Aquellas noches de Julio

Capitulo XXII

HENNING

—Necesito ir al baño.—Me avisó Khaled.

—Bien, yo esperaré a Vincent aquí.—Le dije, mientras se iba caminando a los baños del museo.

Me giré sobre mis talones, pero cuando levanté la mirada me pareció ver algo.

Ahí, junto a la escultura de una diosa, estaba,
la que para mí era otra.

//¿Es... ella?//

Un grupo de chicos pasó y ella ya no estaba.

Pero no me quise quedar con la duda, así que me adentré en la sala, a la que creí pudo haber ido.

Pasé mi mirada entre las estatuas y pinturas, pero el lugar estaba lleno de personas.

—¡Ey!—Gritó junto a mi oído, provocándome un fuerte susto.

Di un sobresalto, y me giré bruscamente para dedicarle una mirada enfurecida. Pero luego de ver quien se trataba se me pasó el enojo.

—Mann, Vincent, du hast mich erschreckt. Casi me da un infarto por tu culpa.—Le reclamé.

—Los estaba buscando. ¿Qué haces acá? ¿Y Khaled? 

—Fue al baño, y vine acá para buscar a...—Pase una última vez mi mirada por el lugar.—A alguien, que creí haber visto, pero... olvídalo.

—Bien, busquemos a Khaled y mejor vayamos a otro lado, ¿Qué tal por comida? Muero de hambre.

—Vincent...—Ni siquiera supe porque necesitaba estar un rato más en el museo.—sólo demos una vuelta más al lugar, y después vamos a donde quieran.

Caminamos de regreso por Khaled, y una ves juntos los tres, dimos un recorrido por el museo.

E inconscientemente buscaba algo,
//alguien...// que no encontré.

Tal vez fue sólo un espejismo.

•••

—Es que... hay tantos postres, Dios, no sé cuál elegir.

Vincent estaba leyendo la carta, tenía rato sin poder decidir qué postre pedir.

—Bien, en lo que te decides necesito un cigarrillo. Este lugar está lleno, ya me abrumé.—Anunció Khaled.

A mi también me estaba mareando que hubiese tanta gente.

—Yo te acompaño,—Dije.— sólo a tomar aire, no a fumar.—Aclaré cuando vi sus caras confundidas.

La mesa estaba literalmente al lado del balcón. Así que no nos alejaríamos mucho de Vincent.

Khaled acomodó para que el humo no se pudiera meter al lugar; y yo me senté en el suelo, sin importarme la mirada que me dedicó a lo lejos una señora.

Le iba a dedicar otra mirada de "no me importa lo que pienses"  pero mi atención se la ganaron dos chicas al fondo.

Una, de cabello como zanahoria, tenía su mano sobre la pierna de la chica pelinegra; la iba subiendo cada vez más, mientras se reían e intercambiaban miradas. Luego se dieron un gran beso, y decidí desviar la mirada.

Supuestamente estábamos en un piso alto, pero la entrada (en el piso de abajo) se veía tan cerca, que incluso se escuchaba todo.

Me recargué sobre la pared , estiré mis piernas en el suelo y dejé mi cabeza caer hacia atrás, mientras mis ojos miraban la maravillosa vista por el barandal.

De pronto, esa vocecita, la escuché. Se oía muy bajo así que, supe que provenía de la entrada del restaurant. 

Me reincorporé, y me concentré lo más que pude para escuchar bien, y confirmar si sí era, o sólo era una confusión.

—¿Pensé que ya estabas comiendo? Apenas salí, y decidí alcanzarlos.—Dijo ella.

—No, sólo alcancé a ordenar mi comida, pero mi mamá tuvo unos problemas con recoger el material del evento y me regresé de emergencia.—Dijo un chico, con tono exhausto.

—Entonces ellas ya deben estar comiendo.

—Espero, porque si aún no han servido, me largo a buscar algún lugar de comida rápida. Mis niveles de paciencia ahora son igual a cero. Y mi nivel de hambre es cien por ciento.

Se rieron, y ella enlazó su brazo con el de él. Desde ahí supuse que estaban en una relación.

Los perdí de vista porque entraron al lugar, y mi curiosidad me ganó. Me levanté de inmediato.

—Mejor voy a sentarme, que acá ya me dio frío.—Le avisé a Khaled.

Asintió sin despegar la vista del paisaje, mientras se llevaba el cigarro a los labios.

—¡Mira! Pedí tres Trifles de frutos rojos.—Me dijo Vincent feliz, cuando me senté de regreso.

—Pero te dijimos Khaled y yo, que no queríamos postre.—Le recordé, confundido.

—¿Khaled y tú, qué? Henning... los tres los ordené para mi solo.

—Ah, yo... perdón, es decir, está bien.—Dije.

Mi atención se desvió cuando la vi llegar, confirmando que si era ella; llegó, junto a ese chico, y oh, oh...

//No estoy entendiendo ni una mierda.//

Llegaron a la mesa donde estaban las dos chicas que, yo había visto anteriormente, y saludaron, pero ella saludó a una de las chicas, la pelinegra, con un apasionado beso.

//¿La pelos de zanahoria no era novia de la pelinegra? ¿Y ella no era novia del chico con el que llegó? Fuck...//

La pelinegra se cambió de lugar, alejándose mucho de la primera chica, de pelo naranja; y apegándose más a ella.

//No cabe duda, soy de mente corta, o tal vez es una relación poliamorosa. De... ¿Cuatro?//

Me giré y enfoque mi atención en Vincent para distraerme del lío ese.
Aún iba en el primer vaso del postre ese. Y noté que lo saboreaba con mucha, mucha lentitud.

Khaled regresó a la mesa con nosotros, pues como es clásico de esta ciudad, la lluvia que llevaba amenazando todo el día, por fin surgió.

Pasaron muchos minutos, hasta que Vincent por fin iba a por el último postrecito. Cuando de pronto vi de reojo, la silueta de alguien pasar hacia el balcón.

Volteé para confirmar que ahí estaba, como siempre, enamorada del cielo, contemplando la vista cada que puede.

//No lo hagas, no lo hagas.//

Me levanté, sin siquiera avisarles a los chicos, y caminé hacia el balcón, a su lado.

—La vista no puede ser aún más impresionante, ¿Cierto?—Pregunté sin separar mi mirada de la vista.




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