Arcadia

1. El último día

Nathan. 

París, Francia. 

Dos meses atrás.

Cuando abro los ojos y veo mi reflejo en el espejo veo como mis ojos se encontraban de color rojo, sentía el ardor en ellos y el cansancio en mi cuerpo, todo esto debido a la falta de sueño en estos últimos días. Un no podía creer que ya sólo contaba con cuarenta y ocho horas para despedirme de todos antes de marcharme a casa de mi madre. Aún no comprendía el porque a ella se le había ocurrido la idea de llevarme a México junto a mis hermanos justo cuando estaba en plena temporada de exámenes, y por supuesto, debía obtener buenas notas mientras mi tía Dennise preparaba todo para mi viaje. 

Enciendo la llave del lavamanos y tomó un poco de agua, esta se encontraba algo fría, pero no me importaba. Adoraba en frío, y por el contrario odiaba el calor. Mojo mi rostro un par de veces, siento un poco de alivio al hacer esto. Cuando terminó tomó la toalla que tenía a mi lado y seco mi rostro, aún seguía sintiendo esa pesadez en el cuerpo, pero están seguro que con un buen baño algo de eso se me quitaría. 

Nuevamente tomó la toalla y me meto a la ducha. Cuando había terminado de quitarme la ropa enciendo la llave, mi cuerpo tiembla un poco al sentir el agua helada tocarlo, pero con el paso de los segundos esa sensación desaparece. Colco jabón por todo mi cuerpo y luego tomo la esponja para lavarme desde el cuello, los brazos, las piernas y así sucesivamente. Lavo mi cabello con suavidad. En cuando terminó me coloco debajo del agua para quitarme toda la espuma de mi cuerpo, cuando quedó limpio decido quedarme un poco más ahí, apoyo el brazo derecho junto a la pared y con el otro me limpio el rostro. Tener la sensación del agua fría recorrer mi piel era algo disfrutaba todas las mañanas, me relajaba de cierta manera, no sabía exactamente porqué, pero no trataba de encontrarle sentido, todos tenemos gustos distintos y este era uno de los míos. 

Cierro la llave, tomo la toalla y la envuelvo alrededor de mi cintura. Salgo del baño y me acerco a la mesita que tenía al lado de mi cama para tomar mi celular y ver la hora. 

5:49 am. 

Vuelvo a dejarlo en su lugar para ponerme el uniforme el cual consistía en un pantalón azul marino, zapatos negros, una camisa blanca junto el chaleco de color azul con el logotipo de del instituto y por supuesto, la típica corbata. Mi tía había procurado que estuviera en una buena preparatoria y por ello me inscribió en una de las más estrictas que pudo encontrar, en cuando a los gastos, la mayoría de estos eran costeados por mi madre. 

Normalmente en las mañanas me quejo de la corbata, pero hoy se haría una exposición ya que esta sería el último día que la usaría. Mi hermana mayor, Susan me había dicho que en la preparatoria que me esperaba no usaban este tipo de uniformes, lo uno que importaba era la playera con el loto y el pantalón, nada más. Cuando terminó de prepararme veo que todo en mi mochila estuviese en orden, de tener en ella los libros y cuadernos que me serían útiles el día de hoy. Cuando veo que todo está en orden tomó el celular y veo la hora una vez más. 

6:28 am. 

Salgo de la habitación y bajo las escaleras en dirección a la cocina. Cuando llego veo a mi joven tía sirviéndose un plato de cereal sentada en un banco alto en la barra de la cocina. Me acerco y siento del lado contrario, fuera de la cocina para después decirle lo siguiente:

—Buenos días, tía—mi voz sonaba un poco ronca, así que trato de aclararmela. 

—Hola Nathan. Te he picado un poco de fruta—dice señalando al final de la barra. 

Ahí, junto a la cafetera se encontraba un plato con algo de granola sobre ella. Lo tomó y dirijo la mirada hacia mí tía. 

—Gracias—le digo con una sonrisa la cual es correspondida con una de las suyas. 

Con el tenedor tomó un pedazo de manzana y me lo meto a la boca, casi de inmediato arrugó un poco la cara, mi tía lo nota. 

—¿Todo bien?—pregunta a lo que yo le contesto lo siguiente:

—Si, es solo que el sabor de esta manzana es un poco, ¿ácida?

Al decir eso veo una extraña expresión de su parte, para luego pasar a una de confusión. 

—Seguramente no sea nada malo, anda sigue comiendo o se nos hará tarde—dice con un tono de voz algo agitado. 

Sentía que algo no estaba bien, conocía cuando ella se ponía nerviosa, además… ¿desde cuando una manzana puede tener un sabor ácido? Quizá se deba al cambio de pasta dental. Decido no darle más vueltas al asunto, tenía cosas más importantes en las que enfocarme. Cuando terminamos de desayunar lavamos los platos, vasos, cuchara y tenedor para irnos al auto y así cada uno tome su respectivo camino, mi tía a su trabajo y yo al instituto. 

Pasados varios minutos llegamos a la preparatoria, salgo del auto, cierro la puerta y me acerco a la ventana. 

—Nos vemos en la tarde, que tenga un buen día—digo en forma de despedía. 

—Gracias Nathan, suerte. 

Y con eso ella se marcha. Sacó el celular del bolsillo del pantalón para ver la hora. 

6:49 am. 



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En el texto hay: fantasia, amor, novelajuvenl

Editado: 29.12.2019

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