una de las arquitectas mas cotizadas, tenia una cede en Canadá y otra en Los Ángeles, me habían ofrecido una oportunidad para ir a Europa mas no quería expandirme, si sucedía eso había el riesgo que mi familia se enterara de mis logros y se enteraran de mi nueva vida, por lo que había investigado ellos pensaban que estaba bien muerta, y eso gracias a que había cambiado de identidad, aunque no había sido la gran cosa, el nombre que todos conocían era Anastasia Sideris, aquí todos me conocían como Cristel D'Ángelo, el apellido de mi protector y el que me ayudo a huir de esa casa.

Era gracioso no, ellos me creían muerta, gracias a que mi auto, había sido volcado en una carretera, fue un buen plan, pero ahora que me contactara mi abuelo y que me digiera que tenia que estar presente, fue un golpe a la realidad, mi abuelo había sabido todo este tiempo de mi, había sabido todo de mi, quería negarme a que sabia también de mi pequeño secreto y a que no le hubiera dicho nada a los demás.

Ya me encontraba en el aeropuerto dispuesta a volver a esa ciudad, donde mi presencia daría un revuelo en la alta sociedad, si es que aun me creían muerta, usaría mi actual nombre, lo que era ahora, la mujer en la que me había convertido, Cristel D'Ángelo arquitecta reconocida, ya no había forma de que usara el de Anastasia Sideris, si iba volver, cerraría bocas por doquier, ya nadie tendría el derecho a poder pisotearme, verían a una mujer fría y calculadora lo que era ahora, mi protector iría conmigo, Daniel, millonario y dedicado a la automovilística, único amigo y que iría como mi hermano, ante todos eso éramos, no queríamos que nos vincularan con algo mas que eso, y que mejor que ser la hermana adoptiva, sus padres me aceptaron con mucho gusto y me ayudaron todos estos años, si bien es cierto no me dieron ni un centavo, si me dieron un techo y comida, todos sabían que a pesar de estar en la familia D'Ángelo, yo había trabajado y estudiado con becas, y eso era mucho que decir.



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En el texto hay: violencia, grecia, amorsorpresas

Editado: 28.01.2022

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