Capítulo 3

Al día siguiente, mi mamá me preguntó el porqué de mis cambios de humor. Y no sabía qué decirle. No conocía los motivos, así que le mentí. Lo admito por lo menos.

Cuando llegué al liceo Rossetta no había llegado, po lo que me sentía afligida y sola. Tenía la esperanza de que vendría, al menos tarde. Pero nunca llegó. No entendía muy bien el motivo de que me importara tanto. Ahora ya sí.

Sonó el timbre para salir de clases. Y estaba paralizada, no quería irme aún. Era como si algo me faltara. Después me rendí y salí del liceo. Caminé como lo hago habitualmente y sentí que alguien había pasado al lado mío. Era alguien que conocía pero no sabía quien. De pronto se me vino a la mente la imagen de Rossetta. No lo podía creer y grité su nombre. Y la persona que miró era un chico. No sabía dónde esconderme, pensaba que era un error mío, que estaba alucinando.

Comencé a mirarlo con más detalle, de arriba a abajo y nuevamente tuve la sensación que ya lo había visto antes. La única diferencia con Rossetta era que era hombre y tenía rasgos más masculinos. Después de haber estado en silencio por un buen tiempo me atreví a hablarle y le pregunté si conocía a Rossetta. Y el me respondió que sí, que era su hermano. Me despedí de él y me fui a mi casa.