Aquellas noches de Julio

Capitulo V

Un colibrí, pasea sobre lavanda,
un embriagante aroma fresco y dulce,
siento el pasto tras de mi,
estoy recostada, mirando las nubes,
y las aves que vuelan.

Se entrelaza con mi mano la suya,
mas no giro mi cabeza,
simplemente  me relajo,
permanezco mirando al cielo,
y me siento tranquila,
por fin estoy en paz.

Me desperté, me dolía un poco la cabeza, no era la primera vez que tomaba, pero tampoco era que mi cuerpo estuviera acostumbrado.

Me costó levantarme pero lo hice, tomé una ducha y ni siquiera sé como, pero, logré ir a clases.

Después de anoche ya tenía conocidos, así que los siguientes días me estuve juntando con ellos. Y ya era una rutina cómoda y normal.

Me gustaba mucho mi clase, porque a pesar de ser específica para el arte, nos enfocábamos en muchos temas, e incluso pasábamos de hablar de cosas básicas de la materia, a terminar debatiendo temas interesantes. 

Ahí me di una idea de quienes se informan de problemáticas del mundo, o se nutren de información que vale 100% la pena.

Me cayeron bien personas con las que nunca he entablado conversación, solo con él simple hecho de escuchar su postura y opinión de temas controversiales. 

De hecho de esa forma conocí a Mer, una linda chica, con la manera más fluida de hablar que pueda haber existido en la vida.
Una clase estábamos debatiendo de Desigualdad de género, y en eso un compañero comenzó a dar su opinión, una muy privilegiada y su grupo de amigos lo apoyaron. Entonces ella cansada de escucharlos alzó la voz.

—Les es fácil decir que "oportunidades siempre hay en todos lados", que "cuando se tienen ganas se puede", pero eso es así fácil para personas como ustedes; Es decir, mírense, son hombres, heteros blancos y clase media alta, claro que van a tener oportunidades.  Si le tocara contar sus experiencias a un chico trans, moreno, pansexual y clase baja, claro que las cosas serían mil veces distintas, porque la forma en que la sociedad los juzga o los trata es muy distinta.

Todos nos quedamos atónitos y callados.

—¡Salgan de su burbuja un momento y vean la cruda realidad de los otros por favor! —Finalizó.

La mitad del salón le hicimos saber que la apoyábamos, los demás solo se quedaron quietos o hicieron caras.

Honestamente se sobresaltó, pero a mí me encanta el drama, y siendo honestos, en su lugar estaría igual, es decir, hizo lo que tantos hemos querido y pocos nos animamos: gritarle sus verdades a la gente y bajarlos de su nube.

Además, que envidia el debatir y alzar la voz segura; yo en su lugar ya hubiera llorado por la emoción y adrenalina, se me habría salido un gallo o me hubiera ahogado con mi propia saliva.

Desde ese día supe que la admiraría y que quería que fuera mi amiga, luego de esa clase me animé a hablarle y resultó ser muy linda pero sin llegar a ser ingenua.

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Miércoles 11, 17:22
Nada como una tarde del ombligo de la semana para hacer planes.

Quedé de salir con mi "grupo" (si así le podía llamar, ya que siento era muy pronto para nombrarlos amigos), iríamos al museo para ir escogiendo algunas obras para el proyecto.

Yo me encargué de elegir una lista de museos, estuve haciendo una exhausta búsqueda online de los más cercanos y los estilos que exponen, hasta que por fin me decidí:
•Galería de Arte Contemporáneo
•Vancouver Art Gallery
•Museum of Vancouver

Leam fue quien nos llevó hacia el primer lugar, que hace justicia a su nombre, pues es muy innovador y minimalista. Todas las paredes son tan blancas y limpias y todo es justo lo necesario, ni más, ni menos.

Yo amaría tener un estilo de vida así si no fuera porque cada que tengo la oportunidad de comprar cosas, que no necesito pero se ven bonitas, lo hago.

No duramos mucho en el lugar pues no hubo nada que nos llamara la atención. Porque de la clase de arte sólo estábamos: Fred, Mer, Isa, Sigmund y yo.

Isa casi nunca estaba al tanto de lo que hablábamos porque siempre estaba en su celular leyendo, pero le gustaba acompañarnos. Era interesante entablar una conversación con ella pues hablaba cosas interesantes y es el tipo de persona que busca que todos se sientan incluidos.

Sigmund, de él no había mucho que decir, no hablaba a menos que tú lo hicieras primero, aunque no es reservado, si le preguntas algo, abiertamente puede contarte cualquier cosa, algunas veces puede ser entrometido o imprudente; está esta vez con nosotros porque es primo de Mer y solo aprovecha el aventón al museo para cumplir con el trabajo, no lo hace por socializar.

Llegamos al primer museo, la galería de arte contemporáneo de Vancouver; no es mi tipo de arte favorito, pero no está mal.
Es todo justo como lo vi en internet, solo que con la escénica mágica que se siente al estar en un museo.

Recorrimos solo la mitad pues nos dimos cuenta que no era lo que estábamos buscando, y ya habíamos perdido una hora. Luego decidimos ir al museo de Vancouver, tiene lo que cualquier otro museo, nada que me llame la atención tanto.

Durante el recorrido llegamos a una sala, llena de señales callejeras neones, letreros/carteles de luz que anuncian todo tipo de cosas, esparcidos por todas las paredes y el centro del lugar, no se por qué razón me siento emocionada, pero esta sensación me gusta, se siente como de película.

Saque mi teléfono y en notas añadí el nombre de este museo y el salón de las luces (desconozco su nombre, pero así lo bauticé yo).

Los demás también se fueron encontrando pinturas y esculturas llamativas en el camino, pero mi mente solo podía imaginarme en medio de tantos carteles cegándome y con música vibrante de fondo. De todo el museo, el salón de las luces fue mi área favorita. 




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