aquel angel

Al verlo, no lo podía creer, sentí que mis ojos mentían. Era un ángel, o así la veía yo. Su belleza era incomparable; unos ojos marrones claros, su cabello lizo hasta los hombros, sonrisa deslumbrante y, traía puesto un vestido de corte de princesa de seda azul que brillaba a la luz del sol ajustado hasta la cintura y ensanchándose desde allí hasta sus talones. Al dar vueltas, aquella parte ensanchada de su vestido parecían olas del mar.

Atónito me encontraba en una esquina de aquel gran jardín. Todas las rosas y flores a su alrededor parecían brillar más cuando ella bailaba, se expresaba como ninguna otra persona lo hacía; honestidad, fortaleza, delicadeza, alegría, era todo lo que comunicaba en su baile, pareciese que nada existiera a su alrededor, solo ella mostrándole al mundo quien es en realidad.

El corazón comenzó a acelerarse y las pupilas de mis ojos pareciera que iban a explotar, continuó y sus movimientos eran más intensos al punto de creer que se desmayaría o que caería al suelo, pero de alguna forma noté que estaba sacando lo que ocultaba en lo más profundo de su corazón, sentí una gran presión sobre mí, como si sus emociones hubieran explotado y yo recibiera el impacto.

De pronto, sus movimientos eran suaves y delicados, extendía sus brazos y piernas tanto como le era posible. Era como ver un ave elegante en todo su esplendor. Después, comenzó a realizar saltos de ballet por toda la zona del jardín y verdaderamente creí en aquel momento que era un ángel intentando volver al cielo azul.

Cada vez que ella saltaba hacia adelante, la distancia era más grande, casi parecía estar volando. En mi mente repetía “tú puedes lograrlo”, y en uno de los saltos el vestido se iluminó intensamente como una noche estrellada, segándome temporalmente y, al volver mi vista hacia ella, había desaparecido y pequeñas esferas de luz se dispersaban a lo largo del firmamento.