Capítulo veintiocho
28 | "La chica del skate park."
Después de que aceptara pasar vergüenza en público conmigo, Liam y yo comimos y nos quedamos por la noche hablando estupideces. Era cómodo y agradable pasar el tiempo con él. Lo peor, es que también era consciente de que estaba empezando a gustarme y no sabía para dónde saldría la situación.
Tenía que ser sincera con Liam para sobre todo evitar futuras desgracias o malos entendidos. Quizá, sería lo mejor. Aún así preferí no hacerlo en ese momento aumentando la ilusión un poco más. Estaba teniendo una cita con un chico lindo.
No con cualquier chico lindo, con Liam.
—Tengo una entrevista pasado mañana, con Scott. —Le cuento, una vez que subimos al auto. Estoy tratando de no mostrarme nerviosa mientras jugueteo de a poco con mis manos.
—¿Es algo que quieres hacer?
—Si, en realidad. Me han dicho que no tengo de que preocuparme y quiero acompañar a Scott en esto.
Liam sonrió, aparentando sus labios y me dio palmaditas en la cabeza. Haciendo que lo mire confundida.
—Lo harás bien, tienes muchísimo más potencial del que puedes ver.
—No soy buena con las palabras, tarde o temprano la cagare.
El se empezó a reír.
—Esperemos que sea tarde.
Me reí también, y lo vi mientras lo hacía. Su sonrisa era muy bonita, era de esas que si algún día lo vieras estando triste automáticamente lograría cambiar todo. Había algo especial en Liam y no estaba segura de si podría descifrar de qué se trataba. Su compañía transmitía seguridad.
Se sentía bien.
Y eso estaba mal.
—Lamento no poder invitarte a pasar. —Dije, cuando finalmente llegamos a mi casa. —Si fuera por mi, te haría lugar en mi habitación.
No importaba mucho si lo tomaba en doble sentido.
—Qué oferta tan tentadora, podría arriesgar a que golpeen mi hermoso rostro.
Liam siendo Liam.
—No, debería vivir con la culpa. —Me burlé.
—Ya, pero me debes otra.
Asentí mordiendo mis labios y lo tome del rostro con suavidad para darle un beso antes de bajar ¿Cómo había pasado? No estaba segura, pero si lo estaba de que tenía que disfrutarlo porque por desgracia no sabía cuánto duraría.
Después de besar a Liam me bajé del auto, era curioso lo que estaba pasando y lo primero que haría por la mañana sería contarle algunas cosas a Cassie.
O me matará si no lo hago.
Entre a la casa y me di cuenta de que las luces ya estaban apagadas, supuse que todos estaban durmiendo. Aunque me vi equivocada nuevamente cuando me encontré con August leyendo un libro en el living.
—Joder, casi me infartas. — Dije, me había asustado porque no esperaba que nadie esté en ese lugar. — ¿No deberías estar durmiendo?
—Tengo cosas más importantes que hacer y parece que no soy el único. —Hablo sin siquiera mirarme. — ¿Qué tal tu cita, siguió queriendo comprarte con frases bobas?
No le tire con algo por la cabeza solo porque no tenía absolutamente nada a mano que pudiera servir para lastimarlo.
—¿Y eso que te importa? Mantente enfocado en tus cosas. Y deja de robar mis libros.
—No sabía que te gustaba leer. —Comentó curioso dejando el libro a un lado. It de Stephen King, le llevaría meses terminarlo —Y tienes buen gusto, en realidad.
—Aja, años de práctica. —Respondí sin mostrar mucho interés. — ¿A qué hora dormirás?
August frunció el ceño hacia mí y se cruzó de brazos, dando unos cortos pasos hasta quedar un poco cerca.
—Sé quien eres. —Murmuró, mirándome fijamente. —Isabella, la chica del skate park.
Mierda.
¿Me había reconocido? No, era lo que quería evitar. Quizás si descubre también que esto podría darme problemas lo usaría en mi contra.
—No entiendo de qué hablas.
—Sabes perfectamente de lo que estoy hablando, así que no finjas. puedes hacerlo con el resto del mundo pero no conmigo porque aunque no parezca siempre me doy cuenta de lo que pasa a mi alrededor.
Tragué saliva, nerviosa. Ya lo había notado decidí pensarlo en frío y dejar mi orgullo para otro momento.
—Ahora que lo sabes ¿Qué harás?
Él frunció el ceño.
—No haré nada ¿Por qué demonios…? Bueno, da igual lo que hayas pensando. Lo que me interesa saber es porque no quieres que el resto se entere de la versión completa de ti.
—¿A qué te refieres?
—No entiendo qué tiene de malo, si ocultas que eres modelo entonces muestras que eres patinadora o viceversa. Realmente no tiene nada de sentido. Y te he visto, eres genial en ambas cosas.
Me quedé quieta, no sabía qué pensaba eso ni mucho menos que esa sería su reacción. Realmente pensé que me chantajearia.
—Es un poco, complicado. Hay cosas que prefiero no hacer porque no quiero…. —¿Debía seguir? —Decepcionar a mi madre.
—¿Decepcionar a tu madre? —Pregunto confundido. —Creo que a ella le decepcionará saber que no estás siendo la verdadera tú solo por miedo.
—No tengo miedo. —Me defendí.
—Te preocupa lo que diga tu madre y le escondes cosas, equivale a tener miedo.
Me rasqué el cuello un poco incómoda. ¿Cómo podía darse cuenta? Solté un quejido.
—Ya, no tiene mucha importancia.
—Como digas.
Trate de desviar el tema de conversación antes de irme, y apunte el libro que había vuelto a abrir.
—Te llevará meses terminarlo.
—Quizás unos días. —Murmuró, serio y concentrado.
—No lo creo. —Dije, provocando. No lo veía muy capaz.
—Si lo hago, me darás algo a cambio.
—No entiendo ¿Quieres apostar?
Parecía dudar.
—Si, suena bien.
—Bueno, entonces si tu ganas haré lo que digas y si gano yo, tu lo harás.
—Tiemblo de miedo.—Respondió indiferente, di una patadita en el asiento en el que estaba haciendo que sonriera.